Victoria Villarruel, la candidata a vicepresidenta de Javier Milei, fue una participante activa en las marchas que organizaba Cecilia Pando para reclamar la libertad de los genocidas detenidos. Pese a que la diputada nacional no muestra públicamente su adhesión a la dictadura y dice que únicamente visitó a represores porque estaba realizando una investigación para sus libros, Página/12 reunió fotografías que la muestran manifestándose afuera de los tribunales de Comodoro Py a favor de quienes denominan “presos políticos” –es decir, de quienes secuestraron, torturaron, violaron, asesinaron, desaparecieron y hasta se apropiaron de los hijos o hijas de sus víctimas.
Pando hizo su aparición en la escena nacional en 2005 a través de una carta de lectores enviada al diario La Nación para defender al obispo castrense Antonio Baseotto, quien había escrito que “quienes escandalizan a los pequeños merecen que le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar” después de que el entonces ministro de Salud Ginés González García se pronunciara a favor de la despenalización del aborto. La defensa de Baseotto le sirvió a Pando como un trampolín para convertirse en una de las voceras de la ultraderecha, pero a su marido, el mayor Pedro Rafael Mercado, lo fue alejando cada vez más de su carrera militar.
Pando cerró el año 2005 con la presentación en sociedad de la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos de Argentina (AFyAPPA). El lugar elegido fueron los tribunales federales de Retiro, donde tramitan las causas por crímenes de lesa humanidad. El 21 de diciembre de 2005, tuvo lugar la primera movilización en la que se repartieron volantes en los que llamaban a “enfrentar las arbitrariedades, el autoritarismo y las injusticias con decisión y valentía”.
Desde la cabecera de la marcha, Pando vociferó las consignas de su grupo: “Reclamamos la libertad ya para todos los detenidos sin sentencia o proceso por supuestos delitos de la década del ‘70. Una Navidad sin presos políticos será el primer paso para terminar este crítico proceso de venganzas”. En primera fila estaban otras mujeres que, como ella, vestían una remera blanca de AFyAPPA.
En una tercera fila, puede verse la cara de una mujer joven con pelo oscuro y unos lentes de sol colocados como vincha. Es Victoria Villarruel, la actual diputada nacional y candidata a vice de La Libertad Avanza (LLA). Fue retratada por el fotoperiodista Enrique García Medina. En la imagen se ve a Villarruel junto a un cartel amarillo que dice: “Kirchner llama delincuentes a los que nos salvaron del terrorismo subversivo”. La imagen hace presumir que es la propia Villarruel quien porta la pancarta.
De aliadas a enemigas
Villarruel es parte de la familia militar. Su padre, Eduardo Marcelo Villarruel, se retiró con el grado de teniente coronel del Ejército. Se enorgullecía por haber estado en Malvinas y en la lucha contra la «subversión» tanto en el ámbito urbano como rural. El tío de la diputada, Guillermo Ernesto Villarruel, llegó a estar detenido por crímenes de lesa humanidad. Su abuelo materno, Laurio Helvedio Destéfanis, fue un importante historiador de la Marina.
Pando no tiene alcurnia militar. En 1988 –como afirma Guido Braslavsky en el libro Enemigos íntimos— conoció a su marido. El padre de Mercado había querido ser aviador. Pedro Mercado había logrado una carrera promisoria en el Ejército hasta la irrupción de su esposa en la escena pública como detractora de la política de verdad y justicia del kirchnerismo. Su pase a retiro se decidió una semana después de la marcha en los tribunales de Comodoro Py del 21 de diciembre de 2005. Pese a la falta de pergaminos, Pando se convirtió en los últimos 18 años en una de las más enfervorizadas defensoras de la familia castrense.
A principios de este año, Pando fue entrevistada por Patricia Soprano, una abogada y youtuber pro-vida, que le pidió que definiera en pocas palabras a determinados dirigentes. Cuando le consultó por Villarruel, Pando contestó: “Es una buena política”. Al rato, Soprano repreguntó y Pando no hizo demasiado por esconder su encono: “A Victoria la conozco 18 años atrás”.
–¿Defiende la causa de los presos políticos?– le consultó Soprano.
–Y… la defendía en su momento. Vos sabés que yo conocí el tema de los presos políticos por Victoria Villarruel, porque ella me llevó a la cárcel a conocerlos. Ella me estimuló para que hiciera una asociación que protegiera a los militares que estaban ilegalmente detenidos. Muchas cosas hicimos juntas, pero vio que era una causa bastante pesada.
–¿Formaron alguna asociación?
–Sí, formamos una asociación que se llama AFyAPPA. Ella estuvo muy poco tiempo trabajando porque era una causa bastante pesada y prefirió irse con las víctimas. Viste con las víctimas no hay mucho para decir…
En el mismo reportaje, Pando dijo que el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv) estaba centrado en la búsqueda de indemnizaciones y se quejó amargamente porque Villarruel abandonó los encuentros con los genocidas: “Antes los iba a visitar muchísimo. Ahora como diputada, no”.
Parte de la relación de las dos mujeres de la ultraderecha había salido a la luz a partir de un posteo de Mercado en Facebook en el que recordaba que Villarruel había estado con su esposa el 8 de marzo de 2006, cuando Pando interrumpió un discurso de Néstor Kirchner. Después de esa “travesura”, Mercado, Pando, Villarruel y su marido fueron a cenar a Puerto Madero para celebrar la hazaña. Según Mercado, nunca se había sentido a la izquierda de nadie como le pasó esa noche.
La abogada querellante Guadalupe Godoy también encontró un registro de un ingreso de Villarruel a la cárcel de Marcos Paz para visitar al represor de la ESMA Norberto Cozzani. Su nombre estaba junto al de Cecilia Pando, por lo que se presume que fueron juntas.
Antes de las primarias, Pando estalló cuando Milei dijo que no evaluaba un indulto para los represores. Desde Twitter acusó a su otrora compinche de haber firmado libros que, en realidad, escribía Alberto González, un represor de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) condenado a prisión perpetua. Mercado, por su parte, recordó que Villarruel coordinaba las visitas a Videla mientras cumplía prisión domiciliaria. Esas revelaciones obligaron a la diputada de LLA a reconocer que mantuvo encuentros con criminales de lesa humanidad, pero buscó matizarlos: dijo que eran entrevistas para sus libros.
La foto que ahora revela Página/12 muestra que a Villarruel la unía algo más con los represores de la dictadura que un mero interés investigativo, y que era parte de un reclamo que Pando sostiene hasta hoy –el de la libertad de los genocidas.
Un pasado procesista
Villarruel suele decir que ella únicamente militó en el Celtyv. Así se lo dijo al sociólogo Cristian Palmisciano cuando la entrevistó para su tesis de maestría. Sin embargo, en el juicio por el Operativo Independencia en el que declaró como testigo experta, le tuvo que reconocer al fiscal Agustín Chit que tuvo una militancia previa: en la Asociación Unidad Argentina (Aunar).
Aunar se conformó hacia finales de 1992 y obtuvo su reconocimiento legal en 1993. La asociación civil Aunar llegó a ocupar el lugar que había dejado vacío Familiares y Amigos de Muertos por la Subversión (FAMUS), que se había extinguido en 1991 tras los indultos de Calos Menem.
Según un panfleto de Aunar, ésta se creó por el «desprestigio, la propaganda adversa ‘oficiliazada’ contra las instituciones de la República, tales como la Justicia, la Iglesia católica y las Fuerzas Armadas». El fundador y alma páter de Aunar fue Fernando Exequiel Verplaetsen, que fue jefe de inteligencia en 1976 del Comando de Institutos Militares con asiento en Campo de Mayo. Fue, además, el último jefe de la Bonaerense. Y un cruzado de la defensa de la represión dictatorial. A mediados de 1983 –como reconstruye Marina Franco en Democracia, hora cero–, Verplaetsen dijo públicamente que no habría un alto el fuego y que estaba dispuesto a luchar hasta las últimas consecuencias. Raúl Alfonsín le respondió en una conferencia de prensa que, de esa forma, no habría democracia posible.
A mediados de los ’90, Verplaetsen increpó a Martín Balza después de que el Ejército ensayara una autocrítica sobre sus crímenes. Aunar también se opuso a las extradiciones de militares que reclamaba, desde España, el juez Baltasar Garzón. La organización fue una férrea opositora a la política de juzgamiento del kirchnerismo e incluso difundió comunicados preguntándose si alguna vez hubo 30.000 desaparecidos –un latiguillo que ahora amplifican Villarruel y Milei.
En sus filas militaron el teniente coronel Emilio Nani –protagonista de los juicios de lesa humanidad y de las marchas por la «memoria completa»– y el teniente coronel Enrique Treglia, que en una carta abierta habló de los «supuestos vuelos de la muerte» mientras despotricaba porque la Televisión Pública daba espacio para la denuncia de los crímenes de la dictadura. También estuvo el comodoro Julio Boitier, responsable de prensa de la Cancillería durante los años del «Proceso».
En 2006, Aunar conformó una nueva «rama»: el Celtyv, que terminó a cargo de Villarruel y fue parte de la estrategia que buscaba, a base de denuncias contra militantes de los ’70, forzar una amnistía general que beneficiara a los militares y policías que actuaron durante los años del terrorismo de Estado.
Cuando el fiscal Chit le preguntó a Villarruel si conocía a Verplaetsen, ella buscó esquivar la pregunta y dijo que no habían coincidido en Aunar. Verplaetsen, además de ser un cruzado de la represión dictatorial, cosechó dos condenas por su actuación en Campo de Mayo.
Aunar se mantuvo activa en redes sociales hasta 2021. El año pasado, fue una de las convocantes al acto en la sede de la Superintendencia de Seguridad Federal (SSF) que terminó con una vandalización a la estación de subte Rodolfo Walsh. En los últimos papeles que Aunar presentó ante la Inspección General de Justicia (IGJ), figura uno de los descendientes de Verplaetsen como vocal de la comisión directiva –Eduardo Carlos Verplaetsen, actualmente dedicado a la seguridad privada. Difícilmente se haya borrado la impronta del exjefe de inteligencia de Campo de Mayo de la asociación que fundó.