San Luis (LaNoticia) 10-09-15. Actualmente la contaminación acústica es una de las mayores preocupaciones en las áreas urbanas. De hecho, ha crecido desproporcionadamente en las últimas décadas. Se calcula que el 70 % de los mortales viven sometidos a impactos acústicos superiores a los 70 decibelios, cifra poco recomendable según la OMS, que habla claramente sobre los perjuicios de estar expuestos a altas tasas de ruido.
Este dato es significativamente preocupante pues afecta a la salud y a las personas a través de reacciones fisiológicas y psicológicas que surgen como consecuencia de deseo natural de autoprotección generado por sonidos elevados.
Se produce en el organismo un estado de alarma que proporciona un aumento de la atención ante posibles riesgos. En la naturaleza, el ruido desata acciones que normalmente son las de vigilia, el oyente se despierta ante el sobresalto, se esconde o se enfrenta a la causa del ruido, todo ello por la reacción del organismo ante un ruido elevado o intenso que conlleva la inmediata secreción de adrenalina. El hombre no es una excepción del mundo natural, por tanto el ruido provoca en él, de forma instintiva, las mismas reacciones aunque con frecuencias moduladas o inhibidas por la voluntad y los hábitos socio-culturales.
La reacción del cuerpo humano ante una situación de peligro pone en marcha toda una cadena de procesos hormonales y fisiológicos que preparan para la huida o la lucha. Las reacciones que se producen son en principio normales, pero se cronifican y convierten en patológicas tras exposiciones prolongadas. Aunque existe una adaptación a los niveles sonoros que pueden crear malestar o motivar alerta, la estimulación constante “subconsciente” de los centros cerebrales de la alerta mantiene y hace crónica esta respuesta generándose una anómala situación de estrés. La comunidad científica respecto a las consecuencias que genera una exposición elevada y prolongada al ruido coincide en diagnosticar posibles alteraciones cardiovasculares hormonales y alteraciones en el sueño con carácter general. El organismo reacciona de una manera defensiva frente al ruido. La población expuesta a un nivel de ruido por encima de los 65 decibelios desarrolla a corto plazo un índice superior en un 20 % de ataques cardíacos. (Estudio Cohort. DIETER GOTTLOB. Agencia Federal Alemana de Medio Ambiente Alemana).
La estimulación con ruido produce, tanto en animales como en humanos, elevaciones transitorias de la tensión arterial. Con exposiciones continuas a ruidos estas elevaciones se hacen permanentes, siendo un agente a tener en cuenta en la génesis de la HTA. Es, pues, un factor más de riesgo cardiovascular; de hecho se calcula que una persona expuesta a ambientes ruidosos debe ser considerada como 10 años mayor de su edad cronológica a efectos de riesgo de enfermedad coronaria. Aunque el último informe de la OMS no detecta un significativo aumento del riesgo de infarto, sí demuestra un aumento de los síntomas cardiovasculares (angina, dolores precordiales, disnea) que pueden ser causa de incremento en la exposición de niveles de ruido de 60 dB (equivalente a una conversación en un restaurante) ya se observan alteraciones en los niveles de algunas hormonas.
Además interesa destacar el notable papel del elemento psicológico en la contaminación acústica, pues no todos los individuos reaccionan igual frente al ruido, ni todos los ruidos son percibidos de igual forma por los oyentes. En general es mayor el malestar y la aversión, a igualdad de decibelios, hacia aquellos ruidos originados por fuentes que consideramos que no cumplen una función social, o que podrían evitarse, igualmente cuando las autoridades no actúan disminuyendo o eliminando el foco del ruido, la sensación es de desprotección frente a un agente negativo. Surge aquí el concepto de disponibilidad sobre la fuente emisora, es decir el foco contaminante que influye en la valoración del ruido que se percibe como malestar es decir sentimiento de desagrado o rechazo experimentado por un individuo o un grupo como consecuencia de la acción de un agente externo no deseado, en este caso el ruido este es probablemente el efecto adverso más frecuente. Así pues el ruido, como agente estresante que es, provoca diferentes reacciones conductuales que, normalmente duran el tiempo del estímulo auditivo, afectando a la salud y a la calidad de vida de las personas si persisten. Resumiendo frente al ruido las posibles reacciones son: inquietud, inseguridad, impotencia, agresividad, desinterés, abulia o falta de iniciativa, siendo variables en su número e intensidad según el tipo de personalidad. Además de los importantes efectos que a contaminación acústica causa sobre la salud están las alteraciones en el aprendizaje producidas por un ruido excesivo y continuado
A la luz de los distintos tipos de memoria y la atención, la doctrina científica se divide entre los resultados y metodología empleada, pero la mayoría coincide en reconocer las Centre National de la Reserche Scientifique, CNRS-CEPA, Strasbourg. En general los experimentos realizados sobre sujetos sometidos a diferentes condiciones de ruido durante el sueño muestran importantes cambios en los patrones normales de éste. En líneas generales, a partir de 45 dBA de ruido, se produce un aumento en la latencia del sueño (tiempo que tarda en iniciarse el sueño normal). El tiempo dedicado a las fases más profundas disminuye, lo que implica que, al ser estas fases profundas las necesarias para un sueño reparador, el sujeto suele levantarse con sensación de cansancio; el tiempo de sueño REM disminuye y, lo más preocupante, se ha comprobado un aumento de la tasa de afectación cardíaca durante el sueño. Como resultado final tenemos una mala calidad de sueño que se traduce en una disminución del rendimiento intelectual, una disminución del nivel de atención (con los peligros que conlleva en determinadas actividades: conducir, manejar maquinaria), cansancio, irritabilidad, aumento de la agresividad y, con el tiempo, alteraciones crónicas del sueño que se mantienen pese a cambiar a un ambiente no ruidoso. Existe, además, un síndrome crónico caracterizado por dolores musculares, fatiga generalizada, abatimiento y alteraciones del sueño que puede ser desencadenado por estímulos estresantes como el ruido.
Con niveles de ruido altos, la tendencia natural de la gente hacia la ayuda mutua disminuye o desaparece, reapareciendo en el momento en que se suprime la presión sonora.
Aspectos legales de la Seguridad Vial
La Ley de Tránsito y Seguridad Vial contiene algunas disposiciones de carácter ambiental, y otras más específicas que se encuadran dentro de las normativas de habilitación. Así, el artículo 24 contempla el aspecto de la planificación urbana entre otras cosas con relación al efecto de la circulación vehicular sobre el ambiente. El artículo 48 prohíbe acciones como tocar la bocina salvo caso de peligro, y circular con vehículos que emitan ruidos que excedan los niveles reglamentarios.
En relación con los vehículos, la legislación vigente incluye la Ley de Tránsito y Seguridad Vial.
En los artículos 30 y 33 de la ley se hace referencia a los requisitos para la bocina y para la emisión de ruidos. Con respecto a la bocina, se establece un máximo de 104 dBA, medido de acuerdo a la Norma IRAM «Determinación del Nivel Sonoro de Dispositivos de Señalización Acústica». En cuanto al nivel de los ruidos emitidos, se establece una tabla con los valores máximos en función del tipo y tamaño de vehículo. El mayor valor tolerado es de 91 dBA (para vehículos con peso máximo mayor de 12 toneladas). Esto muestra un criterio de gradualidad en la profundización de la reducción de ruido. Las cotas de estas tablas corresponden al nivel del ruido medido en condiciones dinámicas (con el vehículo en marcha), de acuerdo con la Norma IRAM-CETIA 9C. Si la medición se realiza en forma estática (con el vehículo detenido), se admite un incremento de hasta 3 dBA, que contempla errores de medición, tolerancias de fabricación, y la degradación natural por desgaste dentro de la vida útil del sistema de escape. En este caso se utiliza la Norma IRAM-CETIA 9C1. Este Reglamento dispone que la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Humano sea el organismo que aprueba configuraciones de modelos de vehículos automotores, particularmente en el aspecto del nivel sonoro. Las certificaciones técnicas podrán ser delegadas en otros organismos. El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) está automáticamente habilitado para emitir los certificados pertinentes. Un elemento de prevención en la Ley, es la Revisión Técnica Obligatoria periódica. En el inciso 3 de dicho artículo reglamentario se establece que para vehículos que no sean particulares la periodicidad de dicha revisión es de 12 meses.
Está claro que nuestra vida en la urbe supera ampliamente el nivel de ruido establecido en lo antes expuesto, por eso cuando escuchamos una moto con el escape libre, entendamos que ese malestar es una autodefensa ante ese estimulo exógeno, también debemos saber que estos ruidos nos afectan fisiológicamente y psicológicamente. Es por ello que los profesionales que tienen la responsabilidad de transportar personas, sean conductores de elite, tomando conciencia de los cuidados que deben tener a la hora de subirse a manejar.
Por tal motivo debemos tener en cuenta que todos somos responsables y que cada uno desde su lugar puede contribuir a la disminución del ruido, según los ejemplos antes expuestos. Salvemos las generaciones futuras.