Por Pablo Oro

San Luis (LaNoticia) 19-08-2020.   Por estas horas, cuando todavía resuenan las bocinas y cacerolas de la marcha de ayer, el clima de las redes sociales está más efervescente que nunca. Demasiada sensibilidad, poca tolerancia al que piensa distinto, mucho revanchismo sin sentido. La famosa grieta que le llaman, hoy más que nunca en la virtualidad. Sobre esto una advertencia: Por favor, no busquemos culpables. Todos colaboramos un poquito.


Ahora les cuento. Tomé la decisión de borrar un posteo en mi muro de facebook, con solo dos palabras que sintetizaban mi opinión sobre un hecho puntual y no sobre la marcha opositora en sí. La agresividad de algunas opiniones (no todas) y la pretendida imposición de criterios para «comunicar» (en mi muro!!) me hicieron borrar lo posteado.
En definitiva, borré un elemento más de discordia (no pretendo y tengo esperanza que este texto tampoco lo sea). Es casi imposible sostener un intercambio respetuoso despojado de fanatismos. Lo digo con pena y cierta resignación.


La pandemia y las situaciones extremas sacan lo mejor y lo peor de nosotros. Frase que vengo repitiendo, pero reafirmando con cada día de ASPO o DISPO. Y eso se nota mucho más en redes sociales. Susceptibilidad e intolerancia en su máxima expresión.
Que poco nos duró el «clima de unidad» del inicio de la pandemia. Ojo, no está mal que haya proyectos distintos de país. Para eso están las elecciones cada dos años y la posibilidad de manifestar descontento, cuando sea necesario, a nuestras autoridades (como sucedió ayer). En definitiva así funciona la democracia, pero no todos los que protestan tienen los mismos intereses. En muchas personas (en la calle y en la redes) aflora cierto espíritu golpista que dominó gran parte del siglo pasado en Argentina. Soy de los que piensan que está bien que la gente se manifieste en libertad y que los gobiernos sepan escuchar y entender esos mensajes. Pero lo de ayer fue una mezcla de un montón de quejas, que van desde la cuarentena, la reforma judicial, la corrupción y el más fuerte en mi opinión, el antikirchnerismo. A 8 meses de haber asumido el gobierno de Fernández hay un inusual récord de marchas en su contra y encima en el marco de una situación extraordinaria e histórica. Una pandemia que nos tiene a todos viviendo un mundo distinto y nuevo.


Digámoslo claro, la gran mayoría de los que ayer se movilizó no votó a este gobierno, no le gusta, ni le gustará nada de lo que haga. Eso se pudo leer, escuchar y ver en las consignas y carteles de la marcha en la cobertura de los medios. Aún así pienso que el gobierno (cómo cualquier gobierno elegido por el pueblo) debe saber leer cada protesta, tal cuál lo dijo el propio presidente la noche en que fue electo.


La historia se repite, una y otra vez, con cualquier gobierno de los últimos 20 años. Kuka, gorila, izquierda, derecha, los rótulos para la descalificación de cualquier idea. Y en redes sociales, el clima es cada vez más denso. Las fotos de mascotas y familiares, las frases de autoayuda, las memes graciosas sobre el personaje de moda, quedaron en minoría contra los posteos cargados de mucho odio y con alusiones políticas partidarias, de un lado y del otro. Navegar unos minutos en Facebook o Twitter (por ahora zafan Instagram y Tick tock) es como navegar en una cloaca. Mierda (perdón por la expresión) por todos lados, casi un todos contra todos.


Sin embargo, sueño con un país de consensos a pesar de las diferencias ideológicas. ¿Será mucho pedir? Lo sé, parece una utopía, pero la creo absolutamente necesaria.
Por lo pronto me conformaría (y lo espero) que baje la espuma de la efervescencia y la bendita pandemia pase pronto. En definitiva, algo habremos aprendido, quizás. Es que las certezas en Argentina no existen. Pero de utopías, estamos llenos.