El ministro de Economía, Sergio Massa, se juega en enero un partido clave para ver si es más o menos posible cumplir con su promesa: que la inflación de abril empiece con un tres. En ese camino, el primer mes del año es un escalón clave. Es que si bien es cierto que es tramposo el pronóstico de un tres adelante (un 3,9, por caso, sería casi un 4), si en enero el IPC del INDEC se despega mucho del 5,1 de inflación de diciembre, la meta se pone más dura. 

Según confiaron fuentes oficiales, el diagnóstico cuando el período casi está cerrado es que el IPC rondará los 5 puntos, con una mayor estabildad o desaceleración en canasta básica y un empuje mayor de rubros: los precios regulados y los sectores relacionados con la temporada de verano. En Economía observan que Hotelería y Turismo tirarán para arriba, al igual que algunas frutas y verduras. 

Mientras que los precios de alimentos y bebidas en supermercados se mantendrían estables o desacelerando en relación al 4,7 por ciento de diciembre, que ya estaba por debajo de la media inflacionaria de ese mes. Este diario dialogó con empresarios del supermercadismo que relataron que no han visto impacto de la suba del dólar blue en los precios, y a la vez perciben un respeto a la pauta de aumentos autorizados por Massa para los productos que están fuera de Precios Justos. 

De hecho, ya hay al menos dos empresas grandes y multinacionales de bebidas que enviaron listas con aumentos de precios de 3,2 por ciento, la nueva pauta que les marcó el secretario de Comercio, Matías Tombolini, luego del 4 por ciento autorizado en la última parte del 2022. Con esa modalidad, Massa busca bajar la velocidad a la que corra la inflación de alimentos, pasando del 7 en julio del 22 a menos de un 4 en la primera parte de este año. Por primera vez en mucho tiempo, en estos meses se verá una menor suba de alimentos básicos que de otros rubros. 

Los regulados, un enemigo interno

Como el IPC es un promedio de rubros, aún con menos peso de alimentos, la inflación podría dar por encima de los 5 puntos por empuje de los precios regulados. La referencia es para el aumento de conbustibles, boletos de trenes y colectivos, tarifas y medicina prepaga. 

En el caso de las naftas, el escenario está más ordenado porque si bien se autorizaron subas, también fueron con la pauta del 4 por ciento, para alinear expectativas. En el caso de la medicina prepaga, en enero operará la segunda parte del aumento de 13,8 por ciento, que será en este caso de 6,9 por ciento, varios puntos por encima de la inflación general. 

Lo mismo ocurre con las subas promedio de 30 por ciento en los boletos de trenes y colectivos. Lo particular de estos rubros es que son todos aumentos que dependieron directamente de la voluntad política del Gobierno para ser convalidados. Es decir, en un escenario de altísima inflación, el Estado decidió aún así correr el riesgo de demorar la desinflación para priorizar la actualización de tarifas, en línea con lo pedido en el acuerdo con el Fondo Monetario (FMI). 

Qué ven las consultoras

En las últimas horas, el Centro de Investigación y Finanzas de la Universidad Di Tella estimó una inflación de 70 por ciento para el año, con enero un poco por encima del IPC de diciembre. Si bien la estimación supera en 10 puntos la previsión oficial, incluye una consideración de los precios del año a la baja. 

A diferencia de otros meses, las consultoras privadas muestran cierta dispersión en el pronóstico de inflación de enero. Algunos casos, Libertad y Progreso, una consultora más ligada al liberalismo, informe un IPC de 6,3 por ciento. Mientras que Eco Go, la consultora de Marina Dal Poggeto pronosticó un 5,4 por ciento. 

Desde Analytica, la consultora de Ricardo Delgado, hablan de un 5,8 por ciento de inflación, mientras que el REM del Banco Central, que mide un promedio de IPC de consultoras de la City, espera una inflación de 5,6 por ciento, versus el 5,5 por ciento que había esgrimido para diciembre del 2022.