Sin calidad ciudadana en las provincias –aducía Domingo Faustino Sarmiento- el país y el sistema federal no dispondría de reservas de libertad con las que resistir a un gobierno nacional que concentre tal poder como para incumplir la Constitución y la ley.
Inevitablemente -como ya lo había postulado Alexis de Tocqueville- la centralización se impondría sobre esa muchedumbre aislada y empobrecida que, por otra parte, las oligarquías locales no representaban. Se imponía reaccionar y, concretar lo que Sarmiento denominaba «El vendaval del cambio» para sacar del feudalismo y la postración a las provincias. Los años del Kirchnerismo en el poder, primero en Santa Cruz y luego en el país, terminaron con el valor en la política.
Normalizaron la corrupción, desmontaron la fe, despojaron de esperanza a la gente y de ilusiones, especialmente a los jóvenes, es el catálogo perfecto para que nuestra amada argentina se encamine y reduzca a concentraciones y conglomerados humanos degradados, sin valores y presas fáciles de la manipulación.
Sobre esos escombros, Cristina quiere perpetuarse en el poder y gobernar en una dictadura con apariencia democrática o con certificado de falsa higiene democrática. Un pueblo en ruinas y una oligarquía gobernante de pocos, poderosos e impunes como en Santa Cruz.
Se trata de las tendencias de las recientes autocracias, el castillismo, el bolsonarismo, y el cristinismo que quieren suprimir a la Corte y el parlamento. Un golpe blando a la justicia bajo la excusa de un juicio político por el fallo de la coparticipación que lo fundan en la añeja y por suerte saldada disputa entre unitarios y federales.
Es la intolerancia de los que se creen dueños de la verdad y sueñan con el pensamiento único, una justicia servil y domesticada y una oposición silenciada. Eso es Santa Cruz, preexistente al chavismo venezolano y a todas las concepciones autocráticas del poder que se esparcen por Latam.
Por eso, no influye auto percibirse de izquierda o derecha. Aquí la ideología, es la ideología del poder. Se es respetuoso de la república o como Cristina y Alicia en Santa Cruz, decís «el estado soy yo». Por eso en mi primer libro «El pingüino emperador», de 2008, planteaba que el peor error que se cometió con los Kirchner es haberlos tratados como políticos.
«Es autocracia o democracia.» Es gobierno de las personas o de las instituciones. Es «neopresidencialismo populista o República democrática». Una peligrosa tendencia asola a Latinoamérica buscando bajar la calidad democrática en la región, paradójicamente en nuestro país al cumplirse los 40 años de democracia.
Estas tendencias, concuerdan con los sectores intolerantes y antidemocráticos del oficialismo, que ya están haciendo oír sus voces contra la justicia, la república y la alternancia q se avecina. Ya lo anticipé, van a delinquir para seguir en el poder. Este es el año de la alternancia, sea quien sea elegido Presidente.
Pero, esa alternancia no está garantizada, ni lloverá, ni mucho menos, es algo que nos será dado a los argentinos en concordia y paz. El fin oprobioso del kirchnerismo es un hecho, con su líder y conductora condenada por corrupción.
Pero, también es un hecho, que no van a dudar en tirar del mantel de la democracia y bombardearla como en Brasil y, como antes en Bolivia, Perú, Ecuador. El kirchnerismo, no tiene nada que perder, están jugados y han venido mostrando en estos años sus intenciones ya sin máscaras, caídas las imposturas y falsificaciones.
Las tendencias antidemocráticas brotan por los poros de los fanáticos de La Cámpora, y el Presidente Alberto Fernández del amague y recule con su siga, siga, no va a poder conducir una transición ordenada del poder. Por eso, hoy están dinamitando al Poder Judicial, único dique de contención frente a la barbarie de la demolición institucional que procura el Gobierno liderado por la vicepresidente.
Es increíble, pero a 40 años de la restauración de la democracia estamos hablando y defendiendo los pilares básicos que fueron la base con la cual Raúl Alfonsín llego a la Presidencia: el cabal e irrestricto respeto de la división de poderes. Dije que el kirchnerismo al volver al poder en 2019 iba a poner en riesgo la democracia. Son lo que han sido.
Cristina Kirchner con todas sus amenazas y bravuconadas contra la Justicia e imputaciones desopilantes a la oposición, está preparando el caldo de cultivo ideal para que sus fanáticos no permitan la alternancia y la entrega del poder. No de los atributos del poder, sino el poder.
La operación de inteligencia parapolicial del oficialismo denominada «Lago Escondido» buscaba en una sola jugada menoscabar al poder judicial y hundir a la oposición, pretendiendo en un solo golpe deslegitimizar la institución de la justicia e imputar una supuesta «connivencia» de la oposición en supuestos negocios que nunca aclararon en que consistían.
Luego llega la operación «juicio político» para restar toda credibilidad a la Corte frente a la confirmación de la condena a Cristina Kirchner. Ahora llega con la rebelión de un grupo violento minoritario en Brasil, la intención de comparar al Presidente Mauricio Macri con la vocación antidemocrática de los seguidores de Bolsonaro.
Todas esas acciones perfectamente coordinadas por Cristina Kirchner y Carlos Zannini, ya son con miras a dinamitar los puentes en una transición ordenada del poder frente a la alternancia que se avecina. Involucran a los gobernadores feudales del PJ en ese plan de encubrimiento y complicidad, pero hasta ahora no tuvieron éxito con la CGT, que, como buenos peronistas ortodoxos, los acompañan hasta la puerta del cementerio, pero no ingresan.
Están desesperados por vincular a Macri a algo malo. Porque saben que contra el pierden y no hay pacto de impunidad. Antes de ayer lo hizo Santiago Cafiero y ayer Gabriela Cerruti.
Lago Escondido es una operación hoy fracasada que les demandó muchos recursos y desgaste al kirchnerismo. Expuso su logística de inteligencia nunca desmontada, como los servicios del represor Milani, que siguen activos, amén del uso de todos los resortes y recursos del Estado, en operaciones clandestinas e ilegales. Y no obtuvieron el resultado esperado. La sociedad como la Scaloneta les dio la espalda por truchos.
Sergio Massa, es el gran ausente, pero, así como los jueces hablan por sus sentencias, los ministros de economía hablan por sus resultados económicos y hoy el país está en default selectivo, con una inflación galopante y una disparada del dólar e inflación que solo genera mayor empobrecimiento a los argentinos.
Como sacando ventaja del caos y desgobierno del cual es protagonista central, el Ministro continua con sus negociados históricos que denunciamos oportunamente en el Congreso, con Edenor, Edesur, Edemsa, y las eléctricas de sus socios y patrocinadores políticos.
No salimos con planes y conchabos sino con trabajo, ahorro, inversión y desarrollo. Y con transparencia. No salimos con pactos espurios sino con justicia y oportunidades. Para que haya equidad en el país hay que desterrar la corrupción, los esquemas mafiosos y los métodos autoritarios. Los argentinos este año tenemos que dormir con un ojo abierto, como los halcones, teros, gaviotas y otras aves migratorias.
Los desestabilizadores, golpistas y antidemocráticos están en el poder y van a hacer cualquier cosa para no entregarlo. Resistencia ciudadana e institucional, control electoral estricto y fiscalización con supervisión, veedores y observadores internacionales y consistencia para resistir la agenda del tacticismo delictivo de Zannini, Cristina y La Cámpora. Escrito por Álvaro de Lamadrid