Hace ya demasiados años que las estadísticas de accidentes de tránsito en la Región vienen arrojando guarismos tan alarmantes como dolorosos, tanto por la cantidad de víctimas causadas, entre personas muertas y heridas, como por el hecho de que se mantuvieron presentes las características estructurales y las actitudes personales que confluyen para mantener vigentes los altos grados de riesgo que imperan en los caminos y calles de nuestra zona.
Es en ese crítico contexto que adquiere especial relevancia la decisión del gobierno bonaerense de incorporar en las escuelas el uso de un manual sobre Educación Vial destinado a todos aquellos alumnos que, por su edad, estén habilitados a tramitar la licencia de conducir por primera vez, según se informó oficialmente.
La incorporación del manual, denominado “Primera Licencia”, fue acordada por el ministerio de Gobierno y la dirección general de Cultura y Educación, en un convenio que incluye a las escuelas públicas y privadas bonaerenses, con el expreso propósito de reforzar la educación y seguridad vial en la escuela y promover en los alumnos los conceptos básicos para la circulación vial y el manejo responsable. El Ministerio de Gobierno y la Dirección General de Cultura y Educación firmaron un acuerdo donde incorporarán un manual denominado “Primera Licencia”, destinado para todos aquellos alumnos que, por su edad, estén próximos a tramitar la licencia de conducir habilitante por primera vez.
El manual será añadido al curso virtual “Por un cambio de Cultura Vial”, implementado en el área “Trabajo y Ciudadanía”, que se dicta en el último año de la Escuela Secundaria de gestión pública y privada de la Provincia de Buenos Aires.
La rúbrica del convenio estuvo a cargo de la Dirección de Política y Seguridad Vial y la Dirección de Política Socio Educativa, con el fin de fortalecer el vínculo entre ambas áreas, que resultan complementarias a la hora de trabajar la problemática de la siniestralidad en hechos de tránsito.
Así, se busca reforzar el abordaje de la educación y seguridad vial en las instituciones educativas, promoviendo en los alumnos los conceptos básicos para la circulación vial y el manejo responsable, los factores de riesgos, la conducción de automóviles y motovehículos y principales normas de tránsito, como así también concientizar sobre el uso de los elementos de seguridad a la hora de conducir en la vía pública, fortaleciendo los valores de respeto y cuidado de la propia vida y la del otro.
La aprobación de los contenidos del Curso “Por un cambio de cultura vial” tendrá la misma validez que la del curso teórico de educación para la seguridad vial, requisito obligatorio y habilitante para obtener la Licencia de Conducir en el ámbito de la provincia de Buenos Aires.
Cada alumno recibirá un certificado de aprobación que tendrá la vigencia de nueve meses a partir de su expedición, y habilita al estudiante a rendir el examen teórico para obtener la primera Licencia de Conducir en el municipio correspondiente a su domicilio. Luego de aprobado, deberá rendir el examen práctico y psicofísico, tal cual indica la ley.
Está claro -y así se lo ha señalado en forma insistente desde esta columna- que es imperativo alcanzar una mayor educación vial, tanto en nuestra región como en el resto del país. Las crónicas periodísticas no dejan de poner en evidencia la gran cantidad de accidentes de tránsito registrados tanto en el casco urbano y en la periferia.
Se conoce también que, de acuerdo a estudios que se vinieron realizando, la conflictividad vial de nuestra región sobrepasa, por el número de accidentes, a las registradas por varias provincias argentinas juntas y es superior, inclusive, a la alcanzada en la ciudad de Buenos Aires, que tiene un parque automotor cuatro veces más crecido y por cuyas calles circulan vehículos de numerosas jurisdicciones vecinas y del resto del país.
Parece evidente, entonces, que existen causas propias que pueden explicar el caos vial existente en la Región, generador no sólo de ese alto número de muertes sino de muchas más personas heridas y lesionadas, muchas de ellas de gravedad y con secuelas irreparables. Hace tiempo que los urbanistas ponen de relieve que nuestra zona carece de suficientes avenidas de circunvalación y de anillos perimetrales capaces de regularizar la circulación de vehículos.
A su vez, si bien resultan necesarios, de poco han servido los controles de alcoholemia y en general los operativos de fiscalización, más encaminados al labrado de actas y cobro de infracciones que a educar a los conductores. Tampoco han demostrado mayor eficacia los lomos de burro, sembrados aquí y allá -muchas veces, instalados a discreción de los vecindarios, sin intervención oficial-, pero no se trata de terminar con ellos, sino de emplearlos con racionalidad. Existen múltiples causas, todas muy conocidas, que explican la inseguridad vial existente.
Pero es cierto que la mayor de ellas es la falta de una profunda educación a los peatones, ciclistas, motociclistas y automovilistas, que son todos, a la vez, potenciales gestores y también potenciales víctimas de la generalizada falta de respeto a las normas y a los principios de convivencia social. Son muchos y complejos los factores que inciden en la inseguridad en el tránsito, pero esta sólo podrá disminuir ostensiblemente cuando cada habitante tome conciencia de la responsabilidad que le cabe al circular por la vía pública. Recién cuando las autoridades se decidan a poner el acento en la tarea educativa, las estadísticas accidentológicas podrán ir decreciendo.
Fuente: Web