Según el presidente Barack Obama el bloqueo a la isla es “el legado de una política fallida”, pero aún no fue levantado por el Congreso norteamericano, dominado por republicanos que rechazan el deshielo.
Obama afirmó que gracias al giro en la política hacia Cuba, Estados Unidos está “en una posición más fuerte” para relacionarse “con los pueblos y gobiernos” de todo el continente.
En esa misma dirección, el mandatario estadounidense aclaró, días pasados, que si “va de visita (a Cuba), parte del trato es que voy a poder hablar con todo el mundo”, en alusión a la disidencia, porque, aclaró, “no estoy interesado en validar el statu quo” en la isla.
Ante esa posible visita, Josefina Vidal, la principal negociadora de la Cancillería cubana con Estados Unidos, respondió que “va a ser bienvenido”, pero recordó que “Cuba siempre ha dicho que no va a negociar cuestiones inherentes al ordenamiento interno del país a cambio de una normalización de relaciones con Washington”.
El último de los acuerdos diplomáticos logrados, según el Departamento de Estado, es el de restablecimiento de los vuelos comerciales regulares, aunque aún se necesitarán varios meses para que se hagan efectivos.
El acuerdo permitirá continuar con las operaciones de compañías chárter ya existentes y «establecer servicios aéreos regulares», lo que «facilitará un aumento de los viajes autorizados» de estadounidenses a la isla y promoverá «los vínculos pueblo a pueblo entre los dos países», según la nota oficial.
El último de los acuerdos diplomáticos logrados, según el Departamento de Estado, es el de restablecimiento de los vuelos comerciales regulares, aunque aún se necesitarán varios meses para que se hagan efectivos.
No obstante, el Departamento de Estado recordó que «la ley estadounidense sigue prohibiendo los viajes a Cuba para actividades turísticas», y sólo autoriza los vinculados a actividades artísticas, comerciales, profesionales y diplomáticos.
El 17 de diciembre de 2014, Obama y Castro, anunciaron el inicio de un proceso histórico para normalizar las relaciones bilaterales, tras más de medio siglo de enfrentamiento político, diplomático y militar, así como de bloqueo comercial a la isla.
Tras varias reuniones y negociaciones, en julio pasado se logró reabrir las embajadas de Cuba en Washington y en septiembre la de Estados Unidos en La Habana.
Pero todavía quedan cuestiones muy complejas por resolver como las compensaciones económicas que Washington reclama por las expropiaciones de sus empresas al inicio de la revolución y Cuba por los costos del bloqueo de más de medio siglo, y también persisten importantes diferencias entre los dos países en asuntos como inmigración y derechos humanos.
En cuanto al embargo económico sobre la isla, aunque Obama ha tomado medidas ejecutivas para flexibilizar los viajes y algunas transacciones comerciales, su levantamiento completo depende del Congreso de EEUU, controlado en su totalidad por los republicanos, que se oponen mayoritariamente a su eliminación. El tema Cuba está llamado a ser parte de la campaña para las presidenciales de 2016, tanto para demócratas como para republicanos.
Otro de los grandes puntos de discrepancia es la política migratoria, en la que Cuba reclama, hasta ahora sin éxito, la anulación de la política “pies secos, pies mojados”, porque promueve la inmigración ilegal al otorgar residencia a cualquier cubano que logre arribar al territorio norteamericano por cualquier vía.
Una consecuencia de esa política son los más de 5.000 cubanos varados en Costa Rica, tras la no aceptación de Nicaragua de que pasen por su territorio para continuar viaje a Estados Unidos, casi todos sometidos a grupos criminales y coyotes que por dinero prometen llevarlos a ese destino.
No obstante, como parte de esa nueva política estadounidense consensuada con el gobierno cubano y con, la mediación del Papa Francisco, reconocida por ambos presidentes, Raúl Castro viajó por primera vez a Nueva York a fines de septiembre a la Asamblea General de Naciones Unidas, donde mantuvo una entrevista en esa sede con Obama, a quien le pidió suavizar el bloqueo y continuar con la normalización de relaciones.
Lo cierto es que el deshielo entre Washington y La Habana, rápidamente abrió políticas similares por parte de otros países europeos, y el presidente francés Francois Hollande fue el primer mandatario que en mayo pasado visitó Cuba y propuso agilizar los acuerdos comerciales a su par cubano.
Por ese motivo la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) prevé que “la inversión externa desempeñará un papel más relevante en la dinámica de Cuba”.
Según ese organismo, la economía cubana cerrará el 2015 con un crecimiento del 4 por ciento, comparado con el 1 por ciento que registró el año pasado.