La declaración de un testigo de identidad reservada, integrante del Servicio Penitenciario Federal (SPF), en la causa a cargo del juez federal Federico Villena, fue determinante para la reconstrucción del espionaje dentro del penal de Ezeiza sobre ex funcionarios y empresarios privados de la libertad. El hombre contó con lujo de detalles cómo fue planificada la instalación de micrófonos y cámaras en el pabellón que el macrismo bautizó como IRIC (intervención para la reducción de índices de corruptibilidad) con intervención incluso de las máximas autoridades y de un asesor que se dedicaba especialmente a ir a ver a los detenidos allí para “ablandarlos”, mostrándoles parte de esos seguimientos, y así lograr que luego declararan como arrepentidos en causas que pudieran afectar a Cristina Fernández de Kirchner.
Ese funcionario, Fernando Carra, que era la mano derecha del ex jefe del SPF Emiliano Blanco, es uno de los que pidió la eximición de prisión en la causa. Por ahora, mientras sigue investigando, el juez se la otorgó. En cambio rechazó los pedidos de dos ex agentes de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) imputados, Leandro Araque y Facundo Melo, lo que implica que los pueden detener en cualquier momento. El primero declaró el viernes en la comisión bicameral que fiscaliza los organismos y actividades de inteligencia; el segundo lo hará este martes.
Hacia “arriba”
Al dar su testimonio en la bicameral, Araque contó que junto con Melo y alguna vez junto con el agente Jorge “el Turco” Sáez, solía ir a la Casa Rosada a ver a una ex funcionaria del Área Presidencia, Susana Martinengo, de gran confianza de Mauricio Macri. “Esto le puede interesar al de arriba”, contó que les decía ella cuando le llevaban ciertos informes de inteligencia. También relató que a la mujer iban a verla a su domicilio particular en San Martín y otras veces se encontraban en algún restaurante.
La vicepresidenta CFK entregó al juzgado, a través de su abogado Alberto Beraldi, un listado de entradas a la Casa Rosada donde se consignaron 12 visitas de estos espías entre 2018 y 2019, como reveló Raúl Kollmann en este diario . Se quedaban un promedio de dos a tres horas allí. El juez pidió ahora los registros de ingresos no sólo a la Casa de Gobierno, sino también al Ministerio de Seguridad y al de Justicia. Según pudo saber PáginaI12, Melo y Araque tienen juntos un ingreso a la cartera que comandaba Patricia Bullrich el 6 de diciembre de 2017.
Melo y Araque eran parte de un grupo de agentes que hacía los trabajos de seguimiento en la calle, sobre quienes aparecen como damnificados en esta investigación judicial: desde la vicepresidenta CFK, pasando por el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, su número dos, Diego Santilli, Emilio Monzó, Nicolás Massot, hasta el obispo de Lomas de Zamora, Jorge Lugones, Hugo Moyano, Graciela Camaño y Luis Barrionuevo, entre muchísimos otros. Por sobre ellos, en la estructura, estaba el ex jefe de Operaciones Especiales Alan Ruiz –que había trabajado en Seguridad con Bullrich–, también imputado en la causa y figura clave del grupo de WhatsApp “Súper Mario Bros”. En el celular de Araque se encontró gran cantidad de material del espionaje, parte del cual fue exhibido a la ex presidenta. Fotos, videos, informes y hasta conversaciones entre espías había. Después de que declare Melo, la bicameral convocará a Ruiz y a Sáez, otro ex agente que también estuvo en el SPF, previo relevamiento del secreto por parte de la AFI.
Ruiz fue señalado por Melo y Araque como responsable de encomendarles las tareas y de mandarlos a Gobierno. Araque se desvinculó del espionaje en la cárcel pero declaró que Ruiz, por ejemplo, tenía una planilla de Excel con las celdas donde estaba cada uno de los ex funcionarios del kirchnerismo en el penal de Ezeiza. En una grabación de una conversación entre ellos, cuyo contenido mostró el periodista Rolando Graña y que fue incorporada a la causa, la voz de quien sería Ruiz se refiere al “alambrado” en el penal de Ezeiza (en alusión a los micrófonos y cámaras) y a la intención específica de espiar a presos por corrupción.
Testigo secreto
Uno de los testigos de identidad reservada que declararon en la causa brindó un relato clave para que se empezara a reconstruir el espionaje en Ezeiza, que no se descarta se haya expandido a otros penales. El funcionario del SPF –que tiene protección especial– reveló que desde el organismo se creó un sistema especial para escuchar a los llamados despectivamente “presos K”. Especificó que lo montaron el ex jefe del SPF Emiliano Blanco, junto con Cristian Suriano –que dirigía el área 50, de inteligencia–, y Miguel Angel Perrotta, ex jefe de Asuntos Internos del SPF. También le atribuyó un papel clave a Fernando Carra, ex asesor de Blanco.
Ese grupo, según el testigo, habría impulsado la instalación de cámaras y micrófonos en el pabellón IRIC (donde estaban, entre otros, Amado Boudou, Julio De Vido, Roberto Baratta, Juan Pablo Schiavi, Ricardo Jaime, Lázaro Báez, Cristóbal López, Fabián de Sousa) así como la intervención de teléfonos públicos. Habían trasladado allí al narco Mario Segovia, conocido como el “rey de la efedrina” y la excusa era vigilarlo porque podía organizar una fuga. El juez con jurisdicción allí es Villena, y fue él quien intervino los teléfonos públicos. Por esa razón, entre otras, Araque y Melo lo atacan y recusan. Según figura en el expediente, la organización de espionaje investigada, además de ser una asociación ilícita, se dedicaba a “insertar datos falsos en expedientes judiciales”. Será un tema para la polémica, lo que no resta relevancia a lo que declaró el testigo en cuestión: afirmó que no había ningún interés en escuchar a Segovia sino a los ex funcionarios y empresarios.
Según fuentes con acceso a la causa, también dijo que las conversaciones privadas de los presos eran escuchadas en el Area 50 del SPF, a cargo de Suriano, que éste se las pasaba a Blanco y éste a Carra, quien se ocupaba de ir personalmente a la cárcel a ver a los detenidos y hacer un “ablande”, en especial cuando existía el objetivo de que se arrepintieran y declaran contra Cristina Fernández. Carra, declaró el testigo protegido, iba a Ezeiza con una gestión especial por la cual no quedaba su ingreso asentado. Se dirigía derecho al IRIC y pedía que le mandaran los presos de a uno. Lo acompañaba su custodio y/o chofer, conocido como “hombre rata”. A los detenidos les hacían saber que los estaban espiando y con eso los presionaban. También hicieron seguimientos a sus familiares o allegados que iban a verlos al penal.
Parte del relato se cotejó con hallazgos en los allanamientos, otro tanto con el contenido de los teléfonos. Suriano tenía el contacto, además, “Super Mario Bros”.
La fiscal Cecilia Incardona pidió que se cite a dar testimonio a algunos de los presos damnificados. También se opuso a las eximiciones de prisión de Carra, Sáez y otros agentes, con el argumento de que está demostrado que pueden entorpecer la investigación.