El flamante líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, consideró «extraño» que se lo haya criticado por no entonar el himno del Reino Unido durante una ceremonia.
Corbyn optó por guardar silencio mientras el resto de las personas reunidas en la catedral San Pablo en Londres cantaban el himno británico «God Save The Queen» (Dios salve a la Reina) en homenaje a los caídos en la Batalla de Inglaterra hace 75 años.
«Estuve en el acto para conmemorar la Batalla de Inglaterra. Fue una bella ceremonia. Estuve pensando en los sacrificios que hizo la gente, mi familia y mi generación durante la Segunda Guerra Mundial. Las críticas son extrañas» señaló en una entrevista con la cadena pública BBC.
El diputado Corbyn, del ala más izquierdista del Laborismo británico y quien se había manifestado en el pasado a favor de un “cierto grado de administración conjunta entre Argentina y el Reino Unido” por las Islas Malvinas, fue elegido como nuevo secretario general de su partido con casi el 60 % de los votos en primera ronda el pasado sábado.
La foto del líder de ultraizquierda en la ceremonia en la catedral fue publicada por numerosos medios con ofensivos titulares.
«Corbyn desprecia a la reina», se indignó el diario sensacionalista The Sun en su portada, mientras otros medios consideraron una afrenta a la nación el llamativo silencio del nuevo hombre fuerte de la oposición británica, informó la agencia de noticias EFE.
Cuestionado por si cantará el himno en futuras ceremonias, Corbyn se limitó a responder: «Estaré en muchos eventos y participaré en ellos de manera completa. No veo ningún problema en ello».
El parlamentario Corbyn, de 66 años, participa dentro de la Cámara de los Comunes en varios grupos en defensa de los derechos humanos y causas latinoamericanas.
También integra numerosas organizaciones de activismo político, entre ellas Amnistía Internacional, la Campaña de Solidaridad con Palestina y la Campaña por el desarme nuclear (CND).
Sus propuestas económicas, anti austeridad, cuentan con simpatizantes y detractores entre los economistas, al igual que en el propio Partido Laborista, donde los seguidores del Nuevo Laborismo advirtieron que arrastrarlos a la aniquilación electoral del Laborismo.