Con un IPC tres veces menor que el que dejó Massa, llegar a fin de mes es una odisea: el 20 por ciento más pobre usa el mismo porcentaje de sus ingresos para pagar servicios y tarifas que el 20 más rico. La diferencia, además, es que los más pobres y los sectores medios usan casi 40 por ciento del ingreso en Alimentos, más del doble que los más pudientes. Economistas creen que los salarios corren muy por atrás de los precios y que la suba de regulados no se detiene.
El modelo económico de Javier Milei, una desregulación total de los precios con una política de ingresos pisados, generó un contraste pocas veces visto de manera tan clara: en las encuestas y las consultas en las calle la totalidad de la gente asegura que es imposible llegar a fin de mes y que los precios siguen subiendo; en paralelo a que el Gobierno celebra una desaceleración de la inflación que se ve en los números, pero no se percibe desde lo social. El fenómeno es cada vez más extendido y se coló en diferentes debates sobre por qué la plata alcanza cada vez menos si la inflación es tres veces menor que la que dejó la gestión económica de Sergio Massa.
La Encuesta de Gasto de los Hogares que publica el INDEC echa luz sobre muchos de estos problemas. El primero es que los ingresos siguen siendo nominalmente mucho más bajos que los precios regulados, lo que hace que las subas porcentuales de los salarios por sobre la inflación no logren reponer poder de compra. El segundo, que la disparada de precios de tarifas y servicios no frena, y el 20 por ciento de los hogares más pobres usan el mismo porcentaje de su presupuesto familiar que usa el 20 más rico para pagar esos servicios. Con el problema extra que los menos pudientes usan el doble del ingreso que los ricos para la compra de alimentos. Esto redunda en un consumo general derrumbado porque no son sólo los sectores medios los que tienen ingresos comprometidos en precios regulados, sino también los más pobres. Si bien estos últimos cuentan con cobertura de tarifa social, sus consumos son mayores y más ineficientes.
Puesto en cifras, el primer quintil, el 20 por ciento más pobre de la sociedad, usa el 14,2 de sus ingresos en Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles. Mientras que el 20 por ciento más rico usa 14,6. Todo esto sin sumar lo que los pobres gastan, además, en Salud, Transporte y Educación. La diferencia sustancial, además, está en Alimentos: la parte más pobre de la sociedad gasta casi 35 puntos de su presupuesto en canasta básica (no incluye Bebidas con Alcohol), los ricos sólo el 15.
Esta ecuación derriba un mito y explica un fenómeno: los precios regulados, que Milei liberó y no paran de aumentar, le pegan a los sectores medios y bajos, que explican el 80 por ciento del consumo masivo. Por eso, las ventas en supermercados se desploman 17 por ciento y, en los barrios, la caída es mayor. En síntesis, hasta los más pobres están bajando el consumo básico para pagar costos fijos.
El dilema de los ingresos
Si se mira del lado de los ingresos, se explica el resto de la historia. El ingreso medio del 20 por ciento más pobre, por hogar y según la EPH, es de 175.664 pesos; mientras que un hogar que está en el 20 por ciento más rico, tiene un ingreso de 1.704.220 pesos. Si bien se ha discutido históricamente si hay o no subestimación de ingresos en la Encuesta del INDEC, los sectores que están en el medio usan el mismo porcentaje para pagar servicios, con sueldos del hogar no mayores al millón de pesos, en el mejor de los casos.
«Que no alcance la plata es un tema de recesión, no de precios. Los salarios siguen yendo a una velocidad menor que la de los precios», dijo a Página I12 Fausto Spotorno, economista de la consultora Orlando Ferreres. El especialista asegura que «lo que hay es una transformación de la matríz del consumo y el gasto». Aquí está uno de los asuntos centrales: la liberación de precios totales, pero sobre todo los regulados, lo que hace es que aún con aumentos porcentuales por sobre la inflación, los ingresos no puedan recuperar poder de compra. Porque al ser los regulados (tarifas, prepagas, colegios, peajes, combustibles, etc) valores nominalmente altos, con cualquier suba porcentual terminan detonando el gasto de los hogares.
No es lo mismo que aumente, por caso, 6 por ciento (2 puntos por encima de la inflación) un ingreso de 500 mil pesos, que el hecho de que todos los servicios aumenten, juntos, en ese promedio. Además, ese 6 por ciento de alza es, en el último mes según el RIPTE, sólo en salarios privados registrados, una porción menor.
Para Martín Kalos, titular de EPyCA consultores, «si los salarios se licuan, el único que va a poder consumir más es el 10 por ciento de más ingresos, porque es el que tiene paritarias». El economista agregó, además, que «los sectores más ricos tienen consumos más eficientes, y las tarifas subsidiadas a los pobres se dan sobre una población que, naturalmente, gasta de manera menos eficiente porque tiene menos ingresos». En la misma línea, el economista consideró que «cuando alguien esta pensando que va a mejorar el consumo en 2025 (eso dice el Presupuesto), ¿qué consumo? el del alto poder adquisitivo, el formal registrado de paritarias, porque abajo tenes informales y publicos, que perdieron, y la transferencias dl Estado a los hogares también empeoraron».
Los costos fijos no paran de subir
En la ecuación de las familias, el problema del alza de los regulados es central, porque corren muy por encima del IPC. Algunos casos: las prepagas subieron casi 200 por ciento desde diciembre a hoy; el subte más de 750 por ciento, la tarifa de colectivos 600 por ciento y los celulares 190 por ciento. En tanto que la luz y el gas oscilan, al día de hoy, en subas arriba del 500 por ciento, cuando aún el camino de los aumentos.
Vale decir que el cálculo del gasto familiar de sectores pobres y medios no tiene computada la evolución del alquiler, que superó ampliamente la inflación en casi todo este año. Por todo esto es ve que, en encuestas de todo tipo y color, que casi 8 de 10 dicen que no llegan a fin de mes y que el día 15 ya se quedaron sin plata.
En paralelo, hay otro problema. Según el Gobierno, faltan corregir precios. Juan Manuel Telechea, director del Instituto de Economía y Trabajo (ITE) publicó en su cuenta de X que «los servicios vienen aumentando bastante por encima por la quita subsidios en las tarifas (gas, luz, transporte), pero también porque acá el componente principal es no transable y ahí pega la recuperación de los salarios».
El economista agregó que, también, «la inflación de bienes, que es la que tiene mayor componente transable y por lo tanto la que más responde al tipo de cambio, se estancó por encima del crawling peg del 2». Acá entra a jugar, también, la variable precio de los Alimentos, que ponderan alto en el IPC. El Gobierno festejó una inflación mayorista del 2,1 por ciento, cuando el último IPC dio 4,2 con los alimentos subiendo 3,6 por ciento. Es decir, se da un cóctel de una canasta básica cara tras la devaluación de 120 por ciento de Milei, con subas constantes de regulados. La tormenta perfecta.