Siete de cada 10 varones y ocho de cada 10 mujeres de entre 15 y 25 años en Argentina avalan el aborto en casos de embarazos no deseados. Apenas una de cada 10 mujeres y 2 de cada 10 varones en esa franja etaria piensan que las desigualdades de género en la sociedad son pequeñas. Sobre las políticas públicas dirigidas a enfrentar las violencias por razones de género, 8 de cada 10 varones y 7 de cada 10 mujeres están de acuerdo con estrategias que apuntan a la educación y la prevención. Los datos surgen del informe “Rompiendo Moldes”, un relevamiento federal realizado durante 2019 por LATFEM y Oxfam Argentina, sobre imaginarios y normas sociales, que abarcó a un millar de jóvenes y adolescentes. 

“En términos generales, hay imágenes auspiciosas. Más del 90 por ciento de lxs encuestadxs considera que tanto las formas de pensar como las costumbres en relación a los géneros cambiaron mucho, que las mujeres ganaron libertades y derechos. La misma proporción refiere una total aceptación de las identidades trans”, señala la socióloga Eleonor Faur, al analizar los datos. Pero también advierte que de los resultados de la investigación “se adivinan profundas brechas entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se actúa”.

En ese sentido, Faur señala, por ejemplo, que más del 90 por ciento de los y las jóvenes indica que está mal pegarle a la pareja, pero el 15 por ciento de los entrevistados dijo que alguno de sus amigos golpeó a su pareja. También surge que “las violencias sexuales se instalan como manifestaciones de un imaginario que normaliza lo que denominamos como la ´división sexual del deseo´: el 80 por ciento de quienes respondieron la encuesta considera que los varones tienen mayor deseo sexual que las mujeres, la mayoría cree que es más aceptable que un varón tenga múltiples parejas sexuales a que sea una chica quien las tenga y casi la mitad señala que los varones suelen enojarse con sus parejas cuando ellas no quieren tener relaciones”, advierte Faur. 

Por otro lado, observa que “la maternalización” de las mujeres se instala como la contracara de la división sexual del deseo: casi el 60 por ciento de lxs jóvenes considera que todas las mujeres deberían ser madres. “La “presión social” que pesa sobre las mujeres se percibe, en las palabras de las mismas jóvenes, en el mandato de tener pareja e hijos cuando se acercan a los treinta años. Ningún varón mencionó algo similar”, alerta Faur, profesora asociada del Idaes de la Universidad Nacional de San Martín e investigadora del Instituto de Desarrollo Económico y Social, convocada por LATFEM y Oxfam Argentina para analizar los resultados.

La investigación se basa en 1127 encuestas a adolescentes y jóvenes de entre 15 y 25 años, con el foco puesto en la provincia de Tucumán, las ciudades de Neuquén y Cipolletti, el Gran Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Las encuestas fueron realizadas por un equipo conformado por Mariana Paterlini y Santiago Nabaes. Además, se hicieron 14 grupos focales con adolescentes y jóvenes y 25 entrevistas en profundidad a especialistas, profesionales en el tema y periodistas.

En la encuesta, un 15 por ciento de los varones y un 12 por ciento de las mujeres dijo que la mayoría de sus amigos y amigas no están de acuerdo con que quienes nacieron como varones se vistan y actúen de forma femenina, mientras que un 58 por ciento de varones y un 55 por ciento de mujeres considera que al menos algunos de sus amigos y amigas piensan de esta forma. En general, las creencias y conductas que atribuyen a su entorno resultan más “negativas” que las expresadas como propias

En cuanto a la visibilidad de las lesbianas, aún existe un 12 por ciento de varones y un 8,5 por ciento de mujeres que no acuerdan con la misma. “La censura de las prácticas lesbianas se acrecienta si tenemos en cuenta que el 51 por ciento de los varones y el 46 por ciento de las mujeres respondieron que algunos/as o la mayoría de sus amigos y amigas está de acuerdo con que las lesbianas no deberían mostrar su orientación sexual en la calle”, señaló a Página/12 Paterlini, una de las autoras del informe.

–¿Qué aspecto le llamó la atención de los resultados del estudio? –le preguntó Página/12.

–Resulta notorio y alarmante que sean en general los varones quienes presentan mayores creencias y comportamientos que niegan o quitan importancia tanto a las diferentes expresiones de la desigualdad de género, como al reconocimiento de las violencias contra las mujeres. Se trata de una subestimación e invisibilización que contribuyen a su naturalización y repetición. A su vez, son quienes en mayor medida continúan rechazando las expresiones de diversidad sexual y de género. Por otro lado, en cuanto a las transformaciones recientes, es destacable que sean los varones quienes perciben mayores cambios en cuanto a las costumbres, las formas de pensar y el avance en el respeto de los derechos de las mujeres. Al respecto, es posible interpretar que esas percepciones se deben al retroceso que experimentan sus posiciones de privilegio o a su falta de sensibilidad para reconocer la pervivencia de altos márgenes de desigualdad. Ya sea porque los varones son menos sensibles o porque no se encuentran lo suficientemente informados sobre estas situaciones, en el trabajo con las masculinidades existe una clara oportunidad para la acción.

El relevamiento es una fotografía. No es posible saber si los resultados muestran cambios en los imaginarios en los años recientes, como consecuencia del surgimiento del movimiento Ni Una Menos, el reflorecimiento de los feminismos de los últimos años y el debate del aborto legal en el Congreso en 2018. No es posible sacar esas conclusiones en base a las respuestas porque no hay datos anteriores para comparar. Sí se puede comparar el panorama local con respecto a la región.

En 2018, se hizo una investigación similar en ocho países Bolivia, Colombia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y República Dominicana. En ese informe regional se encontró, por ejemplo, que el 63 por ciento de los varones y el 72 por ciento de las mujeres, afirma que la violencia contra las mujeres es un problema grave y que las autoridades deberían hacer algo. En el estudio en Argentina, el 79 por ciento de los varones y el 89 por ciento de las mujeres tienen esa misma opinión. Aunque no surgen amplias diferencias, las respuestas en Argentina son levemente más contundentes en ese tema como en otros. Por ejemplo, en relación al control de los celulares y las redes sociales. En el informe regional el 80 por ciento de jóvenes de 15 a 25 años afirman que sus amigos varones revisan el celular de sus parejas y el 62 por ciento de 15 a 19 años, que ellos controlan las redes sociales de ellas. En la Argentina, los porcentajes son algo menores: 70,6 por ciento y 55,3 por ciento, respectivamente, pero igualmente, preocupantes.

La idea de que el varón tiene que ser el proveedor familiar y la mujer se encargue de la crianza de los hijos todavía persiste tanto en varones como en mujeres, aunque se trata de creencias minoritarias: un 33,9 por ciento de las mujeres y un 18,6 por ciento de los varones encuestado en Argentina creen que, en una pareja heterosexual, es problemático que la mujer gane más dinero que el varón, y entre adolescentes de 15 a 19 años, un 28,1 por ciento de ellos y un 14,7 por ciento de ellas están de acuerdo o muy de acuerdo con la afirmación “cuando se puede, es mejor que los varones sean el sustento económico y que las mujeres cuiden de la familia”.

“Las representaciones de lxs jóvenes de la Argentina son, en términos generales, bastante más igualitarias que las de juventudes que viven en donde se realizó el relevamiento anterior. Esto no sorprende si consideramos que Argentina es el epicentro de la proliferación de los feminismos en la región, cuyo estallido exponencial se puede delimitar en la primera movilización de Ni Una Menos, y su fortalecimiento y juvenilización, durante el debate parlamentario por la interrupción voluntaria del embarazo”, advierte Faur. El informe, incluye, una serie de recomendaciones al Estado argentino para trabajar en la transformación de las creencias “antiderechos” presentes en los imaginarios sociales de jóvenes y adolescentes.