La caída en la imagen de la presidenta chilena preocupa a los votantes de la alianza centroizquierdista que se propuso la modificación más profunda en ese país desde que el dictador Pinochet lo rediseñó a sangre y fuego mediante el golpe de Estado.
Las últimas encuestas marcan que la imagen positiva de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, es la más baja desde que arribó por primera vez al Palacio de La Moneda, el 11 de marzo de 2006. Según un sondeo de la consultora Adimark, su porcentaje de aprobación ronda actualmente el 29 %, mientras que un 66 % de los encuestados rechaza su gestión de gobierno. ¿Cuáles son las razones? Para averiguarlo, Tiempo dialogó con un grupo de conocedores de la política trasandina para analizar los motivos detrás de la merma en la popularidad de la jefa de Estado, que supo cosechar un 80 % de imagen positiva al momento de concluir su primer mandato, hace cinco años.
Según consignó Tiempo Argentino, para la periodista chilena Claudia Ehrlich, el motivo principal detrás de la caída en la popularidad de Bachelet tiene que ver con las causas de corrupción que surgieron en los últimos meses y que salpican a gran parte de la dirigencia política de Chile, aunque en particular a la mandataria, debido a que la justicia investiga un tráfico de influencias por el crédito de 10 millones de dólares que el Banco de Chile le dio el 16 de diciembre de 2013 (un día después de que Bachelet se impusiera en el balotaje) a la empresa Caval Limitada, de la cual la nuera de la presidenta, Natalia Compagnon, es dueña del 50 %. Ese dinero fue utilizado para comprar terrenos en la comuna de Macalí, que luego fueron vendidos, dejándole a la firma una ganancia de alrededor de 4 millones de dólares.
«La caída en la imagen de Bachelet está directamente vinculada con los casos de corrupción que se conocieron en los últimos meses, y que afectan tanto a oficialismo como a algunos sectores de la oposición», aseguró Ehrlich. «En Chile existía una creencia popular de que su dirigencia política no era tan corrupta como en otros lugares, teniendo en cuenta que los mandatarios chilenos siempre dieron una imagen de austeridad y que hasta ahora no se conocen grandes casos de enriquecimiento ilícito, salvo en el caso de Augusto Pinochet, de quien se supo tenía cuentas secretas en el extranjero», agregó la cronista del canal Mega, quien además consideró que hubo «una mala estrategia comunicacional» de parte de la presidenta quien «tardó mucho» en dar explicaciones sobre el tema Caval y cuando lo hizo aseguró que no conocía nada de la operación, de la cual participó también participó su hijo, Sebastián Dávalos. «Esta situación fue difícil de creer para muchos chilenos», concluyó la periodista trasandina.
Por su parte, el politólogo y consultor chileno, Nicolás Rojas Scherer, consideró que en Chile se libra una campaña muy fuerte de desprestigio contra la presidenta de parte de los sectores de derecha. «La forma en que se ha sacado a la luz la información pública ha sido una campaña de la derecha para buscar igualar estos supuestos actos de corrupción con los que salpican a la Unión Demócrata Independiente (UDI)», espacio conservador que fue vinculado con una causa que investiga donaciones irregulares del grupo empresarial Penta a las campañas electorales de algunos de sus candidatos. «Los medios chilenos incluso hablaron de la `teoría del empate´, la cual le ha salido de maravilla a la UDI, porque se dejó de hablar del caso Penta y se reemplazó por la causa Caval», agregó Rojas Scherer.
A los casos Penta y Caval, se le suma el de la empresa minera Soquimich, cuyo principal accionista es Julio Ponce Lerou, ex yerno de Pinochet, quien admitió haber financiado ilegalmente con una millonaria suma de dinero a cientos de dirigentes de todo el arco político chileno, entre los cuales figuraría un primo de la mandataria, quien por otro lado -para demostrar su voluntad de transparentar la política de su país- realizó un gran recambio en su gabinete de ministros y creó un Consejo Asesor Presidencial contra los conflictos de intereses, tráfico de influencias y corrupción.
Para el politólogo de la Universidad Nacional de Lanús, Diego Raus, el trasfondo de la caída en la imagen de la presidenta socialista tiene que ver con «una fuerte ofensiva de los grupos económicos, representados mayormente en la prensa, en función de las importantes reformas estructurales que propuso Bachelet», que son la eliminación del sistema binominal, por el cual el gobierno de Pinochet favoreció a la derecha política chilena, que mediante este artilugio legal, con un tercio de la votación controlaba la mitad del congreso; la reforma educativa, que permitirá al 70 % de los estudiantes más humildes de Chile acceder a educación universitaria gratuita a partir del próximo año; la reforma tributaria, que pretende recaudar tres puntos del PBI para financiar mayoritariamente la reforma educativa; y la reforma de la Constitución, con el fin de eliminar cualquier vestigio de la dictadura y como parte de un duro plan de medidas anticorrupción.
«En países tan neoliberales como Chile, que se sustentan en gran parte con inversiones extranjeras, se requiere cierta calidad de reglas institucionales, y por eso considero que lo de la familia de Bachelet, si bien no es grave en sí mismo, sirve para poner en tela de juicio la transparencia institucional chilena y así perjudicar al gobierno», aseguró Raus.
La licenciada en relaciones internacionales Mariana Reyes aseguró a su turno que «por primera vez, las revelaciones de corrupción en Chile han influido en las relaciones internacionales del país, ya que, por ejemplo, la presidenta debió abordar este tema durante su visita en Europa al primer ministro italiano, Matteo Renzi, y al Papa Francisco. De esta forma se marcó una diferencia respecto de anteriores visitas al extranjero, donde siempre se destacaron los bajos índices de corrupción que registraba el país en relación al resto de la región».
A las denuncias de corrupción que salpican a toda la dirigencia política chilena, y que amenazan con generar una crisis de representatividad, hay que sumarle los desastres naturales que sufrió Chile en estos últimos meses (inundaciones, terremotos, incendios y la erupción del volcán Calbuco) y la conflictividad interna, donde cada vez son más grandes las movilizaciones de estudiantes y docentes disconformes con la reforma educativa. En ese contexto, Bachelet tiene el desafío de recobrar la confianza de la ciudadanía chilena en su gestión y de avanzar en pos de achicar la fuerte desigualdad que existe en el país trasandino.
Textuales
«En Chile existía una creencia popular de que su dirigencia política no era tan corrupta como en otros lugares (…) salvo Pinochet», Claudia Ehrlich.
«Hay una fuerte ofensiva de los grupos económicos en función de las importantes reformas que propuso Bachelet», Diego Rus.