2021 un año electoral, la antesala del 2023 y del futuro inmediato en San Luis, encuentra parte de la oposición unida, pero con algunas traiciones a cambio de cuestiones netamente personales, propias de “tilingos de la política” y alejadas del mandato popular como los definía el peronista Arturo Jauretche allá por la década del 60.
Por eso se habla con razón de un buen político como de una persona ingeniosa que generalmente consigue lo que desea. En un sentido genérico, podemos hablar de una buena o mala política empresarial, sindical, universitaria, religiosa. Pero la política propiamente dicha y la que nos interesa predominantemente en este escrito, es la política relacionada con el Estado y con sus órganos de gobierno y de poder.
Y nos interesa porque el “tilingo” y la “tilinguería” en estos medios nos afectan a todos. Sus efectos, sus consecuencias, inundan no sólo los bordes de nuestras vidas sino sus entretelas. Todos tenemos la forzosa y desdichada tarea de levantar los documentos impagos que produce la “tilinguería” en su paso por los gobiernos.
Estas cuestiones son las que marcaron grandes discusiones dentro de San Luis Unido y de cómo es el manejo de algunos dirigentes, que obedecen a la política por intereses propios y terminan siendo serviles al poder político de Terrazas del Portezuelo.
El caso de Bartolo Abdala, es sumamente particular, porque tiene un claro afín político con los Rodríguez Saá, pero los últimos años, su pertenencia vacía, al PRO, le ha permitido integrar el sector opositor, consiguiendo beneficios sumamente personales. En su momento le costó permanencia en el bloque de la oposición, que se volvió a repetir en 2019 cuando garantizó el quórum para el tarifazo del 61% y otras votaciones favorables al Gobierno de la provincia, de las cuales Abdala obtuvo cargos en el Ejecutivo y en la misma cámara de diputados, donde el miércoles volvió a votar a favor del oficialismo para obtener otro cargo.
Esta dinámica del diputado ha sido muy criticada por parte de la oposición, sobre todo por el radicalismo, que una vez más demostró su tibieza ante las acciones que llevó y lleva a cabo el concejal Javier Suarez, calcadas a los comportamientos de Abdala. Buscando beneficios personales para él y sus “jefes políticos” Alejandro Cacace y Claudia Rocha.
Suarez de una manera propia de un inexperto en la política, dejó ver su “acuerdo” con el oficialismo municipal, primero garantizando el tarifazo de Transpuntano, por el cual absorbió todo el “costo político”, luego votando a favor de una comisión investigadora con tres concejales del oficialismo. La cual hizo su trabajo en contra de la Carta Orgánica y así “haciendo zafar” a Tamayo de un juicio político.
El resultado de estas acciones a favor del oficialismo, son al igual que Abdala; cargos rentados y obtener la presidencia del Concejo Deliberante por un año, cargos que serán repartidos con Otoniel Pérez Miranda y Gabriela González Riollo, ambos integrantes del PRO, que alguna vez criticaron a Abdala por sus acciones, que terminaron repitiendo, escupieron para arriba y les cayó en la cara.
Pero, así como hablamos de los “tilingos” por otro lado tenemos los políticos, como los concejales de San Luis Unido en Villa Mercedes, quienes han demostrado una verdadera vocación frentista, y una coherencia en sus acciones, mismas que han sido reconocidas por sus pares que responden al oficialismo, donde han respetado sus posiciones, como la del concejal Forgione del PRO, que ocupa la vicepresidencia primera del Concejo Deliberante.
Lastimosamente estas son las situaciones que los “tilingos” opacan llevándose todo el centro de la discusión. Sin dudas, son los políticos los que van a tener que definir si los “tilingos” siguen, o son apartados de la política.