El diputado nacional Carlos D’Alessandro, quien se había autoproclamado como representante del presidente Javier Milei en San Luis, sufrió una contundente derrota en las elecciones provinciales del pasado 11 de mayo, al no alcanzar siquiera el 7% de los votos. La pobre performance lo dejó muy lejos de cualquier posición de influencia y expuso la falta de estructura, estrategia y legitimidad de su candidatura.
Pese a haber utilizado durante meses la imagen y el discurso libertario para posicionarse, Milei no respaldó públicamente a ningún candidato en San Luis, como sí lo hizo en otras provincias. De hecho, desde la presidencia se comunicó que no hay representación oficial de La Libertad Avanza en el distrito, lo que terminó de deslegitimar la postulación de D’Alessandro, quien sólo buscaba mantener su exposición mediática sin contar con apoyo real del Gobierno nacional.
Además, su candidatura fue criticada por sectores internos y externos del espacio libertario, que lo señalaron como testimonial y funcional a intereses personales, ya que uno de los principales objetivos era garantizar el ingreso de su hijo como diputado provincial.
La magra cosecha electoral lo deja sin fuerza territorial y lo ubica como uno de los grandes derrotados de la elección. A nivel provincial, el espacio que lideró —en soledad— quedó por detrás de las principales fuerzas, sin capacidad de incidir en el nuevo mapa político.
Lejos de consolidar una alternativa, D’Alessandro protagonizó un papelón electoral que evidencia el uso oportunista de una marca política sin sustento real, dejando a la provincia sin una expresión clara del liberalismo moderno en el plano institucional.