En medio de una tensión palpable, el ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, enfrentó en Berlín las críticas del gobierno alemán y pidió «un programa puente» hasta alcanzar un acuerdo definitivo para solucionar la crisis, una posición que luego de miles de griegos respaldaron en una manifestación en Atenas.
«Exigimos una oportunidad para mostrar nuestras propuestas», reclamó el ministro griego durante la conferencia de prensa que compartió en Berlín con su par alemán, Wolfgang Schauble, quien no pudo disimular su malestar.
Varufakis intentó tomar algunas de las expresiones del dirigente alemán y sostuvo que su país recibió «demasiado dinero» con los dos rescates formulados por la llamada troika, compuesta por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI, aunque «sólo hicieron crecer una deuda insostenible», sentenció.
«El préstamo más grande de la historia fue otorgado a la nación más insolvente de la Unión Europea… y con una lista de reformas que apenas era cortina de humo. Esto no podía terminar bien», sentenció el ministro griego, citado por la agencia de noticias EFE.
Schauble, haciendo oídos sordos a los reclamos griegos, insistió en que Atenas debe seguir negociando con la troika para encontrar una solución a la crisis. El ministro alemán, incluso, llegó a ponerse intransigente.
«Hay que decir que los motivos del duro camino están en Grecia y no en Europa ni en Alemania», destacó el funcionario alemán, en una frase que fue interpretada por los medios como una respuesta al premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, quien días atrás dijo que el problema de Europa no es Grecia sino Alemania.
Varufakis tampoco se anduvo con rodeos y golpeó en donde más le duele a los alemanes, su pasado nazi.
El ministro griego señaló que sus socios alemanes deberían entender que «humillar a una nación orgullosa» puede tener consecuencias graves.
«Cuando vuelva a casa esta noche, encontraré un país en el que el tercer partido político no es un partido neo nazi, es un partido nazi», resaltó el economista de izquierda.
Pero a Varufakis no lo recibió sólo esa creciente minoría xenófoba y extremista, sino también una multitud de siete mil personas que se congregaron espontáneamente en la céntrica plaza de Syntagma en Atenas para apoyar al nuevo gobierno en su difícil pulseada con Alemania y el resto de la troika.
«No vamos a ceder al chantaje de nuevo», «El tiempo de que Grecia se arrodille y tenga gobiernos sumisos ha terminado» o «Merkel tiembla como una ramita» fueron algunos de los slogans más escuchados entre las personas que se concentraron frente al Parlamento nacional.
«Estamos aquí para expresar nuestra solidaridad con el gobierno. Desde el 25 de enero es el pueblo el que toma las decisiones en Grecia», dijo Dimitris, un joven que se instaló con su bicicleta junto en la entrada del Parlamento, algo que hasta hace una semana hubiese sido imposible.
Durante los últimos años de crisis económica, desempleo masivo, pobreza y ajustes, el Parlamento estuvo acordonado por vallas para evitar que los manifestantes irrumpieran en el edificio. Esta noche la imagen era otra.
En la manifestación muchos coreaban el nombre del nuevo ministro de Finanzas, Varufakis, otra imagen impensable antes de la elección del 25 de enero pasado, cuando la coalición de izquierda Syriza arrasó y se constituyó como el primer gobierno griego en desafiar la política de austeridad de la Unión Europea.
Esta noche miles de griegos fueron a la plaza de Syntagma para expresar su apoyo a Varufakis y al propio primer ministro, Alexis Tsipras, después de una serie cargada de reuniones tensas en Bruselas y las principales capitales europeas.
Después de reunirse con los líderes de las potencias europeas y las autoridades de la Unión Europea (UE), Tsipras volvió a Atenas para jurar hoy formalmente junto con el resto de los diputados que conformarán el nuevo Parlamento del país.
«Grecia no aceptará más órdenes, especialmente órdenes que llegan por emails», sentenció Tsipras, refiriéndose a los correos electrónicos que solía enviar la troika con los pasos a seguir para garantizar el pago de los millonarios «rescates».
«En sólo una semana ganamos aliados que no habíamos ganado en los últimos cinco años de crisis», agregó el nuevo premier griego y recordó el respaldo prometido por los gobiernos de Reino Unido, Francia y Roma.