No hubo ni la invasión “inminente” de Ucrania pregonada por la Casa Blanca desde hace varias semanas, ni una reanudación del diálogo sobre la situación en el Este de Ucrania, ni menos aún la cumbre entre los presidentes de Estados Unidos y Rusia anunciada por la presidencia francesa.
Vladimir Putin reconoció la independencia de Donetsk y Lugansk
Vladimir Putin sacó una carta que dejó a Occidente sumido en el estupor: el mandatario ruso reconoció por decreto la independencia de las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk, en el Donbás. Seguidamente, Moscú ordenó el despliegue de tropas rusas en la zona para “mantener la paz” y agregó un decreto llamado “de amistad y reconocimiento mutuo” con el cual, como se trata de territorios reconocidos como “independientes”, abre la posibilidad a una intervención militar de mucha más amplitud.
Emmanuel Macron, el mediador
La primera secuencia final de esta crisis resulta aún incomprensible. El domingo, el presidente francés Emmanuel Macron asumió una nueva misión mediadora y habló una hora y 45 minutos con Vladimir Putin, con el presidente de Estados Unidos Joe Biden y con el jefe del Estado de Ucrania Volodímir Zelenski.
La presidencia francesa indicó, al cabo de esos diálogos, que Putin y Macron “se pusieron de acuerdo sobre la necesidad de restablecer el alto el fuego» en el Este de Ucrania. Los comunicados, además, reafirmaron la reanudación de las negociaciones diplomáticas en torno al conflicto en el Este de Ucrania, así como una amplia mesa donde se abordaría el tema de una nueva arquitectura de seguridad en Europa, uno de los temas más sensibles para la parte rusa porque implica el fin de la extensión de la Alianza Atlántica hacia los países del Este de Europa.
En la madrugada europea, el palacio presidencial francés adelantó también que Putin y Biden habían aceptado participar en una cumbre. Todo parecía resuelto hasta que al mediodía el Kremlin afirmó que hablar de una cumbre era “prematuro”. El apagón de todas las opciones diplomáticas llegó luego cuando Vladimir Putin firmó el decreto mediante el cual reconocía la independencia de esas dos regiones que, desde hace casi una década, atraviesan una encarnizada guerra entre separatistas rusos y militares ucranianos que ya dejó un saldo de casi quince mil muertos según cifras de las Naciones Unidas.
Putin lo había anticipado
Durante sus respectivas conversaciones telefónicas, Putin había advertido a Macron y al canciller alemán Olaf Scholz que tenía “pensado” reconocer a las dos repúblicas. Sin embargo, nadie creyó realmente que lo que parecía como un medio de presión suplementario se tradujera en una opción real.
Los separatistas rusos controlan de hecho Donetsk y Lugansk, lo que equivale a un tercio del territorio, pero exigen toda la gestión de la región del Donbás. Por ahora, sólo se trata de una parte del Donbás y no de todo el territorio. Esa confrontación y los medios de establecer un alto el fuego fue la que bloqueó durante más de un mes la posibilidad de un apaciguamiento del conflicto entre Rusia y Occidente.
El presidente francés, con quien Putin parece haber jugado como si fuera un yoyo, ha sido el primer golpeado por una decisión rusa que París calificó de “deriva ideológica”. Francia también consideró que el discurso pronunciado ayer por Putin contenía consideraciones “rígidas y paranoicas” y que con su postura “eligió claramente no respetar sus compromisos” así como la palabra dada a Macron.
Consejo de Seguridad de la ONU
El jefe del Estado francés condenó la decisión de reconocer las dos repúblicas, reclamó “sanciones europeas específicas” así como una reunión urgente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El disparate diplomático que se viene en los próximos días es digno de una opereta. Durante todo el mes de febrero quien preside el Consejo de Seguridad de la ONU encargado de organizar la reunión no es otro que Rusia.
En las capitales europeas predomina la certeza de que, desde un principio, Putin tenía preparados sus decretos y que estuvo jugando con el calendario para ganar tiempo y situarse en una posición de fuerza. Fuera de las sanciones, Occidente poco puede hacer contra los pasos dados por Moscú, a menos que arme a Ucrania o firme algún acuerdo de cooperación militar que puede desembocar en una guerra entre potencias nucleares. Putin se alzó en pocas horas como el líder de una superpotencia con quien Occidente ya no puede hacer lo que se le antoja. Cabe recordar no obstante que Ucrania no es miembro de la OTAN y que su postulación a ingresar a esa alianza militar está en el cajón desde 2008.
Sanciones contra Rusia
Las primeras medidas contra Rusia fueron anunciadas por Estados Unidos y la Unión Europea, la cual se apresta a activar una salva de sanciones. Los 27 miembros de la UE se reunirán este martes para decidir la amplitud y los sectores a los cuales se le aplicarán las sanciones. Estas son las intenciones, los hechos son más intrincados. No todos los miembros de la UE están de acuerdo con sancionar a Rusia inmediatamente.
Países como España, Italia y Alemania, muy preocupados por el suministro de gas ruso, temen que si se va demasiado lejos con las sanciones ello genere una crisis energética que, por sus efectos, pondría en peligro la lenta recuperación económica que se viene dando después de la pandemia. No es entonces seguro que los funcionarios de Bruselas tengan las manos libres parta castigar a Rusia como lo desean.
El antecedente de Crimea
Dos frenos se oponen: el primero es la dependencia energética de ciertos países. El ochenta por ciento del gas y petróleo que consume Italia viene de las importaciones. Alemania, con una dependencia de casi cincuenta por ciento del gas ruso, también tiene un margen de maniobra reducido. En 2014, cuando Rusia anexó a Crimea, la UE excluyó de las sanciones contra Rusia a los sectores de la energía y las finanzas.
El otro freno es geopolítico: por ahora, Rusia no invadió Ucrania. Si los europeos van muy lejos con sus sanciones Putin podría decidir atravesar la frontera en la cual ha desplegado más de 150 mil soldados. La mega crisis no ha cerrado por completo los saturados canales diplomáticos. El próximo 24 de febrero, en Ginebra, el secretario de Estado norteamericano Anthony Blinken y el jefe de la diplomacia rusa Sergueï Lavrov participarán en un nuevo encuentro cumbre.
Por ahora, Europa se acercó más que nunca a las fronteras de la guerra. París y Berlín han sido los dos países fuertes de la Unión que han optado por creer en el dialogo y la negociación. Occidente se durmió el domingo sobre la almohada diplomática y se despertó el lunes sobre las brasas de una auténtica guerra.