Rodrigo Londoño, alias Timoleón Jiménez o Timochenko, jefe de las FARC, aceptó la propuesta efectuada por el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, de acelerar el proceso de paz que las partes discuten en La Habana, mediante un cambio en el método actual de discusión.
La semana anterior, el presidente Santos propuso una suerte de cónclave entre los negociadores de paz en La Habana, a fin de acelerar las discusiones y sellar el acuerdo que busca poner fin a los más de 50 años de confrontación interna.
Con ese propósito, el jefe de Estado envió a su hermano, Enrique Santos, a la capital cubana con el fin de que hablara con la dirigencia de las FARC y sirviera para resolver posturas y las dudas del gobierno frente al proceso, sobre el que pesa el peso del tiempo.
Pastor Alape, otro de los negociadores de las FARC en los diálogos reiteró más temprano que el plazo de seis meses fijado por las partes para firmar la paz «no ha arrancado», ya que «no ha sido posible» el acuerdo sobre justicia transicional, mientras que consideró que si bien Santos «va por el buen camino, a veces cojea».
Alape declaró a periodistas que los negociadores de la FARC no están en La Habana «tomando ron», sino quemándose «las pestañas y arañando conocimiento para construir un acuerdo serio».
Aseguró que la reunión con el hermano del gobernante fue «muy positiva» y apuntó asimismo que el «buen gesto» de indultar a 30 guerrilleros «ayuda mucho» en el proceso. También indicó que las FARC han dado «más de 23 gestos de desescalamiento» y mantienen «toda la disposición» de «construir una nueva Colombia».
Las partes acordaron el 23 de septiembre en La Habana, que el próximo 23 de marzo sería la fecha máxima para firmar la paz, confiados en que tan solo resta la firma de uno de los cinco puntos pactados de discusión.
Sin embargo, ha trascendido que algunos aspectos puntuales requieren de mayores discusiones.
Frente a la propuesta del «cónclave» hecha por Santos, el jefe de las FARC dijo que le parecía «interesante», pero pidió un rediseño del actual esquema de ciclos de diálogos, en los que llevan tres años, para crear una «dirección ejecutiva» que tome decisiones frente a los obstáculos que se presenten.
«Hay una propuesta que es muy interesante, han dicho que es un cónclave, esa es la figura, que creemos un escenario donde haya resultados y yo creo que sí, si rediseñamos eso y nombramos una especie de dirección ejecutiva integrada por los dos jefes de las delegaciones», precisó Jiménez.
En entrevista con el Informativo Insurgente, un noticiero que las FARC divulgan a través de su sitio en Internet y en YouTube, Jiménez dijo que la idea de «esa dirección ejecutiva» es que «esté constantemente balanceando y desentrañando lo que se dé».
El máximo jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) desestimó que las reuniones que se den a futuro sean de 24 horas, al estilo cónclave, pero confió en que se contemple su propuesta y que incluso se establezca una sola vocería para la mesa de negociación.
«No se trata de acelerar, de correr por correr, sino de que haya un escenario donde con mucha sapiensa, con mucha paciencia, con mucha tolerancia, construyamos un acuerdo que nos garantice de verdad la paz en Colombia», afirmó el jefe insurgente.
Hasta ayer, el gobierno no se había manifestado frente a la sugerencia, ni los dichos de Jiménez, cuya entrevista completa se conoció el martes por la noche y cuyos apartes difundieron ayer algunos medios de prensa local.
Timochenko aseguró que lo único que en este momento mueve a su grupo es el interés de llegar al acuerdo final para comenzar a sembrar las semillas de la paz en Colombia.
Sostuvo que el país «no aguanta una nueva guerra, un nuevo conflicto» y afirmó que «Colombia merece la paz», en un tono conciliador y reflexivo.
Respecto a los obstáculos en la mesa de discusión con el gobierno, Jiménez dijo que «es ese estado permanente de sospecha» de las partes, que los ha llevado a revisar cada punto, coma, y palabra que se redacta para el documento final. Sin embargo, Timochenko afirmó que ambas partes están «en un punto donde prácticamente es irreversible el proceso, pero si se sigue manteniendo esa voluntad de ambas partes», apuntó.