El intento de La Libertad Avanza (LLA) por consolidarse en San Luis como una alternativa política se ha convertido en un verdadero desastre, dejando al descubierto no solo la ineptitud de sus referentes locales, Bartolomé Abdala y Carlos D’Alessandro, sino también las viejas prácticas de la casta política que tanto critican. Lo que prometía ser un impulso libertario en la provincia, donde Javier Milei obtuvo más del 60% de los votos en las últimas elecciones, se ha transformado en una farsa que ha generado un profundo enojo en la cúpula nacional, especialmente en Karina Milei, quien no oculta su descontento ante el incumplimiento de lo prometido.

El escándalo estalló cuando la Justicia Electoral Federal rechazó más del 70% de las casi 900 adhesiones presentadas por LLA para formalizar el partido en San Luis. Entre los motivos de las impugnaciones, se encuentran firmas que no coinciden con los registros electorales, domicilios erróneos y, en el caso más bochornoso, la inclusión de una persona fallecida hace más de un año. Este último detalle no solo evidencia la desorganización y la falta de seriedad de los dirigentes locales, sino que también podría derivar en una causa judicial por fraude.

La situación ha dejado en ridículo a Abdala y D’Alessandro, dos figuras que pugnan por ser los candidatos a gobernador por LLA, pero que han demostrado una incapacidad flagrante para cumplir con los requisitos más básicos. Abdala, un político de larga trayectoria que ha saltado de espacio en espacio sin un rumbo ideológico claro, ahora intenta venderse como un libertario puro, pero su historial lo delata. Por su parte, D’Alessandro, conocido por sus escraches a profesores universitarios y su estilo confrontativo, parece más interesado en protagonizar polémicas que en construir una base política sólida.

El enojo en la Casa Rosada es palpable. Fuentes cercanas a Karina Milei aseguran que «la Jefa» está furiosa por el incumplimiento de lo prometido. «Lejos de sumar, restan», habría espetado, refiriéndose a la dupla Abdala-D’Alessandro, quienes, en su afán por «primerear» y quedarse con el sello de LLA, terminaron por exponer la falta de seriedad y profesionalismo que caracteriza a la vieja política. Y es que, aunque se autoproclamen libertarios, ambos tienen un pie en el peronismo tradicional, heredero del feudo de Alberto Rodríguez Saá, lo que explica su recurso a prácticas tan poco transparentes como intentar afiliar a un muerto.

La interna dentro de LLA en San Luis no hace más que agravar la situación. Mientras Abdala y D’Alessandro se disputan el liderazgo, otros actores como la senadora Ivanna Arrascaeta y su pareja, el empresario Rodolfo Negri, observan desde las sombras, esperando el momento oportuno para entrar en escena. Arrascaeta, quien tiene su base en Villa Mercedes, parece estar jugando sus cartas con más astucia, pero incluso sus intentos por afiliar adherentes en eventos masivos, como la Fiesta de la Calle Angosta, podrían correr la misma suerte de nulidad que las adhesiones presentadas por sus rivales.

El fracaso de LLA en San Luis no solo es un golpe para el partido, sino también una muestra más de cómo la vieja política, con sus mañas y su falta de ética, sigue contaminando a quienes pretenden ser una alternativa. Abdala y D’Alessandro, lejos de representar el cambio que promueve Milei, han demostrado ser parte del problema. Y mientras tanto, la ciudadanía, que depositó su esperanza en un proyecto renovador, se queda con la sensación de que, una vez más, la política es un juego de intereses donde la palabra empeñada vale menos que el papel en el que se escribe.

En definitiva, lo que ocurre en San Luis no es solo un fracaso organizativo, sino un recordatorio de que, sin transparencia y compromiso real con la gente, ningún discurso libertario podrá ocultar las viejas prácticas de la casta política. Y Karina Milei, desde la Rosada, lo sabe mejor que nadie.

A continuación algunas de las fichas rechazadas: