Será el jueves 1 de agosto, tendrá tres actos en uno y mil invitados. El recambio, los gobernadores y la Corte y la edad de los votos para mostrarse crítico con Milei. Señal de largada 2025, el bullrichismo y sus críticas sarcásticas y las dudas de Larreta.

Tras el desplante en Tucumán, Mauricio Macri vuelve al ruedo para marcarle la cancha a Javier Milei y Patricia Bullrich de cara al 2025. Este jueves, el ex presidente encabezará un mega acto en el barrio porteño de La Boca junto a intendentes y gobernadores del PRO con el objetivo de mostrarse como el líder indiscutido del partido y ratificar, una vez más, que no habrá fusión con La Libertad Avanza. Una puesta en escena de poder territorial para subirle el precio al partido amarillo frente a la arrolladora ola libertaria que amenaza con comerle sus votos, sus dirigentes y, como si fuera poco, su bastión electoral y nave nodriza: la Ciudad de Buenos Aires. Desplazado de la mesa chica de Milei, Macri finalizará el acto con un discurso de cierre que dará comienzo a una nueva etapa en la relación del PRO con el gobierno nacional: el tiro de largada para el distanciamiento estratégico que el macrismo diagrama para negociar el armado electoral del año que viene. 

Hasta ahora, Mauricio Macri venía cultivando un calculado bajo perfil. Motorizó en silencio el aislamiento de Patricia Bullrich en el partido, la reemplazó de la presidencia de la Asamblea por el diputado y ex intendente de Pinamar, Martín Yeza, y desterró a los bullrichistas. Pero no la echó del partido y dejó que fuera Yeza el vocero oficial de la resistencia armada al operativo bullrichista de fusionar al PRO con LLA. Cuando correspondía, expresaba sus quejas a través de terceros, como cuando Milei lo hizo viajar de Londres a Tucumán solo para dejarlo afuera chupando frío mientras el resto de los participantes firmaban el Pacto de Mayo. Después de la sanción de la Ley Bases, Macri empezó a ensayar un progresivo distanciamiento del gobierno a través de sus dirigentes más cercanos – como Cristian Ritondo o María Eugenia Vidal – y ahora le llegó su turno. Con la excusa de asumir formalmente la presidencia del partido, Macri reaparecerá públicamente el 1 de agosto con un acto para mil personas. 

El discurso y la pelea por la «identidad» del PRO

El acto de relanzamiento del PRO tendrá un doble objetivo. Para afuera: marcarle la cancha a Milei, diferenciar al PRO de LLA y ganar peso específico en la negociación para las listas de 2025. Para adentro: dejar en offside a Bullrich y dejar en claro que Macri es el único líder del partido. «Es la fiestita de cumpleaños de Macri, todos aplaudiendo como focas», mascullan, con ironía, en las filas del bullrichismo.

El primero objetivo responde a la necesidad del macrismo de echar por tierra cualquier fantasía de fusión con LLA. Ni ahora ni nunca. «Yo no pertenezco al gobierno», lanzó Macri el jueves a la salida de La Rural, en donde los empresarios del agro lo habían recibido con los brazos abiertos. El macrismo insiste, desde que Milei optó por priorizar cerrar acuerdos personales con algunos dirigentes PRO (y no, como quería Macri, un acuerdo macro con el ex presidente como único interlocutor), que ellos no co gobiernan con LLA, que cuentan con su propia identidad, con su propia trayectoria y, fundamentalmente, con su propio armado territorial en todo el país. «No hay que volver al pasado, que es Juntos por el Cambio, ni tampoco correr a la opción fácil de fusionarse con el PRO», explican en las filas macristas.

Macri buscará responder la pregunta por la «identidad» del PRO al cierre del acto del jueves. El evento, que se realizará en un auditorio en el barrio de La Boca, constará de tres paneles. El primero es el de los «nuevos liderazgos»: una apuesta a la renovación generacional tras la derrota de los dos candidatos presidenciales amarillos – Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta – que contará con el protagonismo de algunas figuras como Yeza, la intendenta de Vicente López, Soledad Martínez, entre otros.

El segundo panel será el de los gobernadores del PRO, Nacho Torres (Chubut), Rogelio Frigerio (Entre Ríos), y Jorge Macri (CABA). Es la gran apuesta simbólica de Macri: una foto de familia con gobernadores, intendentes y concejales de todo el país que exponga todo el peso territorial del PRO. «El PRO tiene que rearmarse con una identidad más territorial. Las elecciones de 2025 son elecciones provinciales y lo que se pone en juego son los ensamblajes políticos en las provincias. ¿Milei tiene eso?», se preguntaba un dirigente PRO de una provincia del centro.

El tercer panel será el más importante: el discurso de Macri. El ex presidente viene trabajando en su contenido con Yeza y varios de sus dirigentes más cercanos y concentrará gran parte de los cuestionamientos que vienen deslizando, en privado, contra el gobierno. La gran incógnita es cuánto se animará a tensionar Macri con el gobierno. «LLA tiene una función, que es estabilizar la macro, pero cuando despejas esa X hay un montón de cosas en las que diferimos», argumenta un dirigente PRO. En el macrismo insisten en que el PRO acompañará todo lo que tenga que ver con la economía y la desburocratización del Estado, pero que, por fuera de eso, empezarán a jugar su propio juego. Ataques a periodistas, la candidatura de Ariel Lijo para la Corte Suprema, bajar la edad de votar a los 13 años: estos son algunos de los puntos que Macri utilizará para diferenciarse de Milei en el discurso. 

Ausencias elocuentes

Ante la pregunta de si Bullrich y Rodríguez Larreta asistirán al acto, los organizadores macristas insisten: «Están todos invitados». Nadie espera, sin embargo, que la ministra de Seguridad asista. Ni tampoco los dirigentes que le responden – como Damián Arabia, Diego Valenzuela o Silvana Giudici -, que también fueron separados y aislados en la estructura partidaria del PRO (Arabia, por ejemplo, es el vicepresidente segundo del PRO pero no lo invitan a las reuniones). «Si no nos van a dejar hablar, ¿para qué vamos a ir?», deslizan en el entorno de Bullrich, en donde el enojo con Macri data desde la campaña electoral, cuando (irónicamente) el ex presidente le hacía guiños a Milei cuando Bullrich todavía estaba en carrera.

Para el Bullrich, el PRO ya murió y el único clivaje que importa, ahora, es si se es opositor u oficialista. «Milei ya se chupó nuestra representación. Ahora los nuestros lo que tienen que hacer es aparecer en las listas del Cambio», deslizan en su entorno, en donde ya comenzaron a trabajar para fusionar el PRO con LLA de cara a las elecciones de 2025. Para el bullrichismo, el único motivo por el cual Macri se resiste es porque no quiere quedar relegado a un costado. «Creía que iba a manejar el gobierno por joystick y no fue así. Que vaya a terapia», disparan.

Es un chiste que se volvió recurrente en las filas bullrichistas en los últimos días. El viernes a la noche, durante una entrevista en LN+, Federico Pinedo apuntó contra Macri y los que insisten en diferenciarse de LLA reivindicando la «identidad» del PRO: «¿Qué te pasa con tu identidad? ¿No te sentís bien con vos, no sabés quién sos o qué te pasa? Porque cuando uno tiene una identidad la tenés y ya está, no tenés que estar defendiendo tu identidad. Si te sentís mal, andá al psicólogo», lanzó el embajador ante el G20. Desde entonces, los bullrichistas lo repiten y denuncian que, detrás de todo el discurso de la «identidad» del PRO no está más que el enojo de Macri porque Karina Milei y Santiago Caputo no lo dejaron entrar a la mesa chica del presidente.  

La otra gran incógnita es si Rodríguez Larreta terminará asistiendo. En su entorno, de momento, no anticipan postura. Lo definirán a último momento. En el macrismo, sin embargo, sospechan que, luego del conflicto que se desató entre Jorge Macri y Larreta por la preadjudicación del contrato de acarreo en la Ciudad, el ex jefe de gobierno porteño no terminará yendo.