San Luis (LaNoticia) 04-05-15. La multitud que asistió mezcló sorpresa y emoción cuando, antes de las palabras del obispo Pedro Martínez, uno de los sacerdotes leyó una carta que había enviado nada más y nada menos que Francisco desde El Vaticano. “Me uno espiritualmente a la celebración”, decía la misiva que fue aplaudida por los miles de fieles. En ella también pedía que rezaran por él. El gobernador de la Provincia, Claudio Poggi y el intendente capitalino, Enrique Ponce, fueron parte de la ceremonia que reunió a miles de fieles que llegaron de todo el país.
El primer mandatario asistió a la localidad acompañado por su esposa, Sandra Correa, junto al vicegobernador Jorge Díaz, ministros y funcionarios. Por su parte, Ponce estuvo acompañado por parte de su gabinete.
Como cada 3 de mayo, la imagen del Cristo de la Quebrada, cubierta en una cruz de vidrio rodeada por claveles blancos y rojos, salió a la calle pasadas las 16:00 para transitar en peregrinación las principales calles del pueblo. Los fieles caminaron detrás del Cristo e hicieron una columna interminable acompañando con aplausos y con rezos. La procesión salió desde la Iglesia y retomó la calle que en su final encuentra el Cementerio y la nueva autopista 25 de Mayo. Después giró hacia la izquierda y subió por la calle del acceso principal a la localidad.
El paso se detuvo cuando el Santo llegó al atrio de la capilla. Allí monseñor Martínez habló del significado de agradecer y de perdonar: “Fue gratificante verlos durante estos tres días rezando a los pies del Santo. En ese tiempo tenemos que agradecer que el Santo nos permita volver a casa para dar gracias a nuestras madres por la comida que nos hizo. También es importante el perdón entre los esposos; tal vez no se puedan olvidar algunos inconvenientes vividos, pero sí se puede perdonar”. Ofreció sus bendiciones y agradeció la tarea de los colaboradores con la Iglesia para que las ceremonias diarias se realizaran sin inconvenientes.
En el interior de la parroquia, habitantes del pueblo, seminaristas, religiosas y sacerdotes colocaron al Santo en el altar para que los fieles pudieran saludarlo antes de volver a casa.
Carlos Rubén Capella
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