Con raíces en la comunicación, la justicia social y una historia familiar marcada por la lucha, Roberto Iván Quiroga –más conocido como Nani– se proyecta como una figura comprometida con el desarrollo del departamento Belgrano.
Con 45 años y una trayectoria que entrelaza la comunicación, la mediación y la educación, Quiroga propone una transformación profunda en el modo de concebir la política local. Su historia personal está atravesada por un fuerte sentido de justicia: es nieto de un desaparecido durante la última dictadura cívico-militar, quien fuera secretario general del gremio de los metalúrgicos. Esa marca de origen lo impulsó, desde joven, a buscar la verdad y a comprometerse con las causas justas.
«Mi interés por la política nace conmigo», afirma. A los 12 años ya recorría los pasillos de una radio, limpiando discos y organizando la sala, lo que despertó su vocación por la comunicación. Su recorrido profesional incluye pasos por Radio Popular, Radio 10, y actualmente está a cargo del área radial “Mixturas” en la Escuela Normal Mixta de la UNSL. Además, fue vicedirector de Radio Universidad.
Quiroga también se formó como Juez de Paz y Experto en Mediación, y actualmente estudia la carrera de Abogacía en la Universidad Católica de Cuyo.
Compromiso con Belgrano
El vínculo de Quiroga con el departamento Belgrano nace desde lo familiar, a través de su entorno ligado a la producción agropecuaria. A partir de ese contacto directo, reconoce las principales problemáticas de la región: la escasez de agua y la falta de oportunidades laborales.
Pero su visión va más allá del diagnóstico. Plantea preguntas que, según él, deberían guiar el rumbo del departamento:
“¿Qué pasaría si promoviéramos el turismo productivo? ¿Si fuéramos modelo en la conservación del agua? ¿Si unimos el saber científico con nuestro entorno natural?”
Quiroga propone un cambio de paradigma: reactivar a Belgrano con proyectos innovadores, desde una perspectiva sustentable y humana. “Así como cambian las estaciones, debe cambiar nuestra forma de pensar”, reflexiona. Y concluye: “No podemos olvidar que los vecinos son el verdadero motor del cambio, siempre de la mano de Dios, fuente creadora de todo.”