«No estamos al borde del abismo, caímos al abismo. Y no tenemos con qué defendernos ya». Con esa frase desgarradora, que no debería sorprender después de las reiteradas alarmas que médicos y médicas de Jujuy encendieron en el último mes, el secretario adjunto de la Asociación de Médicos de la República Argentina (AMRA) Sergio Barrera Ruiz describió la situación actual que se vive en la provincia.
Es que a la debilidad estructural del sistema de salud provincial se le sumó, según denunciaron hace unas semanas más de 200 organizaciones, el mal manejo de la pandemia de parte del gobernador Gerardo Morales. Con ese combo explosivo llegó a Jujuy una de las escenas más temidas por los y las profesionales de la salud: como ya no quedan respiradores, deben elegir a qué paciente salvarle la vida.
«Tal como explicó el intensivista Miguel Salva, de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), llegamos al punto de tener que empezar a aplicar los protocolos de bioética para decidir qué pacientes tienen más chances de sobrevivir, y darles un respirador, y quiénes tienen menos chances y no van a poder recibir respirador», explicó a Página/12 Barrera Ruiz, quien está cursando el noveno día con coronavirus.
Según relató el especialista, la provincia de Jujuy cuenta con apenas 100 respiradores, que en la actualidad se encuentran todos ocupados. «La única cama libre con respirador que hay es cuando un paciente muere. Hay que pensar que estamos hablando de una provincia donde en muchas localidades no hay servicio de Terapia Intensiva», denunció.
Además, «tampoco hay suficientes médicos terapistas para atender esos respiradores. Por lo menos se necesita un terapista cada 6 respiradores, con lo cual para 100 respiradores estás necesitando más o menos 15 intensivistas por día», indicó.
Jujuy tiene un total de 54 médicos y médicas especialistas en Terapia Intensiva, 40 de los cuales trabajan en el sistema público. «Como son tan pocos, los intensivistas tendrían que hacer dos guardias a la semana para poder contener y ver claramente y eficazmente a esos pacientes», explicó el médico de la AMRA.
«Un miembro de la SATI decía ayer con mucho criterio que ese índice de letalidad que ha aumentado en el país de 1,8 % a 2,2 % se debe fundamentalmente al agotamiento físico que están teniendo los intensivistas», expresó sobre la sobrecarga de trabajo que vive el sector.
La escasez de personal, sin embargo, no es un problema exclusivo de Terapia Intensiva. Según aseguró a este diario el secretario adjunto de AMRA en Jujuy, la provincia cuenta con «1.300 médicos en el sistema público, de los cuales apenas 900 están trabajando en la actualidad. El resto está contagiado o fallecido. Tenemos médicos en respiradores, médicos en terapia intermedia y médicos en aislamiento preventivo por ser contactos estrechos», lamentó.
Sergio Barrera Ruiz trabaja actualmente en el Hospital Wenceslao Gallardo, de Palpalá. «Con la pandemia tuvimos que adaptarnos. Se sacó la guardia de salud mental, pediatría y maternidad se amontonaron en el segundo piso y se dejó toda la planta baja para la covid-19. Si bien aumentamos la capacidad de camas porque la provincia está colapsada, son unidades que solo tienen oxígeno, o sea que en el mejor de los casos llegan a ser una terapia intermedia», detalló.
Cuando un paciente comienza a descompensarse, denunció, «empieza el peregrinaje, que puede llevar con suerte 4 horas. Y a veces la ambulancia nunca llega porque no encuentra un hospital que tenga algún respirador libre para tu paciente«, lamentó.
La situación es crítica en toda la provincia, con un total acumulado de 8.860 casos y 254 muertes. Las localidades más afectadas son Libertador General San Martín, San Pedro y Perico, «donde hay un colapso total. Están derivando pacientes a Capital pero el problema es que no hay más camas en ningún lado», afirmó Barrera Ruíz.
El colapso en la provincia que pasó más de 100 días sin coronavirus
Para Barrera Ruiz, parte del problema que se vive en Jujuy tiene que ver con que «la provincia se relajó». «Tuvimos más de 100 días sin casos y en vez de aprovisionarnos de respiradores y de bocas de oxígeno (no solo tubos de oxígeno sino lo que nosotros llamamos chanchas, que son dispositivos que pueden almacenar 5.000 litros de oxígeno), hubo un relajamiento», comentó.
«Tuvieron tiempo también para crear infraestructura y poner bocas de oxígeno en todas las camas. Porque, ¿de qué vale una cama sin oxígeno, en los casos de terapia intermedia? Creo que ahí estuvo la falla, en relajarnos, en confiarnos, en decir que esto nunca iba a llegar», insistió.
Por otro lado, consideró que «hay que recordar que el gobernador iba con el Ejército, la policía, los publicistas y los fotógrafos por todos lados para demostrar que estaba donando bolsones de mercadería cuando él estaba enfermo con coronavirus y pudo haber contagiado».
«Hoy, que ya está curado de nuevo, sigue con la misma política. Habría que decirle al gobernador que las elecciones son el año que viene, que por ahora tiene que preocuparse por la salud del pueblo«, sentenció el especialista, quien aprovechó para repudiar el decreto de Gerardo Morales «mediante el cual apretaba a los médicos con que si no iban a cumplir funciones a donde específicamente se los designe iban a ser apercibidos con una multa que iba de 40 mil pesos hasta 1 millón de pesos más las accesorias que incluían arresto», en total incumplimiento del «estado de derecho». Tras el repudio de distintas organizaciones médicas, el gobernador radical derogó el decreto, solo 72 horas después de firmarlo.
Con ese mismo espíritu, denunció Barrera Ruíz, la directora del hospital San Roque, la doctora Ana Alcoba, «ha sacado un comunicado en el que dice que todo médico que se haya contagiado coronavirus atendiendo pacientes con covid lo hizo o porque es negligente o porque es irresponsable en su trabajo, con lo cual le corresponden todas las sanciones administrativas que le competen por ser irresponsable».
«¿Qué pasaría si te morís y dicen que es tu responsabilidad? Podés perder el seguro de vida que venís pagando hace más de 30 años, por ejemplo. Yo creo que este apriete es el golpe de gracia para que un equipo de salud baje los brazos«, concluyó desesperanzado el especialista.