Por Daniel Poder:

“Tramar: Diálogos para el Trabajo, la Autonomía y la Igualdad” el encuentro organizado por “todos los organismos del Poder Ejecutivo de San Luis, en conmemoración del Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras”, en términos de convocatoria, fue el fracaso del año.

Los organizadores esperaban unas cinco mil personas, y apenas si llegaron a contar alrededor de ciento cincuenta con todo el staff de funcionarias presentes, incluso en el evento más convocante que hubo dentro del propio Tramar, la conferencia -de excelencia- que dictó Alicia Bañuelos, titulada «Del efecto Matilda a romper los techos de cristal”:

La actividad, organizada para propiciar un espacio de diálogo y reflexión, incluía intervenciones artísticas, feria de productoras, artesanas, danza, food trucks, conferencias y un gran cierre musical.

La dimensión de la expectativa también fue marcada por la campaña publicitaria desplegada que colonizó redes y medios durante más de dos semanas. Por eso ha sido tan notaria la escasez de público. De hecho, todas las fotos que se han publicado en medios oficiales responden a planos cortos, evitando mostrar la escasa concurrencia que hubo ese día.

Será un motivo de reflexión sobre la manera en que el Gobierno está manejando esta agenda.

Crece en la opinión pública la idea de que hay demasiada injerencia política en torno a cómo se plantean estas cuestiones vinculadas a la mujer y las diversidades.

¿Por qué decimos esto? Porque es fácil encontrar en las redes miradas de mujeres que dicen no sentirse representadas por la orientación política que el Gobierno le ha dado al tratamiento de esos temas.

La debilidad manifiesta en las expresiones de repudio a los hechos de violencia contra mujeres, cuando en el medio quedan involucrados funcionarios del Gobierno o cuando desnudan responsabilidades del Estado, le quita legitimidad al trabajo de esa oficina.

Sus expresiones están politizadas «partidariamente». Tal vez algo de eso ya sea demasiado palpable para la opinión pública.