En el marco de la pandemia que vive el mundo, son varias las noticias falsas que giran alrededor del coronavirus. Una de las que se instaló, y que de hecho se implementa en algunos países, es la del consumo de dióxido de cloro para combatir la enfermedad. Este miércoles, la Cámara de Diputados de Bolivia aprobó un proyecto de ley que regula de forma excepcional la elaboración, comercialización, suministro y uso consentido de la solución de dióxido de cloro, para prevenir y tratar pacientes contagiados.
El debate se instaló también en Argentina, y hace algunos días, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) publicó un comunicado donde recomendaba «no consumir productos que contengan dióxido de cloro o sustancias relacionadas (clorito de sodio, hipoclorito de sodio, lavandina) ya que «no hay evidencia científica sobre su eficacia y la ingesta o inhalación de estos productos podría ocasionar graves efectos adversos”.
En diálogo con Página/12, el infectólogo de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), Pablo Scapellato, señaló que debe haber cierto orden a la hora de analizar estos temas, ya que “antes de pensar en si es peligroso, hay que centrarse en si es útil o no para lo que se usa”. En ese sentido, explicó que “no hay evidencia de que el dióxido de cloro tenga utilidad para prevenir o tratar el coronavirus”.
«Cualquier cosa que tomamos potencialmente puede tener efectos adversos y los productos clorados pueden producir toxicidad, pero el punto más importante no es si puede o no ser tóxico, sino jerarquizar que no tiene evidencia”, manifestó.
En relación a la reproducción de distintas noticias falsas en torno a la Covid-19, Scapellato indicó que “la realidad es que el coronavirus nos puso frente a una andanada de fake news contra las cuales estamos discutiendo y contrastando en el día a día. Desconozco la génesis primaria de esto”.
Al ser consultado sobre la forma más segura para informarse en tiempos de pandemia, el infectólogo recomendó “estar alerta con respecto a las fake news”, al tiempo que ponderó los sitios oficiales de los ministerio de Salud (nacionales, provinciales y municipales), y los sitios de sociedad científica como la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), Fundación Huésped o la Organización Mundial de la Salud (OMS) como lugares donde hay información «segura y fácilmente digerible».
Derribando Mitos
El dióxido de cloro es un gas de color amarillo o amarillo-rojizo utilizado como blanqueador en la fabricación de papel, en plantas públicas de tratamiento de agua y en el proceso de descontaminación de construcciones. Al reaccionar en agua, el dióxido de cloro genera iones clorito. Ambas especies químicas son altamente reactivas, por lo cual cuentan con capacidad de eliminar bacterias y otros microorganismos en medios acuosos.
En diálogo con Página/12, el jefe de Patologías Regionales y Medicina Tropical del Hospital Muñiz e integrante del Comité que asesora al Gobierno, Tomás Orduna, expresó su total preocupación ante el uso del dióxido de cloro, apoyándose en el último documento publicado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), titulado «La OPS no recomienda tomar productos que contengan dióxido de cloro, clorito de sodio, hipoclorito de sodio o derivados».
«No solo no hay ninguna evidencia cientifica, sino que por el contrario puede ser tóxico. El que no tenga capacidad de tamizar eso desde el conocimiento va a pensar que eso está bien. Es como cuando lo hace un presidente como Jair Bolsonaro tomando hidroxicloroquina, cuando no hay ninguna comprobación cientifica. Lo hace un Presidente y todo el mundo lo quiere hacer», alertó.
Desde la OPS señalaron que hace varios años, algunos productos que contienen dióxido de cloro o derivados, se han promocionado como “terapéuticos” para la cura de diversas afecciones, sin contar con ninguna evidencia científica sobre su eficacia. Estas ideas volvieron a aparecen en el marco de la pandemia.
«Ha venido siendo proclamado o dicho que podía prevenir muchas enfemedades, no solo infecciosas. Se generan panaceas sin ningún tipo de evidencia científica. La gente se aferra antea la situación potencial de enfermar a morir», describió Orduna.
Y concluyó: «Nosotros tenemos la obligacion de poder cambiar eso tratando de balancear. Si se puede esclarecer, sería bueno que se viralizara la verdad de la misma manera».