Los hermanos Rodríguez Saá hace un tiempo que plantearon una supuesta interna entre ellos, desde aquella convocatoria de Alberto a la Pedrera, de la cual Adolfo no participó, vienen llevando adelante la pantomima de la diferencia entre ambos.
Esta estrategia es largamente conocida y les ha dado siempre muy buen resultado.
Han llegado a mostrarla hasta el extremo de fundar nuevos partidos como consecuencia del “enojo” de uno de ellos y aun así, llegado el momento de enfrentar elecciones, se “reconcilian” bajo el principio de perseguir “intereses superiores” que van más allá de la mezquindad de los hombres.
En estos días y a diferencia de otras épocas, las segundas líneas que han acompañado a Alberto y Adolfo durante décadas, han decidido sostener y profundizar la interna, a la que no consideran ficticia. Así el enfrentamiento descontrolado y masificado, obligó al Adolfo a reunir al Consejo partidario para ver si retoman el control y pueden evitar que la interna se materialice y por primera vez alguno de los dos hermanos se quede fuera de juego.
En esa reunión se escuchó un Adolfo indignado y desesperado por hacer entender que no hay tal pelea con su hermano. Los asistentes, entre gritos y acusaciones hicieron que el caudillo les hablara sin vuelta casi transparentando que tiene un arreglo con Alberto y tratando de que todo vuelva a la normalidad para poder seguir trabajando por su candidatura a gobernador sin la permanente crítica y agravio del sector albertista.
Por primera vez algunos han decidido enfrentar desde adentro a los hermanos, se está haciendo difícil para ellos manejar la situación, y una vez más el más político de los dos, al grito de “un poquito más de respeto”, asume la responsabilidad de que la sangre no llegue al río.