El Banco Central se encuentra obsesionado con el discurso de que la tasa de interés en pesos elevada es el instrumento adecuado para bajar la inflación. Esto explica su insistencia en la primera mitad del año en mantener el rendimiento de las Lebacs en 38 por ciento y la mala predisposición en el segundo semestre para reducir las tasas y coordinar estrategias con la política fiscal.
La realidad, no obstante, desacredita mes a mes los argumentos de la autoridad monetaria. Alcanza con observar qué paso en las principales economías de América latina y comparar el resultado con el país para captar la falta de pericia del BC para poner bajo control la inflación. Los precios locales subieron 2,4 por ciento en octubre, cuando en Bolivia avanzaron 0,4 por ciento, en Brasil 0,2 por ciento, en Chile 0,2, en México 0,6 y en Perú 0,4. Por si fuera poco los registros muestran que en Colombia hubo caída de precios del 0,01 por ciento y en Paraguay de 0,2 por ciento. La Argentina cerrará 2016 con una inflación superior al 40 por ciento y para 2017 ya se espera una tasa no menor al 25 por ciento, cifra casi idéntica a la observada en 2015, año en que los funcionarios de Macri hablaban de “desequilibrios insostenibles”.
Si el plan de metas de inflación del Banco Central, en donde la tasa se usa como principal instrumento para enfrentar las remarcaciones, no sirvió para controlar el aumento de precios en el mercado interno.
Las tasas elevadas, más allá del argumento discursivo de Sturzenegger, no apuntaron a bajar la inflación sino que funcionaron como mecanismo de transferencia de ingresos a favor del sistema financiero. Por ello los bancos fueron uno de los pocos sectores del mercado interno que respaldaron las decisiones del Central y, lejos de preocuparse por la inflación, tuvieron como motivación la rentabilidad extraordinaria embolsada en el negocio de la bicicleta financiera en 2016. Ganaron 57 mil millones de pesos en los primeros diez meses del año, un 44 por ciento más que en 2015.
Las palabras de esta semana del titular de la Asociación de Bancos Argentinos (ABA), Claudio Cesario, son contundentes para entender quiénes son los principales ganadores de la política de altas tasas de interés de Sturzenegger. “Se cumple el primer año de gestión de Macri. Como saben, en este tiempo, se tomaron decisiones importantes para eliminar los factores que obstaculizaban la economía y ponían freno a las posibilidades de crecimiento y desarrollo. Se fijaron reglas y se generó un clima de negocios distinto que permitirá poner al país en una posición de reconocimiento regional y global, con beneficios para la sociedad”, dijo. Planteó además que “un rápido balance de la nueva política monetaria y financiera permite marcar algunos logros importantes. El Banco Central ha vuelto a su rol esencial que es el de cuidar la valor de la moneda, controlar la inflación y coadyuvar al crecimiento económico”.
Los balances contables de las entidades financieras en 2016 son la envidia de los industriales y constructores, que este año registraron caídas de la actividad, y hace meses critican la estrategia monetaria, al afirmar que uno de las principales responsables de un mercado interno que no repunta. Las Pymes manufactureras figuran entre los segmentos más golpeados por la recesión. Una encuesta reciente de CAME reveló que estos empresarios ven cada vez con más preocupación 2017 y consideraron difícil un repunte de las ventas y el margen de rentabilidad perdidos a los largo del 2016