En la apertura de sesiones ordinarias, el presidente Alberto Fernández adelantó que está cerrado con China un refuerzo del swap de monedas, una especie de puente de dólares que el gigante asiático le tiende a Argentina para reforzar las reservas del Banco Central (BCRA). Pero detrás del anuncio se esconde algo más relevante y estratégico: tanto el organismo que conduce Miguel Pesce como vía el embajador Sabino Vaca Narvaja, se avanza en firme en lograr que el comercio bilateral con China se realice enteramente en yuanes, para evitar así que el déficit se incremente en moneda estadounidense y, en paralelo, ahorrar los costos de transformar la moneda china en dólares. Todo cumpliendo con el refuerzo de las arcas oficiales.
Fuentes oficiales que hablaron y aseguraron que la estrategia, que ya venía siendo trabajada, encuentra mayor sustento en el marco del cierre inminente del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) de la deuda que contrajo la administración de Mauricio Macri. Una especie de descongelamiento por capítulos de los problemas de acceso a financiamiento que Argentina tenía sin resolver el plano de la deuda. En ese mismo tono se incluyen los avances en planes de inversión de capitales rusos en el país, luego de la gira presidencial por Oriente.
Aunque los swaps los cierran los Bancos Centrales, cuentan los que negocian que el tema del comercio en yuanes con China fue parte de la agenda presidencial como un factor “clave” en la relación bilateral. En pocas palabras, lo que se busca es que los chinos facturen en yuanes (hoy lo hacen en dólares), que las empresas locales que venden paguen en yuanes y que, además, los créditos pendientes a pagar por Argentina (como los de las represas en Patagonia) también entren dentro de esa lógica comercial. Así, el país dejaría de vaciar constantemente la caja de dólares. Es algo similar a lo que Argentina le pide al FMI: que no sólo le de las divisas justas para pagar los vencimientos, sino que al menos duplique esos envíos para no quedar con la caja vacía ante cada erogación. Lo que supondría una dependencia constante de Argentina.
El caso de China es una vía de financiamiento alternativo nada despreciable. A priori, según fuentes de la Casa Rosada, lo que el presidente anuncio confirma el aval político de China a encarar un proceso de trámites burocráticos para agilizar el comercio bilateral en su propia moneda. Naturalmente, esto no será inmediato y hoy la situación es la siguiente: el BCRA ya vende yuanes a las empresas, pero para el sector privado es sumamente emitir el pago en monedas locales.
Hoy ya está activo un swap con China que es de 18.700 millones dólares (130 mil millones de yuanes). Cuando se amplíe el puente, habrá 21.700 millones de dólares más. En paralelo a eso, el Banco Popular Chino ya autorizó al banco privado ICBC y al Bank of China como clearing house; y lo propio hizo el BCRA con ambas entidades para que se abran cuentas comerciales en yuanes. Hasta ahora, no hubo operaciones. La necesidad política de avanzar en esta línea se justifica además en los datos de la balanza: el déficit comercial con China fue de más de siete mil millones de dólares el año pasado. Y la idea es que un importe equivalente a la mitad se canalice por esos instrumentos sin pasar por dólares.
En este contexto, hay que recorda que el puente de dólares con China se suscribió inicialmente en el año 2011, bajo el segundo mandato de la hoy vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y equivalió a un crédito por 10.200 millones de dólares por tres años, con posibilidad de renovación. Esa extensión se concretó en 2014 por valor de 11.000 millones de dólares. Luego, en 2018, por la misma cifra volvió a extender y ya en 2020 se amplió a los 18.700 millones de dólares actuales.