El gobierno de Colombia y las FARC fracasaron en su intento de llegar a un acuerdo definitivo de paz, contra lo que habían acordado hace seis meses. La organización insurgente aseguró que «la esperanza de paz se acrecienta» pero el gobierno advirtió que «las partes no estarán indefinidamente en La Habana».
El gobierno de Colombia y las FARC fracasaron en su intento de llegar el miércoles a un acuerdo definitivo de paz, contra lo que habían acordado hace seis meses, y tras negociar muchas horas la organización insurgente aseguró que» la esperanza de paz se acrecienta» y comprometió su esfuerzo «para que 2016 sea el año de la paz», mientras la delegación oficial, con visible molestia, advirtió que «las partes no estarán indefinidamente en La Habana».
La fecha límite había sido pactada el 23 de septiembre por el presidente Juan Manuel Santos y el máximo jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodigo Londoño, alias Timochenko, con un apretón de manos que ilustró las portadas de la mayoría de los diarios del continente.
Pero semanas atrás el ministro de Gobierno colombiano, Juan Fernando Cristo, dio la pauta de que los rumores de que los desacuerdos impedirían llegar a tiempo cuando habló de la posibilidad de extender hasta junio la fecha límite y rápidamente la ex senadora Pilar Córdoba, afín a los insurgentes, salió a instalar que el 24 de marzo se anunciaría al menos el cese bilateral del fuego. Ocurrió lo primero pero no lo segundo.
«No vamos a llegar a acuerdos de cualquier manera», señaló al leer el comunicado el jefe de la delegación negociadora gubernamental, Humberto de la Calle, flanqueado por el resto de los delegados.
«Para el gobierno el acuerdo que se logre no puede ser un acuerdo cualquiera. Tiene que ser un gran acuerdo, el mejor acuerdo posible para los colombianos», que «permita poner fin al conflicto en condiciones de seguridad para todos», remarcó.
De la Calle enfatizó, citando al presidente Santos, que ese acuerdo significa romper «de una vez y para siempre el vínculo entre política y armas» y encarar un proceso de desarme que contemple «su destrucción, la clausura de fábricas de armamento no convencional y el abstenerse de nuevas compras de armas y pertrechos».
Ese desarme es para el gobierno una «condición» para la aplicación de los acuerdos de justicia transicional, para la incorporación de los guerrilleros desmovilizados a la vida civil y para «su participación en la vida política».
Insistió el jefe de la delegación en que el acuerdo que se busca debe satisfacer «los derechos de las víctimas, verdad, justicia y reparación», todo bajo «garantías de no repetición».
«Un acuerdo que abra las puertas de la reconciliación» y que «no fomente la venganza y el odio», porque «tenemos suficiente odio en Colombia» y «es el momento de tener grandeza cono Nación».
Sobre el final de la declaración, De la Calle aseguró que van a «agotar todos los esfuerzos posibles para lograr un acuerdo final, pero esto exige decisiones prontas», porque «los colombianos lo desean» y «lo exigen». Advirtió, con todo, remarcando las palabras, que no estarán «indefinidamente en La Habana», donde negocian este acuerdo desde noviembre del 2012. Y aclaró que esta advertencia «no es una táctica negociadora».
Tras el fracaso de esta jornada, la delegación del gobierno regresará a Colombia, según se informó antes de la lectura de la declaración.
Minutos más tarde fue el turno de la declaración de las FARC, que leyó Iván Márquez, flanqueado por el resto de los negociadores de la organización.
En un tono más proactivo y relajado, la declaración de la guerrilla planteó un cronograma de negociaciones que se extendería a lo largo de todo este año.
«Hoy está en discusión en la Mesa de Diálogos una hoja de ruta» que «sintetiza los más importantes puntos de vista del gobierno de las FARC-EP y señala compromisos claros y definitivos para resolver asuntos pendientes, estableciendo momentos concretos para su ocurrencia dentro del término del 2016 para la finalización de la guerra».
Las FARC plantearon su compromiso para «apresurar el cese de la confrontación armada», para lo que buscan el camino para concretar temas cruciales como «la amnistía, el cese bilateral del fuego y de hostilidades, el proceso de dejación de armas y la ejecución de acciones que garanticen, con la máxima participación popular, la seguridad jurídica y la implementación efectiva de todos los compromisos» y hacer del 2016 «el año de la paz».
Destacaron además la disposición a escucharlos que tuvo el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, con quien se reunieron el lunes. «Sus reacciones razonables expresaron el ánimo de contribuir a buscar la paz y la normalización de la vida colombiana», afirmaron, para concluir en que con lo avanzado «nuestro compromiso y esperanza en la paz se acrecientan».