Hoy miércoles 13 de junio es necesario que seamos miles en las calles de todo el país para que el derecho al aborto sea ley.
Transcurrieron varios años, meses, semanas y días. Realizamos pañuelazos multitudinarios frente al Congreso Nacional y en las principales ciudades del país. Hicimos paros de mujeres y movilizaciones, planteando que sin aborto legal no hay ni una menos.
Ganamos el debate en las audiencias de la Cámara de Diputados de la Nación, donde presentamos cientos de argumentos a favor de la legalización, a través de trabajadoras y trabajadores de la salud, abogadas y abogados, artistas, periodistas, dirigentes sindicales, activistas estudiantiles, de organismos de Derechos Humanos y de organizaciones sociales y políticas.
Conseguimos 70 mil firmas de profesionales y artistas a favor del aborto. Logramos que esta demanda fuera vista por millones de personas por medio de las famosas y los famosos que la hicieron más pública en televisión.
Logramos que miles de estudiantes se pronunciaran a favor del derecho al aborto en sus escuelas y universidades, incluso en los colegios confesionales, desafiando a las autoridades que quisieron sancionar su postura.
Explicamos nuestros argumentos a favor con criterios científicos, nos solidarizamos con las familias y amigas de las mujeres que murieron porque no se les permitió abortar, emocionamos con nuestros testimonios, fundamentos serios, y pudimos ser el debate central a nivel nacional después de tantos años de silenciamiento.
Inundamos las redes sociales y las calles de las principales ciudades del país con el color verde de nuestro derecho. Convencimos a amigas y amigos, familiares, compañeras y compañeros de trabajo y estudio, en fin, a millones de personas que hoy apoyan la legalización del aborto.
Pero, a pesar de todo ello, no tenemos asegurado el final de esta larguísima historia de lucha del movimiento de mujeres que se multiplicó en grandes proporciones durante las últimas semanas.
El final no está asegurado porque del otro lado de la vereda está el gobierno nacional de “Cambiemos”, con un Presidente que habilitó cínicamente y de forma oportunista el debate, pero que está en contra de la legalización porque “defiende la vida”. Lógicamente, no la de las mujeres pobres, víctimas del aborto clandestino.
El final no está asegurado porque la misma Iglesia Católica que fue cómplice de la última dictadura genocida, en la que se torturaba y secuestraba a mujeres embarazadas y se robaban sus bebés, está utilizando todo tipo de mecanismos para presionar a las diputadas y los diputados nacionales. Esta misma Iglesia, sostenida por el Estado con presupuestos millonarios y que ampara a curas abusadores bajo sotanas de impunidad, hoy amenaza a quienes tienen que votar en la Cámara de Diputados un derecho tan elemental como el aborto.
El final aún no está escrito porque el peronismo ya se pronunció en contra de la ley, diciendo públicamente que el aborto era “un elemento ajeno a los principios justicialistas” y que formaba parte de la “cultura de la muerte”. Así lo vienen sosteniendo los diputados nacionales de San Luis con Adolfo Rodríguez Saá a la cabeza, quienes se pasean por los pasillos del Congreso Nacional con curas y obispos, defendiendo su postura “pro-vida” en la misma sintonía que el macrismo.
Aún no tenemos asegurado el final porque si llegara a aprobarse en la Cámara Baja, el proyecto tendrá que pasar por la reaccionaria, conservadora y feudal Cámara de Senadores de la Nación, donde todo el poder lo tienen los gobernadores, esos mismos que niegan el aborto no punible con su protocolo de implementación y la Ley de Educación Sexual Integral en las provincias donde gobiernan, siendo -en algunos casos- también los responsables de que niñas abusadas tengan que convertirse en madres a la fuerza.
Pero, las mujeres contamos con una ventaja que todos aquéllos sectores no tienen. Contamos con nuestra decisión, nuestra convicción y nuestra fuerza de lucha. Si hasta ahora no han podido evitar que la demanda por el aborto legal fuera tomada como bandera por miles de mujeres, trabajadoras y trabajadores, jóvenes y estudiantes, menos aún podrán evitar que el #13J volvamos a salir a las calles a exigir lo que nos corresponde por derecho.
Para ello, resulta fundamental exigirles a las conducciones de los gremios, sindicatos, centrales sindicales y centros de estudiantes que se pongan a la cabeza de la convocatoria y garanticen paro de actividades y una movilización multitudinaria. Sólo así, la marea de pañuelos verdes que inundó las calles de todo el país en los últimos tiempos podrá transformarse en un tsunami imparable este miércoles.
El derecho al aborto se votará en el Congreso Nacional pero se ganará en las calles, porque nunca ningún gobierno les ha regalado nada a las mujeres, y porque los derechos no se mendigan, se conquistan.
En San Luis, desde la agrupación de mujeres “Pan y Rosas” y el “Partido de Trabajadores por el Socialismo” / “Frente de Izquierda y los Trabajadores” (PTS/FIT) invitamos a mujeres, trabajadoras y trabajadores, jóvenes y estudiantes a concentrar este miércoles 13 de junio, en la Plaza Pringles (frente al Correo Argentino) a partir de las 17 horas. Salgamos a las calles a hacer historia porque sin aborto legal no hay ni habrá ni una menos.