La interventora de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Cristina Caamaño, sigue encontrando una sorpresa tras otra a medida que revisa los gastos hechos por el organismo durante los últimos cuatro años. Ahora prepara una nueva denuncia judicial ya que detectó facturas por montos millonarios por el pago de todo el equipamiento para un laboratorio forense que nunca se hizo, por distintos tipos de software que tampoco están instalados y alguno que se abonó dos veces, más la compra de una red de comunicación telefónica obsoleta, casi lo único de esa facturación que sí está en las dependencias de la central de espías. La sospecha es que algunos de esos pagos no son tales y el dinero se usó para otros fines.
Este trabajo de análisis de los gastos, en el que aporta también sus informes la Sindicatura General de la Nación (Sigen) incluye –según pudo saber PáginaI12 a través de funcionarios que los analizan– los siguientes ejemplos:
* Durante la gestión de Arribas se pagaron 1.200.000 dólares (la mitad abonó la AFI y la otra mitad el Ministerio de Modernización) por una red de comunicación para el organismo que dos meses después fue sacada de la venta por ser vieja. El costo por el mantenimiento era de 20 mil dólares al año, y fue pagado según la facturación durante dos años. De las compras facturadas es casi la única real, pero se trataba de una tecnología en desuso.
* Se pagaron 1.600.000 pesos, más 64.500 dólares, más 653 mil pesos, por los elementos para montar un supuesto laboratorio forense que había sugerido un juez federal. El laboratorio no existe, las maquinarias no están. Al parecer nunca se hizo. ¿Qué pasó con ese dinero? Es un misterio.
* Hubo una compra directa de equipamiento y software por 306 mil pesos sin cumplir requisitos formales de ningún tipo para la selección de un proveedor y la adjudicación. Está la factura pero no hay ningún trámite que respalde esa supuesta inversión.
* En otra adquisición de software aparecía un oferente más conveniente, pero la AFI optó por el más caro. Pagó, según los documentos, 3.180.000 pesos pero podía haber pagado casi un millón menos. Tampoco se sabe dónde está ese software.
Una anomalía común que también fue advertida es que las fechas de las facturas no se corresponden con las de los libros contables.
Entro otros gastos abultados y excéntricos que había hecho el organismo, este diario reveló –por ejemplo– la compra de vehículos blindados, algunos importados, como el que usaba el propio Arribas, apodado La Bestia (como el auto de Donald Trump). Se trataba de una camioneta Grand Cherokee importada en 2016 con una factura de 122 mil dólares. Hubo otros cuatro autos más blindados que se incorporaron a la flota, todos de muy alto costo de mantenimiento. Sólo un cambio de neumáticos costaba 5 mil dólares y al ser vehículos tan pesados el cambio es frecuente. Caamaño, luego del hallazgo, decidió subastar La Bestia y 69 autos más.
La cuestión de los gastos de inteligencia es uno de los temas donde puso el foco la interventora desde que comenzó su gestión. Sobre gastos reservados puntualmente estimó que de los 1120 millones de pesos que fueron asignados en el último presupuesto, y que el macrismo usó en 2019, la AFI sólo necesita 210 mil. Por lo tanto, hay un resto de 910 millones presupuestados que no se están gastando. Parte del dinero ya fue asignado a la emergencia sanitaria por la pandemia del coronavirus.