La fiscal Fein lo interrogó por sus comunicaciones en el día de la muerte de Nisman. Stornelli informó que habló con el teléfono de Fernando Pocino, por entonces director general de Reunión de Información de la SI. Dijo que no conoce a Stiuso.
Por Irina Hauser para Página/12
El fiscal federal Carlos Stornelli declaró por segunda vez como testigo en la investigación sobre la muerte de Alberto Nisman. A la fiscal Viviana Fein le interesaba preguntarle sobre sus comunicaciones, el mismo día que apareció sin vida el ex titular de la UFI-AMIA, con un Nextel que a su vez se contactaba con integrantes de la ex SIDE. Por las respuestas, quedó claro que el teléfono en cuestión es el que usa históricamente un agente del organismo de inteligencia, Fernando Pocino, por entonces director general de Reunión de Información. Stornelli dijo que son amigos desde 1980, confirmó que hablaron el 18 de enero y relató que en uno de los contactos fue él mismo quien lo llamó para preguntarle si sabía algo sobre el hallazgo de Nisman en medio de un charco de sangre en el baño. Los días previos, dijo, habían hablado sobre la denuncia de encubrimiento contra la Presidenta. A Antonio Stiuso señaló que no lo conoce ni quiso conocerlo.
Fein recibió hace algunas semanas un informe de la División Fraudes Bancarios de la Policía Federal, a la que le había encomendado el análisis de los llamados telefónicos y contactos de Nextel del día en que Nisman apareció muerto y semanas precedentes. El fiscal fue hallado tendido en el baño cuando su madre, Sara Garfunkel, entró en el departamento con el custodio Armando Niz, ya después de las diez de la noche. Ese domingo, 18 de enero, según el reporte sobre los llamados, hubo un gran flujo de comunicaciones que no era habitual entre agentes de inteligencia que tenían relación con Nisman y en esa madeja aparecía el celular con el que hablaba Stornelli, a nombre de Silvia Tomalini, pero que resultó, según confirmó en su declaración, el de Pocino.
La fiscal decidió hurgar en ese entramado de comunicaciones que le llamó la atención porque se producen cuando Nisman ya estaba sin vida o poco antes. Surge, por ejemplo, que el ex jefe de Operaciones, Stiuso, y el director general de Análisis, Alberto Mazzino, habían estado en contacto con Nisman hasta fines de diciembre y entre ellos también, aunque dice el reporte policial que no hablaban los domingos. Ese domingo 18, Mazzino habla con Stiuso y luego con el celular a nombre de Tomalini. Nisman quiso hablar con Stiuso el viernes 16 y el sábado 17 de enero, pero no le contestaba las llamadas. A esa altura ya había presentado la denuncia contra el Gobierno y el lunes 19 lo esperaban en el Congreso para una exposición.
La fiscal le mostró a Stornelli algunos números de Nextel que no reconoció y que incluso, para testear si eran de alguien conocido, marcó en medio de la declaración. Pudo identificar, en cambio, el que usa Pocino, con quien dijo que habla casi todos los días por la amistad que mantienen. Relató que habían hablado aquella semana previa a la muerte, que estuvo marcada por la presentación de la denuncia penal de Nisman contra Cristina Kirchner y Héctor Timerman, entre otros. Stornelli, que tenía cierta relación con Nisman también, recordó que lo llamó el viernes 16 de enero, que lo notó preocupado y que le ofreció su caja fuerte para guardar material vinculado con la denuncia. El fiscal fallecido le dijo, según contó, que si bien era conocido su estrecho lazo con Stiuso a través del caso AMIA, el ex agente no tenía relación con la denuncia contra el Gobierno y que creía que seguramente le hubiera desaconsejado presentarla. Stornelli se atajó con el argumento de que no sabía “si era verdad o mentira” lo que le decía Nisman. “Él hablaba de lo pesada que era la prueba que tenía” y “era consciente de la gravedad del tema”, comentó.
Stornelli estaba en Pinamar en enero. Fein le preguntó por al menos tres llamados con el Nextel que usaba Pocino el domingo 18 al mediodía y a la noche, pasadas las 21:00. Ya en la madrugada del 19 repasó que lo llamó otro amigo, que estaba en la misma ciudad, el diputado Cristian Ritondo (PRO) y le dijo: “Carlitos, salió en un portal que al ruso lo encontraron en un charco de sangre”, sin precisarle si estaba vivo o muerto. “Yo le contesté que seguramente era mentira y se trataba de una operación de prensa”, declaró Stornelli. De todos modos llamó a Pocino para ver si sabía algo y la respuesta fue que no. Se comunicó con otro fiscal, Carlos Rívolo, quien cree recordar que le confirmó la muerte. Cuando Fein le preguntó sobre el resto de los contactos con Pocino ese domingo, dijo que no se acordaba pero que es posible que hayan hablado. “En esa semana el tema era la denuncia de Nisman”, dijo.
La relación entre Pocino y Stiuso fue uno de los últimos puntos donde quiso profundizar la fiscalía. Stornelli dijo que alguna vez el primero le dijo que “podría haber alguna diferencia de opiniones”. Aclaró que él mismo no conoce a Stiuso, “jamás lo quise ver ni conocer ni tener nada que ve con él”. Informó que él fue el primer fiscal que tuvo la causa sobre encubrimiento del ataque terrorista (hoy en juicio) y que promovió la acción penal, lo que derivó en “dolores de cabeza” y deslizó sus dudas sobre el papel de Stiuso.
Del entrecruzamiento analizado por Fraudes Bancarios la fiscalía reparó también en que el celular a nombre de Tomalini –al parecer, ex esposa de Pocino– se contactaba con el Ministerio de Seguridad bonaerense, el jefe de la policía provincial, Hugo Matzkin, el Ministerio de Justicia y el Estado Mayor Conjunto, además de Mazzino. Esos contactos –según deslizan en el Gobierno– podrían tener relación, algunos, con el robo de un misil antitanque en el Escuadrón de Caballería Blindado 1 de Arana y otros con rumores de enfrentamiento entre grupos de barras de River y Boca, que jugaban ese fin de semana. Aunque es evidente que por sí misma la denuncia de Nisman había provocado una enorme conmoción y había dudas sobre qué podría decir en el Congreso (lo que no se concretó) que generaban inquietud en todos los niveles. Aun así, ya ese fin de semana del 17 de enero se hacía cada vez más evidente la debilidad de su presentación, que incluso desmentía públicamente el ex secretario de Interpol al hablar de la vigencia de las alertas rojas sobre los iraníes sospechosos y el compromiso de las autoridades argentinas.