Las insólitas explicaciones que hizo trascender el Presidente sobre el reemplazo de Nicolás Posse en la Jefatura de Gabinete. La distancia con las que esgrimió su sucesor y el terremoto en que parece estar asentado el Gobierno
Cuando quiere instalar una versión sin tener que asumirla personalmente, Javier Milei se la comunica a sus periodistas preferidos, con los que mantiene un intercambio permanente. Apenas se confirmó el despido de Nicolás Posse, los teléfonos de los elegidos empezaron a vibrar con las explicaciones, más oficiosas que oficiales, que no fueron solo una.
- “Antelo y Sívori, hombres de Posse, manejan el espionaje sobre los integrantes del gabinete, la hermana Karina incluida.” En el apuro, no se aclaraba, pero Antelo es el brigadier Jorge Antelo, un militar retirado que Silvestre Sívori, hasta hace unas horas cabeza de la AFI, colocó al frente de la Secretaría de Estrategia Nacional de ese organismo.
- “Lo echaron porque hizo una alianza con Victoria Villarruel para poner micrófonos en los despachos de Milei.” Esta versión se complementa con la “información” de que la vice está sosteniendo reuniones con empresarios y políticos para armar un gabinete “en las sombras” y con la difusión de que “En la intimidad Milei le puso un apodo a Villarruel, ‘Bicho cruel’, que repite con sonrisas ante sus íntimos. Karina y él están enojados con ella porque no toma ninguna decisión que pueda afectarla, para mantener alta su imagen sin pagar ningún costo político”.
- “Posse hace mucho que está en la mira. La que dio la voz de alarma fue Sandra Pettovello porque un viernes Posse la despidió con un afectuoso ‘Que la pases bien en Punta del Este’, adonde ella estaba a punto de ir pero sin decirle a nadie de su intención. Por la frase descubrió que la estaban espiando.” El episodio ya había trascendido, pero en el contexto del despido de Posse adquirió nuevo interés y le da verosimilitud a los anteriores.
Lo más sorprendente de estas versiones difundidas desde Olivos, se correspondan con lo realmente sucdedido o no, es que no se tome ningún recaudo para disimular su origen y, sobre todo, que no provoquen una debacle en el elenco gubernamental. Basta con imaginar qué hubiera sucedido si Alberto Fernández hubiese hecho trascender que echaba a Santiago Cafiero porque le había puesto micrófonos en su despacho.
La palabra oficial
Las explicaciones desde el Gobierno resultaron un poco más sutiles, en primer lugar la forma en que se asentó la novedad en el Boletín Oficial.
La diferencia es solo una palabra, pero a veces una palabra hace verdaderamente la diferencia. En este caso es “valiosos”. En la edición de este martes aparecen las aceptaciones de las renuncias de Guillermo Francos al Ministerio del Interior, de Posse a la Jefatura de Gabinete y de Sívori a la Agencia Federal de Inteligencia. En el primer caso, se le agradecen los “valiosos servicios prestados”. En los otros dos, desaparece el adjetivo.
Cuando le llegó el turno de responder sobre el tema a Francos, ya como nuevo jefe de ministros, optó por una diplomacia que parece ajena a este Gobierno.
“Se había generado un embudo en la gestión, la jefatura debería ser más de coordinación que de concentrar competencias. Milei cree que hay que coordinar la gestión con la política”, aseguró sin darle mucho lugar a las conspiraciones. En otras palabras, se trataría de agilizar el funcionamiento del Gobierno, trabado hasta ahora por la concentración de decisiones en Posse.
Cuando le preguntaron sobre cuándo echarían a todos los funcionarios que colocó el ex amigo del Presidente, también recurrió a tirarla afuera: “No me gusta la palabra echar.” Y cuando más específicamente tuvo que responder sobre las acusaciones de espionaje interno la mandó a la tribuna: “No me guío por versiones”.