El ministro de Economía y candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, se refirió a la propuesta de su contrincante libertario sobre el “rescate” de las Leliqs y los pasivos del Banco Central para dolarizar la economía argentina. Y alertó que «lo que Javier Milei dijo es que si él es Presidente, va a haber un Plan Bonex”. Para aclarar aún más la cuestión, explicó: “Lo que está diciendo es ‘voy a manotear el dinero de los ahorristas’”.
En caso de que Milei llegue a la Casa Rosada y aplique esa vieja receta, se reeditaría el programa económico que implementó en 1989 el gobierno de Carlos Menem para bajar –sin éxito– la inflación, y que dejó un tendal de ahorristas damnificados. ¿Qué fue el Plan Bonex? Los detalles de este programa y las razones de su fracaso.
El nacimiento del Plan Bonex
Para entender el Plan Bonex (que viene de Bonos Externos) es necesario comprender el contexto inmediatamente previo y su origen. La gestión de Menem había comenzado con el programa de la cerealera Bunge & Born, que fracasó en bajar la hiperinflación heredada del gobierno de Raúl Alfonsín.
El radical debió adelantar las elecciones por la gigantesca aceleración del incremento de precios que para fines de la década de los 80 superaba el 3.000% anual. Estos niveles inflacionarios, sumados a la creciente devaluación del Austral (moneda nacional de ese entonces), generaron que algunas empresas comenzaran incluso a liquidar los sueldos semana a semana.
El clima social empezó a caldearse, lo que derivó en una mayor tensión en la calle y saqueos. Pero además, muchos de los asalariados se quedaban con el dinero necesario para vivir una semana en el bolsillo y el resto lo ponían en depósitos de plazo fijo a siete días con el propósito de que los intereses, que alcanzaban 138% mensual en junio de aquel año, ayudaran a que sus ingresos corrieran un poco más cerca de la inflación. Esto provocó una inmensa montaña de vencimientos plazos fijos que rondaba los 3.000 millones de dólares.
En paralelo, el Estado sufría de un enorme déficit fiscal; una balanza de pagos deficitaria que consumía las divisas necesarias para pagar la elevada deuda externa; y además, el Banco Central había consumido casi todas sus reservas en el intento por contener la cotización del dólar.
En qué consistió el programa económico
La crisis que no logró resolver el gobierno de Menem en sus primeros meses devino en un recambio de ministro de Economía. Tras su asunción, Antonio Erman González dispuso la liberación del tipo de cambio y anunció que a los titulares de los plazos fijos se les devolvería sólo 1 millón de australes en efectivo (555 dólares en aquel entonces) y que, desde esa suma en adelante, por la diferencia se entregarían los Bonex 89, bonos con plazo a 10 años y con vencimiento en 1999.
“Los depósitos a plazo fijo van a ser convertidos y canjeados por Bonex, bonos de la deuda externa argentina serie 1989”, confirmó el expresidente Menem el 28 de diciembre de 1989.
El decreto (36/90), que se publicó el 3 de enero siguiente, expresó los argumentos de la decisión y fundamentó que “para que la moneda nacional recupere su valor adquisitivo resulta imprescindible limitar la circulación en australes a lo estrictamente necesario”. De esa manera, el Gobierno también buscaba desincentivar que esos australes se fueran a la compra de dólares.
Plan Bonex: qué pasó con los ahorristas y por qué fracasó
La medida significó un enorme perjuicio para los ahorristas. Los Bonex tardaron varios meses en imprimirse y en un primer momento cayeron un 25% nominal en el mercado secundario. En tanto, los ahorristas perdieron tres cuartas partes del monto original que habían depositado. Un año después, el valor de los bonos se estabilizó en una paridad cercana al 80%.
Muchos ahorristas se presentaron ante la Justicia, como el famoso caso “Peralta”, aunque la Corte Suprema de Justicia de ese entonces, con la denominada “mayoría automática” alineada al menemismo, falló a favor del Estado y formalizó la constitucionalidad del decreto 36/90.
A su vez, con el pasar de los meses, la inflación no bajó. Por los problemas que el programa implicó para los ahorristas, se comenzaron a aplicar excepciones que, junto a los crecientes rumores de corrupción y denuncias contra algunos sectores del Gobierno, provocaron un rebote inflacionario.
La suba de precios alcanzó un 700% en el primer cuatrimestre de 1990. En febrero de ese año, González debió renunciar para dar paso a Domingo Cavallo, padre del Plan de la Convertibilidad.