El porteñocentrismo que se asombra porque es negro, tiene ascendencia coya y trabajó muchos años en la recolección de basura ignora que el jujeño Alejandro Vilca es, desde hace casi cuatro años, legislador provincial. Él y tres camaradas más habían logrado cuatro bancas en aquella elección histórica donde el entonces Frente de Izquierda además accedió a los concejos deliberantes de San Salvador, Palpalá y Ledesma, tres de los cinco distritos más grandes de la provincia. Eso ocurrió en 2017, hito refundador del trotskismo en Jujuy, un proyecto que tiene en Vilca a su basa visible, pero alrededor de él a una militancia expansiva y cada vez más numerosa en una provincia históricamente dominada por el bipartidismo.

En una elección atravesada por la pandemia, con discursos a media asta, índices difíciles y el alarmante avance de facciones de extrema intolerancia, la irrupción de Vilca emerge como un refresco que habilita a -al menos- imaginar una agenda política más amplia que la que intentan instalar desde números púlpitos variopintos voceros de derechas.

Sin embargo, el flamante diputado electo por el FITU (el primero que encaja la izquierda jujeña en su historia) genera sorpresa solo a quien no conoce el trabajo de base que tanto él como su espacio vienen desarrollando en la provincia norteña desde hace diez años, cuando el entonces PTS se lanzó a su primera experiencia electoral sin grandes resultados, pero con el objetivo claro de avanzar todo cuanto fuera posible. Así, poco a poco, fueron llegando a pueblos, fábricas, facultades, organizaciones sociales, colocando fichas rojas en esa provincia de complejidades geográficas y disparidades sociales.

Hasta que en 2017 sucedió lo inesperado: el trotskismo jujeño arañó el 20 por ciento en las elecciones generales (una cifra muy por encima del standard de la coalición en el resto del país), cerquita de consolidar el segundo lugar que durante varias horas de aquella madrugada el recuento sugería.

Curiosamente, en las recientes elecciones Vilca y su espacio repitieron la misma colocación que cuatro años atrás. Solo que, en esta ocasión, cambiaron las relaciones de porcentajes con los otros contendientes, y entonces el sistema D’Hondt hizo el resto: en vez de repartir dos bancas para la primera fuerza y una para la segunda, las tres que renueva la provincia en la Cámara baja se distribuyeron de manera equitativa. Exactamente eso es lo que le permitirá a Vilca virar de San Salvador de Jujuy al frente del Kilómetro Cero de las rutas argentinas: el Congreso de la Nación.

El 25,08 por ciento que consiguió el FITU lo colocó a un pellizco del segundo lugar, a manos del Frente de Todos, con el 25,85 por ciento (apenas tres mil sufragios de diferencia en una masa de 400 mil votantes). Una inesperada recompensa frente a la magra cosecha que la coalición de izquierda había obtenido en junio pasado, cuando el gobernador cambiemita Gerardo Morales desdobló las elecciones provinciales de las nacionales y se salió con la suya: la estrategia pulverizó a sus perseguidores y le permitió concentrar bancas tanto en la legislatura provincial como en los diversos concejos deliberantes locales.

No voy a negarlo: uno siempre aspira a llegar al Congreso de la Nación, lo sueña. Pero lo veíamos como una quimera. Sobre todo después de las elecciones de junio, donde no nos fue bien, y encima denunciamos que nos quitaron votos, pero la Justicia alineada a Morales no accedió y entonces no pudimos renovar las bancas que teníamos tanto en la Legislatura como en distintos concejos deliberantes”, dice Alejandro Vilca desde San Salvador, contento por la proeza histórica que lo erige como el primer diputado trotskista en la historia de Jujuy, pero notablemente cansado tras un año áspero.

Aprovechándose del frío peludo del invierno jujeño, los estertores de la segunda ola de covid y cierta abulia del electorado, Morales adelantó las elecciones provinciales a junio y su frente concentró el 42 por ciento de los votos ante la dispersión de una decena de contendientes, ayudado además por la imposición del piso de cinco puntos de los sufragios positivos para aspirar a una banca en la legislatura provincial. El FITU estuvo a un pelo de eso, pero quedó afuera de todo quizá por esas urnas que la Justicia jujeña no aceptó reabrir.

Sin embargo, las PASO cambiaron completamente el panorama. “A pesar de que algunas encuestas nos daban quince puntos, sinceramente no teníamos muchas expectativas. Aunque conseguimos casi el 24 por ciento y eso nos dejó a la vista de muchos sectores como una posibilidad real de frenar al poder y a bipartidismo jujeño. Creo que eso generó una efervescencia entre los propios jujeños”, reconoce Vilca.

Muestra de esto último fue la faena pulmonar que llevó al FITU a moverse por toda la provincia gracias a un literal trabajo de casa por casa: con apenas cinco locales partidarios en todo Jujuy, las reuniones en el interior se realizaban en hogares, en galpones, en plazas y hasta en las veredas. “Muchas personas se acercaron espontáneamente a apoyar y a ayudar. A difundir nuestras propuestas. Y algo muy importante: a fiscalizar. Hay alrededor de dos mil mesas en toda la provincia. Para las PASO no teníamos más de quinientos fiscales, pero ahora logramos triplicar la cifra. Eso nos ayudó mucho a ‘cuidar’ los votos”, explica Vilca.

A pesar del recurso humano dispuesto a defender los votos del FITU en el recuento, hubo innumerables denuncias de faltante de boletas, listas rotas o la suplantación por las de las PASO, las cuales terminan siendo invalidadas. Eso no le impidió a la lista encabezada por Alejandro Vilca terminar segunda en la capital y en Palpalá, e incluso ganar en Humahuaca. “Todo fue histórico y muy emocionante”, dice el flamante diputado, profundamente conmovido.

“Es un orgullo aportar a este proyecto nacional de izquierda desde el interior, pero también se abre el desafío de disputar la segunda fuerza en la provincia. Estamos ante un escenario de polarización de los extremos frente a la crisis: algunos ven la salida por derecha, pero lugares como Chile, Ecuador o Colombia, donde las masas se expresaron en las calles por un cambio profundo, demuestran que la opción de la lucha de la izquierda también consigue cosas. Llegamos a una instancia de desafío y expectativa y queremos estar a la altura de esta circunstancia histórica”.