El Gobierno y los acreedores internacionales llegaron a un principio de acuerdo para cerrar la reestructuración de la deuda. Por el momento no hubo un comunicado oficial pero la reacción del mercado con saltos de más del 10 por ciento en el precio de las acciones adelanta el cierre de las negociaciones para hacer el canje exitoso de los bonos bajo Ley extranjera.
Las diferencias monetarias entre lo que ofreció el equipo económico en la última enmienda enviada a la Comisión de Valores de Estados Unidos y lo que pedían los bonistas era menor a los 3 dólares de valor de recupero. Para los fondos de inversión se trataba de una diferencia insignificante que no justificaba avanzar en un juicio contra la Argentina por default. Para el país, como se encargó de remarcar el ministro en su entrevista con Página/12, podía implicar miles de millones.
Entre los operadores del mercado aseguraban que era irracional que los bonistas agrupados en Ad Hoc, Exchange y ACC no acepten la propuesta de la Argentina, que en los últimos meses ofreció mejoras importantes respecto de la oferta inicial para alcanzar un acuerdo. Como en toda negociación, siempre es difícil el tironeo final, aunque implique menos concesiones en las dos partes que las ya realizadas.
De allí que es en este punto donde las posiciones se endurecen antes del apretón de manos. Igualmente, hasta que no se firma, un acuerdo no existe. No hace falta remontarse muy lejos para buscar ejemplos. «Aprendan de Ecuador», le reclamaban los voceros de los bonistas al Gobierno, en referencia al rápido acuerdo al que supuestamente había llegado Lenin Moreno con sus acreedores, gracias a su espíritu conciliador con los reclamos ajenos. Aparecieron dos fondos que no refrendaron lo sostenido por BlackRock, la negociación quedó en suspenso y el riesgo país de Ecuador superó al argentino.
Página/12 informó ayer que Guzmán hablaba todos los días con emisarios de BlackRock, lo que dejaba claro que más allá del bochinche pro acreedores de la mayoría de los medios, amenazando con el infierno si no se cedía incondicionalmente a todos los reclamos de los fondos, estaba latente la posibilidad de un último acercamiento que selle el acuerdo.
Aunque no cambian las condiciones reales de la economía argentina, golpeada doblemente por el calamitoso desmanejo macrista y la pandemia, las posibilidades de finalizar en forma exitosa la negociación servirá para oxigenar las presiones mediáticas que buscan desdibujar el rol del Estado, y en particular del gobierno de Alberto Fernández, en el manejo de la actualidad económica. Un primer efecto se notará seguramente en el mercado cambiario, que seguramente, si se cierra el acuerdo, sufrirá menos presiones en los próximos días.