Pese al marketing manodurista de Patricia Bullrich a nivel nacional, en el principal distrito del país, la Provincia de Buenos Aires, el delito subió un 24,3 por ciento entre 2016 y 2019, durante la gestión de Cambiemos. Y no es que subió algún año: subió sistemáticamente en todos los años del mandato macrista. En el último año de gobierno M, en 2019, el aumento fue del 9,1 por ciento y se tradujo en 77.542 denuncias más que en 2018, expresión de la catástrofe económica y social que produjo la administración macrista, con mayor desempleo, mayor desigualdad, mayor pobreza. En los últimos tiempos, los grandes medios tomaron como caballito de batalla la cuestión de la inseguridad, algo que taparon cuando Mauricio Macri habitaba la Casa Rosada y María Eugenia Vidal ocupaba el sillón de Dardo Rocha.
Los datos no surgen de un estudio realizado por el actual gobierno ni por una agrupación kirchnerista, sino por el Ministerio Público Fiscal de la Provincia de Buenos Aires que encabeza el vidalista Julio Conte Grand. El funcionario, que sigue en el cargo pese a las numerosas denuncias en su contra, era del riñón de Cambiemos, al punto que tenía uno de los ansiados celulares encriptados provistos por la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) , según consignó en PáginaI12 la periodista Irina Hauser.
El sitio de internet platense Infocielo.com armó, sobre la base de los datos oficiales, un cuadro comparativo de la evolución del delito en territorio bonaerense. Los números surgen de los publicados por la Procuración que, con bajo perfil y hasta ocultamiento, dio a conocer las estadísticas de lo que se llaman Instrucciones Penales Preparatorias (IPP), que son las causas que se inician a raíz de las denuncias presentadas. En otras palabras, la IPP es el puntapié con el que arranca un fiscal la investigación de un caso.
Estos son algunos de los datos y conclusiones que surgen:
* En 2016, primer año de gobierno de Cambiemos, hubo 746.952 denuncias/inicio de causas, mientras que en 2019 fueron 928.450. Entre una punta y la otra de la administración macrista hubo 181.498 delitos denunciados más. Representa el 24,3 por ciento de crecimiento.
* En 2017, la cifra que en 2016 había sido de 746.952 trepó a 798.485, o sea que se sumaron 51.533 delitos más: la suba fue de un 6,89 por ciento.
* En 2018 hubo un nuevo aumento. Se pasó de 798.485 a 850.908, lo que significa que los delitos fueron 52.423 más que el año anterior, un 6,56 por ciento de crecimiento.
* En 2019, como se señaló, los hechos fueron 928.450, una suba de 77.542 delitos, o sea el 9,1 por ciento más.
En la lógica de Cambiemos se podría argumentar que su llegada al gobierno produjo una baja, al menos respecto de 2015, cuando gobernaba el Frente de la Victoria. Los números indican lo contrario: en 2015 hubo menos delitos que en 2016, ya que en el último año de Daniel Scioli como gobernador hubo 719.728 denuncias/inicios de causas, es decir que el macrismo ya arrancó con un aumento de los delitos del 3,5 por ciento en territorio bonaerense. Si se compara el último año de Macri-Vidal con el último año de CFK-Scioli, durante el mandato de Cambiemos se registró un aumento del delito del 27,94 por ciento.
Homicidios
El macrismo, que aducía eficiencia contra el delito, puede sostener que al menos logró bajar los homicidios en territorio bonaerense y a nivel nacional. El fenómeno ya venía ocurriendo desde 2014, cuando en Argentina hubo 3178 homicidios dolosos –peleas entre vecinos, enfrentamiento entre conocidos, femicidios y una minoría de hechos en ocasión de robo– y pasó a tener 2744 en 2015. O sea, durante el último año del gobierno de CFK los homicidios se redujeron en más de 300 casos.
La baja continuó con la administración Cambiemos a un ritmo menor, pasando sucesivamente a 2604 en 2016, luego a 2203 en 2017 y volvió a subir en 2018 a 2258. Los datos sobre 2019 van a estar en los próximos días, pero los trascendidos indican que hubo una nueva suba. Todos estos elementos demuestran que lo del macrismo fue mucho discurso y, sobre todo, contó con una notoria cobertura mediática.
En territorio bonaerense, los homicidios dolosos bajaron de 1428 en 2014 a doscientos menos en 2015: ese año fueron 1217. Ya con el macrismo, siguió bajando a 1075 en 2016, luego a 979 en 2017, en 2018 tuvo una pequeña suba y terminó bajando levemente a 918 en 2019.
Contra lo que se trata de instalar, los homicidios en Argentina no registran números ni cercanos a los de otros países, en esencia porque no hay una tradición de armamento en los hogares, siguiendo más bien las costumbres europeas. El país tiene tasas que están levemente por encima de 5 por cada 100 mil habitantes, muy lejos de Brasil que tiene 31 muertos por cada 100 mil habitantes, Venezuela que registra más de 50, pero incluso muy parejo con Estados Unidos y levemente por debajo de Uruguay. Como ya probó en su momento en la memorable película Bowling for Columbine, del documentalista Michael Moore, los homicidios en Canadá, que no tiene tradición de armamento, son apenas 1,7 por cada 100 mil habitantes, tres veces menos que los homicidios de los Estados Unidos de la Asociación Nacional del Rifle.
El mayor conflicto en la Argentina está en algunos delitos, en general vinculados con robos como los de los llamados motochorros, las entraderas y los robos de celulares. Esos robos son los que figuran en las estadísticas a través de las IPP y exhiben el crecimiento provocado por las desigualdades dramáticas que generó Cambiemos durante su gobierno. Los datos son demoledores, claro que el aparato político-mediático se dedicó a ocultar la realidad.
La violencia en cuarentena
En 20 de las ciudades más grandes de Estados Unidos crecieron los homicidios en un 35 por ciento según consignó este martes en su tapa el New York Times. El dato es llamativo porque no se condice con un aumento de otros delitos y tiene que ver -según especulan varios especialistas en el diario neoyorquino- con los dramáticos cambios de estados de ánimo que producen la pandemia y la cuarentena.
La ministra de Seguridad, Sabina Frederic, ya había advertido sobre un incremento de la violencia también en la Argentina. Es público y notorio que se incrementaron las ventas de psicofármacos y se multiplicaron las atenciones psiquiátricas, lo que habla de cierta desestabilización emocional.
«Varios de los homicidios no tienen explicación, no se entienden. A la gente ya no le importa nada», explicó un ministro de Kansas City. En Nueva York, por ejemplo, los homicidios subieron un 30 por ciento comparado con un año atrás. Los políticos alineados con Donald Trump afirman que, producto de la necesidad de volcar agentes a controlar las manifestaciones, se patrulla menos y eso produjo el aumento de los números. Sin embargo, esa teoría la rebate el hecho de que bajaron los robos en forma nítida.
«Yo te disparo porque me hablaste mal o me miraste mal. A ese punto hemos llegado», diagnosticó el jefe de policía de Kansas. O sea, no son homicidios en ocasión de robo, sino por la existencia de un terremoto emocional. Otros especialistas mencionan que la cuarentena desestabilizó el mercado de la venta de drogas, con nuevos consumidores y nuevos dealers, lo que produjo episodios de violencia, mientras que el jefe de fiscales de Missouri pronosticó: «Se va a estudiar durante años. La realidad es que al cerrar trabajos y lugares de estudio, se pone mucha gente en situación angustiosa, adolescentes sin anclaje, y en la cuarentena, los más violentos son los que salieron a la calle».