Desde hace mucho que nuestra educación viene en caída. Desde hace mucho que la de Finlandia despierta admiración y respeto. Es hora que veamos de aprender de ella y de imitar todo lo más que se pueda.
En esa idea vemos correcta la firma de un convenio bilateral entre Argentina y Finlandia. Los puntos centrales están siendo ampliamente difundidos por la prensa, como para detallarlos acá.
Finlandia nos puede asesorar en muchas cuestiones técnicas, informativas, de perfeccionamiento, etc.
Pero hay algo que nosotros debemos aprender por las nuestras, con muy fuerte compromiso participativo de los gobiernos nacional y provinciales, medios de comunicación y pueblo en general, lo fundamental del sistema educativo finlandés.
El concepto básico fundamental
Superadas las guerras que la pequeña Finlandia supo tener con la enorme Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas; desde la década de los ´50, la educación es prioridad indiscutible. Varios de sus gobernantes han dicho “tenemos tres prioridades: educación, educación y educación”. Más de sesenta años que esa prioridad es política de estado y conciencia colectiva de todo el pueblo.
Eso se traduce entre tantas otras cosas en:
La educación y la medicina son las profesiones mejor consideradas socialmente y convocan el mayor número de vocaciones juveniles.
Educación y medicina son las profesiones mejor remuneradas en el país.
Uno de los focos centrales de la política educativa finlandesa es, por lo tanto, la docencia.
En Argentina hemos probado reformas hechas desde la ley en democracia y en dictadura; desde la estructura, desde lo curricular, desde los contenidos. Ninguna dio resultados.
Es hora de comenzar por donde corresponde
Siendo la educación una actividad humana dirigida a humanos, el punto de partida, el centro debe ser necesariamente lo humano. En este caso, los docentes. Para que así podamos tener la mejor educación para toda la persona, en todas las personas, a lo largo de toda su vida.
Sobre lo que hagamos para mejorar lo humano, lo técnico se incorporará con muchas mayores posibilidades de éxito.
El docente como centro
Imitemos lo bueno. Desarrollemos todas las acciones necesarias para que la docencia tenga la mejor consideración y respeto de parte de todos nosotros. Como lo supo lograr la ley 1420 en su momento y lo supimos ver los que cargamos años y canas.
Además, comenzar a incrementar seria y persistentemente la remuneración docente hasta llevarla a los más altos niveles nacionales. Logremos que además de ser respetada, sea también mimada en lo económico.
No se trata de una demagogia de bajo vuelo. Es una elemental cuestión de justicia no solo para con la docencia, sino también, para con el futuro argentino.
Hay otras razones no tan elevadas, más bien pragmáticas, pero de importancia.
En primer lugar, con una política salarial que vaya incrementando salarios por encima del costo de vida hasta llegar al nivel de excelencia que se acuerde, estamos eliminando la conflictividad que tanto daño nos hace año tras año.
En segundo término, mejorando lo salarial, los estados nacional y provinciales, tienen la plena autoridad moral para exigir todo lo que la docencia puede y debe dar.
Aseguremos que cada día, cada maestro, cada profesor vaya a su trabajo con alegría, sabiéndose realizado, feliz de ejercer la profesión, seguro que con ella se realiza como persona y asegura lo mismo para su familia. Convencido que es un instrumento clave para la futura felicidad nacional.
No se trata de una propuesta egoísta, sino que la educación es la base de la vida de cualquier país. Por eso se le debe dar todo lo que merece y necesita y exigirle luego todo lo que puede dar.
Hace unos años, en Alemania le reprocharon a la Canciller Merkel el que les pagara más a los docentes que al resto de profesionales. Ella respondió: “es lógico, los docentes los formaron a todos”. De eso se trata.
Para hacerlo se requiere un plan escalonado, constante en el cual el gobierno nacional debe comprometer su mayor capacidad económica, con toda la auditoría que un tema tan importante y delicado merece.
El mejor ministro de educación será el economista que encuentre como poner en marcha un sistema de incremento salarial docente.
La formación
Sin medias tintas, está lejos de ser buena. ¿Qué pasa en Finlandia?
Para ingresar se exigen altos promedios de secundaria; hay mucha exigencia en la carrera, se egresa con exámenes finales y no se ingresa al trabajo escolar con una mera inscripción y puntaje. No, se ingresa mediante un examen.
Nadie se queja, nadie se siente discriminado. El sistema es así, funciona desde hace más de 50 años y da excelentes resultados. Sobran vocaciones docentes.
Una vez en su trabajo, todos hacen posgrados sin dejar de trabajar. Esto último porque no necesitan dos o más trabajos o andar corriendo de una escuela a otra.
Para los alumnos
Ellos también deben ir felices y alegres a la escuela. Está claro que Finlandia tiene una situación económica muy distinta. Pero la alcanzaron actuando desde la educación. Allí hay conciencia plena que el estudio, premia.
La educación es toda pública y gratuita. La gratuidad viajes, comidas, libros y útiles. Las muchas exigencias de estudio no provocan quejas, ni agresiones. No hay tareas para la casa.
Finlandia es uno de los países con menos días de clase por año en el mundo. Categórica prueba de que no es cuestión de aumentar por aumentar, sino de dar en el centro de gravedad de la cuestión educativa: el ser humano. El docente y el alumno.
Conclusión
Bienvenida la idea de que sea Finlandia quien nos asesore, ayude. Tenemos mucho que aprender. Hemos perdido mucho tiempo postergando la educación y creyendo que el bienestar, el crecimiento, el bien común nos caerá del cielo.
Pero es una tremenda exigencia que todos los argentinos prioricemos integralmente a la educación, porque como dice el Dr. Albino: “el futuro no son las próximas elecciones, sino las próximas generaciones”. Si actuamos desde ahora, los frutos demorarán varios años hasta que los veamos, por eso urge una política de estado que nos incluya a todos.
En el país hay muchas prioridades que atender. Pues bien, trabajemos con múltiples prioridades coexistentes. Alguna vez exijámonos mucho, demos mucho, para que alguna vez concretemos nuestros mejores sueños.
No veo otra forma de comenzar a desarrollar una mejor educación, sino dando ese reconocimiento social y económico a nuestra docencia.
Lo urgente, lo que no puede esperar es el tomar plena conciencia de que si queremos ser más como personas, familias, nación; será desde, con y por la educación y a través de la docencia.