La transición está en marcha y nada ni nadie podrá detenerla. El ciclo de la familia Rodríguez Saá está llegando a su fin y de la mano de ambos hermanos se irá el San Luis del engaño y de la corrupción, para iniciar entre todos los sanluiseños de bien, una nueva etapa. Nueva etapa que se caracterizará por la normalidad institucional, aun cuando sea necesario convivir con las últimas acciones políticas y personales de quienes llegaron como pudieron y terminan como la familia materialmente más afortunada de la historia puntana.
Algunos ciclos similares atravesó San Luis en el siglo pasado y también en el anterior, pero los nuevos tiempos y el desarrollo tecnológico y con él la inmediatez de la comunicación, jugarán a favor de una ciudadanía ávida de tranquilidad y ajena a las presiones constantes de quienes no sobreviven sin dosis de poder cada día mayores. Es como si padecieran una abstinencia inversa o una falta de saciedad permanente. Cada día quieren más y siempre con el costo de los miles de sanluiseños que solo aspiran a vivir con la normalidad que hacen sus vecinos mendocinos, santafesinos o cordobeses.
Si en algo fuimos “otro país” ha sido en haber sostenido la reelección indefinida del gobernador durante veinte años, cuando teníamos una sabia Constitución que la impedía, precisamente para evitar los males que habían producido la dinastía de los Mendoza, por ejemplo.
Fuimos “otro país” en la coima sistemática para que pudieran radicarse las industrias. Para eso existió la Consultora Comechingones y los “Señores 7 %”: para cobrar ese porcentaje del monto de inversión de cada fábrica a cambio de una supuesta seguridad jurídica y de gremios que no protestaran más allá del statu quo que pretendía la complicidad de los Rodríguez Saá con algunos industriales que pretendían más beneficios de los que naturalmente sus industrias generaban.
El Saán Luis que se está yendo es el de la política prebendaria que cambió un eficiente sistema legislativo unicameral por dos estamentos: Diputados y Senadores provinciales, convirtiendo a estos últimos en la representación institucional del Consejo Provincial del partido de los Rodríguez Saá. Confundieron y mezclaron todo. Partido con Gobierno y Patrimonio personal con Presupuesto provincial.
El “otro país” que estamos dejando de ser, es el que desvirtuó la esencia del Poder Judicial. También presionaron y siguen haciéndolo a algunos magistrados proclives a la reverencia fácil. Tanto así es que, debería comenzar más pronto que tarde el juicio oral por coacción agravada a los dos funcionarios de primer nivel que por órdenes de los propios Rodríguez Saá están acusados de hacer firmar las renuncias anticipadas a algunos jueces. Sin embargo, a modo de premio, el “otro país” designó al principal acusado como Senador provincial y ahora como Ministro del Campo, como si ninguna cuenta tuviera pendiente con la justicia.
El “otro país” que se termina es el que tuvo un Senador Nacional que votó tres veces el día de su postulación. Lo hizo en Naschel, en San Pablo y en su Tilisarao natal. También ese hecho delictivo forma parte de la “normalidad” que pretenden hacernos creer que atravesamos.
El Saán Luis que se va, dará termino a las bravuconadas que se emiten desde el canal estatal, convertido en el medio de comunicación del mismo partido que está más cerca de perder que de ganar las próximas elecciones. Amparados en una perversa impunidad, hay personajes televisivos que se arrogan facultades de juzgamiento y de representaciones rayanas con el delito de sedición. Y con semejantes mensajes pedestres, nos quieren hacer creer que son el cambio que continúa.
Los pretendidos dueños del “otro país” no saben usar la tecnología, ni se dejan asesorar en la materia y cada día se nota más. Tanto que en dos semanas estaremos frente a la verdad manifiesta que expresarán las urnas, pues el Saán Luis que se va, hará surgir a una provincia normal, alejada de la patología de los sujetos que todavía la dominan.