El tránsito en San Luis es un caos sin resolver. Para circular, estacionar y para vivir. No queremos entender que por ser parte de la sociedad, al momento de comportarnos todos somos responsables de las conductas cotidianas, porque ese es el primer modo de dar respuesta a las necesidades del conjunto.
La interpretación sobre la seguridad vial en las urbes intermedias nos mete en la idea global tratando de separar al individuo del plano real. Y los hechos sociales que lo componen. Pero no hay caso? En ese mundo ideal no se arregla ningún problema. Así terminamos todos estrellados contra la realidad. Esto ha provocado una serie de análisis para reinterpretar el uso del territorio y la eficiencia de los humanos en su tránsito, disposición y carga.
Algunas investigaciones pretenden capturar y explicar la estructura territorial y la articulación del sistema urbano que mueve a una dinámica ciudadana, explicando solo dos o tres ejes. Pero el asunto es más complejo.
La combinación de tecnología y organización social son, en definitiva, una expresión del funcionamiento en los diferentes tipos de espacios de producción, residencia, consumo, circulación, regulación y reproducción.
En el proceso de urbanizar una ciudad no se concibe como un factor de desarrollo sino más bien como un espacio en donde hay que dar un servicio. Hasta aquí se ha entendido la urbanización como el incremento de la proporción de población urbana; recién en los últimos tiempos se escucha hablar de hábitat, considerando «la urbanización» como cambio social y económico inherente a transformaciones técnicas y organizativas.
No todo es un asunto de Estado. Debemos preguntarnos como ciudadanos: ¿Nos comportamos bien en el territorio que nos contiene? ¿Somos eficaces en su uso y en el desplazamiento sobre él? ¿Hemos desarrollado el sentido común para ser eficientes en una ciudad como San Luis, con calles angostas, veredas pequeñas, cuadras un poco más largas y miles de vehículos girando y girando hasta llegar justo, justo frente a donde queremos bajarnos?
Datos y más datos serranos
Para entender nuestro pequeño paraíso debemos saber que las cuadras en San Luis miden más de 100 metros (para redondear). Hay 12 lotes por cuadra, con un promedio de 10 metros de frente. Lo mínimo por cuadra son 8 garajes (de cada uno), y en área urbana central llegan a 12 garajes por cuadra.
Debemos saber que cada parada de micros toma 12 metros, y cada motero 10 metros. Que hay una obra en construcción por cada tres cuadras, cuyo frente está bloqueado, señalado u ocupado, con conos, ladrillos, cajas, camiones o contenedores.
Y para terminar: las calles del centro se achican y las veredas se ensanchan.
¿Cómo no rebalsar?
Y cómo repensar una caravana de taxis que no estacionan sino que solo «aproximan» para levantar o bajar pasajeros, y padres que hacen lo mismo para dejar o retirar a sus niños de las escuelas. Y otros comunes mortales justificando «es un instante, ya me voy», y paran en el garaje, en la rampa, en doble fila, hasta en el cantero o la vereda.
Aires Serranos…
La universidad Técnica de Dresde (capital de Sajonia, Alemania) tiene un departamento de investigación sobre Tráfico Y Ecología. Los investigadores sostienen: «La movilidad es un derecho humano, y no es sinónimo de tráfico. La movilidad afecta a la gente, a cómo van al médico, al restaurante, al ayuntamiento, al cine, a casa de una amiga, a la universidad o al colegio. El eterno debate es cómo hacer para organizar esta movilidad de la mejor forma posible. Es evidente que muchas ciudades de todo el mundo sufren de un colapso de tráfico en sus calles. Los habitantes se encuentran con atascos de camino al trabajo, porque las calzadas no son lo suficientemente grandes como para soportar el tráfico en hora pico. Los que toman autobuses y trenes se ven a menudo obligados a aguantar trayectos muy lentos porque muchas veces los horarios de transbordo no coinciden, o no se cumplen los horarios. La solución más rápida suele ser la bicicleta, pero no todos lo aceptan: ¿A quién le gusta llegar al trabajo sudado o empapado por la lluvia?».
Esperar un colectivo, en nuestra querida ciudad, lamentablemente suele ser una amansadora. Además de estos castigos diarios, los ciudadanos también sufren el ruido y la contaminación, por no hablar de las emisiones de gases de efecto invernadero. Y como por si fuera poco tenemos que soportarnos pensando en que transgredir es ser canchero…
Propongo: En los tiempos que corren hoy, no debería permitirse a alguien que quiere ir a tomar un café al centro de la ciudad que vaya en un coche grande y tenga un aparcamiento garantizado».
Y para concluir, debemos revisar algunos conceptos sobre transporte público: «Siempre queremos que sea más barato y más rápido, pero nos olvidamos de los aspectos sociales con los que podemos hacer el transporte público más atractivo. Así como hoy nos estamos comportando, generamos nuevas formas de comprar o hacer shopping, que incita a las personas a hacer sus compras en los grandes hipermercados de las afueras, en lugar de las tiendas locales. Así los negocios tradicionales o de cercanía acaban cerrando, y finalmente todos se ven obligados a ir en auto a los grandes hipermercados. Estas políticas no dan otra opción».