Cristina Castro lo sintió en su interior hace dos meses, cuando los patrulleros le bloquearon el paso en Mayor Buratovich, y hace una semana cuando llegó a la Ciudad de Buenos Aires y dijo «vengo a llevarme a mi hijo en un cajón», antes de la autopsia que recién oficialmente confirmó que el esqueleto que apareció el 15 de agosto en un cangrejal de Villarino Viejo es el de Facundo Astudillo Castro. La jueza federal María Gabriela Marrón confirmó la identificación en una audiencia remota que mantuvo con la madre del joven de 22 años, que salió de su casa el 30 de abril rumbo a Bahía Blanca pero nunca llegó a esa ciudad.

La madre de Facundo escuchó el informe de la jueza junto a sus abogados y los de la Comisión Provincial por la Memoria. De la audiencia también participaron la fiscalía y los peritos oficiales del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) que realizaron el análisis de los restos óseos encontrados en el canal Cola de Ballena, cerca de Bahía Blanca.

A partir de esta identificación los especialistas de las diversas disciplinas deberán presentar sus respectivos informes, que serán analizados por el EAAF y la perito de la familia, Virginia Creimer, junto con los estudios complementarios (tomas de agua y suelo del lugar del hallazgo del cuerpo) y con los resultados de los peritajes realizados a la zapatilla que apareció al lado del esqueleto descarnado y con partes faltantes (ambos brazos) en intactas condiciones, incluso sin suciedad ni restos de sal a pesar de que el sitio es parte de una ría que se funde a pocos metros de allí con el mar.

Los interrogantes a responder tienen que ver con la data de la muerte y la forma en que ésta sucedió, siempre tomando como contexto el marco de un episodio de violencia institucional. De hecho, se aplicó el protocolo de Minnesota que corresponde a las muertes de personas en custodia de fuerzas policiales o de seguridad.

Las hipótesis de la causa

La causa tuvo una primera parte que transitó en la justicia provincial como averiguación de paradero, pero a partir de julio esa jurisdicción declinó su competencia y la denuncia por desaparición forzada que realizó la familia fue aceptada por la justicia federal. Sin embargo, la fiscalía a cargo de Santiago Ulpiano Martínez mantiene abierta la idea de que Facundo haya muerto por accidente y no a manos de la Policía Bonaerense.

«Hay dos personas que dicen que estaba tirado en la ruta nacional, nadie se pone a tomar sol en una ruta. Eso dicen los testigos, que llamaron a otra persona, que llamó al destacamento. Facundo estaba ahí, o muerto o tirado, inconsciente, en la ruta, después de que lo agarraron le pegaron. Y no sé si le siguieron pegando, pero ya tenemos el dato de que lo desapareció la policía de la provincia», insistió este martes Leandro Aparicio, uno de los dos abogados que representan a la madre de Facundo Astudillo Castro.

La versión policial sostiene, en cambio, que al joven de Pedro Luro lo pararon en Mayor Buratovich, le hicieron la infracción por violar la cuarentena y lo dejaron seguir su camino, que una oficial de civil lo acercó con su auto particular hasta Teniente Origone, donde lo volvió a parar otro policía que también permitió que continuara hacia su destino. Las inconsistencias de estos relatos fueron las que motivaron la intervención en primer lugar de la CPM, y más tarde de la Procuración de Violencia Institucional (Procuvin), Amnistía Internacional e incluso la CIDH y las Naciones Unidas.

La confirmación se produce luego de que el lunes se filtrara el dato, algo que molestó tanto al juzgado como a la familia, de la sede cordobesa del EAAF o de «fuentes judiciales» invocadas por los medios que lo difundieron, porque los antrolólogos forenses de ese equipo tienen un estricto protocolo que consiste en informar siempre en primer lugar a los familiares de la víctima.