Opinión.
Por Juan José Laborda Ibarra

La reciente jugada de un grupo político interno perteneciente a la fuerza “San Luis Unido” de promover a dos de sus concejales para que se asocien a la gestión de gobierno del Intendente Tamayo, a cambio de ser electos como autoridades de dicho cuerpo legislativo, sólo puede calificarse de políticamente torpe y de absoluta deslealtad a sus votantes.

La torpeza de aceptar cargos y pagarlos mediante el acompañamiento acrítico a la gestión del intendente Tamayo sólo puede ser explicada metafóricamente como que “…se subieron al Titanic, no antes de chocar con el iceberg, sino después… cuando el barco ya estaba en el fondo del océano…!!!

Esa maniobra es insostenible en el tiempo, y ya abrió una profunda grieta tanto en el bloque partidario como en las fuerzas políticas que lo integran, cuya resolución –a la luz de la reciente información periodística-, no será precisamente de apoyo a esos concejales díscolos.

Pero sobre todo constituye una deslealtad absoluta a los votantes de la fuerza “San Luis Unido”.

En democracia, las mayorías asumen la responsabilidad de gobernar y las minorías con representación parlamentaria, la de controlar y fiscalizar esa gestión.

Así votó el pueblo de esta Ciudad en las últimas elecciones, y debe ser respetado.

Confundir esos roles, no sólo denota carencia de convicciones democráticas entre sus protagonistas responsables, sino también dificulta el funcionamiento de todo nuestro sistema institucional.

“El que gana gobierna, y el que pierde controla…” se ha dicho de manera absolutamente clara en ese punto.

Quienes como ciudadanos independientes venimos apoyando y votando a esa fuerza política desde su misma gestación, esperamos que las autoridades de la misma, nos aclaren pronto lo sucedido y tomen las medidas políticas que corresponden.

La construcción de una fuerza política con vocación de mayoría y con el irrenunciable objetivo de lograr el funcionamiento de la alternancia democrática en San Luis, requiere como “viga maestra” la transparencia, la responsabilidad histórica y la previsibilidad de sus dirigentes.