En la catedral de Buenos Aires, ante el Presidente Alberto Fernández y todo su gabinete, en ocasión del Te Deum (te damos gracias) por el día patrio, el cardenal Mario Poli hizo un ferviente llamado a la “amistad social”, a la “solidaridad” y la “fraternidad humana” subrayando que es necesario pensar en el prójimo cuando en las familias falta pan, salud, educación y justicia. Frente a esta realidad el religioso alegó que “hay un mañana esperanzador si no renunciamos a los auténticos valores que vienen del pasado”. Apoyando sus dichos en la parábola bíblica del Buen Samaritano y recurriendo al magisterio del papa Francisco en varios pasajes de su alocución el arzobispo de Buenos Aires sostuvo que “la democracia, que nos sostiene como cuerpo social organizado en instituciones, da lugar a la fraternidad, pero además requiere de la ética, la bondad y la solidaridad, la honestidad, el diálogo siempre beneficioso para el acuerdo y el compromiso por el bien común de todos. Sin estos valores que dan fundamento a la vida social, surge el enfrentamiento de unos con otros para preservar sus propios intereses”, subrayó.
“Si acaso esta oración cívico-religiosa del Te Deum es para dar gracias a Dios por su sacrificio y rogar que los tenga en su gloria, habremos realizado un supremo acto de piedad y de justicia” y es por ese motivo que “deseamos renovar nuestra fidelidad a la noble herencia que nos urge reivindicar para todos los que habitamos `la tierra bendita del pan’, porque “cuando este falta en tantas familias, es cuando más tenemos que pensar en nuestro prójimo y en sus necesidades básicas: educación, salud, justicia” sostuvo el cardenal porteño.
Ubicado en la primera fila, en lugar de privilegio frente al altar mayor de la catedral, Alberto Fernández siguió la homilía de Poli leyendo el texto que se le había adelantado y asintiendo con la cabeza algunas de las afirmaciones del arzobispo porteño. El cardenal estuvo acompañado en el acto por sus obispos auxiliares, ministras y ministros de diversos credos religiosos con presencia en el país.
“No despreciemos la fe que nos ayuda a trascender, nos pone de pie después de la caída, nos anima en la adversidad y nos permite ver posibilidades donde otros solo ven fracasos” sostuvo Poli en otro pasaje de su homilía que duró algo más de quince minutos. “Por eso me animo a decir –agregó- que no nos cansemos de promover el bien, la justicia, la paz, cuidando de transmitir a las actuales generaciones de niños y niñas, adolescentes y jóvenes los valores más auténticos y el acervo cultural que nos identifica, para que ejerzan el derecho de saber que hay futuro y razones profundas para seguir viviendo y amando en nuestra Patria”. Al respecto agregó que “confiamos a las buenas manos de las familias y de la educación pública este deseo cordial”.
En su mensaje que dirigió “a todos los argentinos que hoy sienten arder su corazón” y apoyando sus palabras en la parábola del Buen Samaritano -cuya lectura antecedió a su exposición- y en las enseñanzas del papa Francisco sobre la fraternidad y la “amistad social”, el cardenal Poli recordó que “en medio de las tensiones que parecen repetir crueles enfrentamientos, el Papa nos dice: ‘Con sus gestos, el buen samaritano reflejó que “la existencia de cada uno de nosotros está ligada a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro’ ”.
Apartándose un momento del diagnóstico el prelado apuntó que “no podemos abstenernos de evocar los inmensos tesoros solidarios del que ha dado pruebas nuestro pueblo en situaciones difíciles”. Porque, dijo, “son hombres y mujeres anónimos que no pasan de largo ante el dolor del semejante, comparten tiempo, bienes y sin medir sacrificios renuevan en el cuerpo social el anhelo de felicidad que Dios ha puesto en el corazón de cada ser humano”. Haciendo suyas palabras del Papa insistió en que “la esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a los ideales que hacen la vida más bella y digna”.
Después de pedir que “Dios bendiga a todos los que convivimos en la Nación Argentina” el cardenal Poli finalizó su homilía exclamando “¡Viva la Patria!” esperando la misma respuesta de los asistentes. Frente a lo que consideró una contestación poco elocuente de los participantes el arzobispo dijo “no se oyó” y volvió a repetir con más fuerza la apelación “¡Viva la Patria!” que en ese caso sí logró un contundente eco de los asistentes a la ceremonia.