La ONU ignoró durante meses acusaciones sobre supuestos abusos sexuales a niños cometidos por soldados franceses en la República Centroafricana, según aseguró un grupo de expertos, que denunció un gran «fracaso» por parte de la organización a la hora de responder a este caso.
En tanto que un líder rebelde proclamó el martes un Estado independiente en su bastión en el norte de la República Centroafricana, a una semana de que el país celebre elecciones para poner fin a su transición política.
La investigación en torno a los supuestos abusos cometidos por los soldados franceses, encargada por Naciones Unidas, pero desarrollada de forma independiente, concluyó que un buen número de responsables prefirieron mirar para otro lado en lugar de actuar para proteger a los menores y perseguir a los agresores.
«El fracaso a la hora de tomar medidas de prevención y de intervenir para detener los abusos expuso a los niños a repetidas agresiones de la naturaleza más atroz», señala el texto, entregado al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
El propio Ban dijo que acepta las «conclusiones generales» de un informe que, en sus palabras, muestra que la ONU «fracasó» en su respuesta a las acusaciones y que no actuó con «la velocidad, el cuidado y la sensibilidad requeridas».
Según la investigación, en la primavera de 2014 comenzaron a llegar a la ONU acusaciones de que tropas de paz internacionales en la República Centroafricana habían abusado sexualmente de varios niños a cambio de alimentos o dinero.
Personal de Naciones Unidas desplegado en el país entrevistó a seis víctimas y testigos, de entre 9 y 13 años, que describieron con todo detalle los abusos, dieron algunos nombres de los supuestos agresores y se consideraron capaces de identificarlos.
La mayor parte de los supuestos responsables pertenecían a la operación francesa Sangaris, que operaba junto a los «cascos azules» de Naciones Unidas, pero que no está bajo mando de la organización.
Con esa información en la mano, la misión de la ONU en la República Centroafricana y otros estamentos de la organización prefirieron no tomar ninguna medida.
«En lugar de informar de las acusaciones de forma urgente (…), se mantuvieron en silencio. Pasaron meses hasta que Francia recibió detalles», dijo a la prensa la presidenta del grupo de expertos, la jueza canadiense Marie Deschamps.
El texto también apunta entre otros a Unicef, a la que responsabiliza de no haber asegurado los cuidados necesarios a las víctimas, y a los servicios de derechos humanos de Naciones Unidas por no haber reaccionado adecuadamente.
«En su lugar, la información sobre las acusaciones pasó de mesa en mesa, de correo en correo, a través de múltiples oficinas de la ONU, sin que nadie quisiera asumir la responsabilidad de abordar las serias violaciones de los derechos humanos», indica.
Finalmente, la información sobre los abusos llegó a Francia, que abrió una investigación penal, a través de Anders Kompass, un funcionario de la agencia de derechos humanos de la ONU.
Kompass, de quien la investigación afirma que actuó correctamente, fue suspendido de sus funciones después de que sus superiores consideraran que con ello había realizado una filtración impropia de los procedimientos de Naciones Unidas.
El informe también denuncia que la organización se centró de forma exagerada en la posibilidad de que las acusaciones hubiesen sido «filtradas» en lugar de pensar en las víctimas y la necesidad de justicia.
«Expreso mi profundo pesar por que estos niños fuesen traicionados precisamente por personas enviadas para protegerles», afirmó Ban tras conocer el informe y reiteró su «tolerancia cero» con los abusos sexuales
Entretanto, Nourredine Adam, un ex líder rebelde de la antigua coalición Séléka, proclamó el martes un Estado independiente en su bastión en el norte del país.
Adam, un conocido señor de la guerra en el país africano, declaró la «República de Logone» en la ciudad de Kaga-Bandoro, a unos 250 kilómetros al norte de la capital, Bangui, informó el portavoz del grupo insurgente, Mahouloud Moussa, a medios locales.
Nourredine Adam izó la bandera de esta república ficticia solo días después de que cascos azules de la misión de la ONU (Minusca) en el país expulsaran a miembros de su grupo de la región.
El ministro de la Administración Central, Modibo Walidou, considera que este intento de secesión es una maniobra de agitación que no debe preocupar a la población.
La Minusca, por su parte, se comprometió a poner en marcha un dispositivo para garantizar la seguridad del proceso electoral, según un comunicado.
La maniobra de Adam forma parte de una tentativa secesionista iniciada hace tres años en Ndélé, en una pobre región donde los Séléka, de mayoría musulmana, comenzaron a movilizarse frente a un gobierno central de mayoría cristiana que tradicionalmente ha ignorado sus reivindicaciones.
República Centroafricana celebrará elecciones el próximo 27 de diciembre para poner fin a la crisis política iniciada tras la espiral de violencia sectaria que enfrenta a partidarios de Séléka y milicias civiles de mayoría cristiana desde hace dos años.