San Luis (LaNoticia) 10-09-15. La jornada de ayer en el juicio oral y público por la tragedia en Zanjitas, ocurrida el 2 de noviembre de 2011 cuando un tren arrolló al interno 63 de la empresa Polo, conducido por el imputado Julio César Jofré, y que terminó con la vida de ocho personas; fue el comienzo de la etapa probatoria con las primeras testimoniales. La Cámara del Crimen Nº 2, encargada de llevar el debate adelante, está conformada por Hugo Saá Petrino, Gustavo Miranda Folch y José Luis Flores -subrogando a Fernando De Viana-.
El primer testimonio recibido en la jornada de ayer fue la del cura Daniel Pérez, quien iba delante de la caravana al momento del hecho. El cura trató por todos los medios de sacarse cualquier tipo de lazo que lo vinculara con cualquier tipo de responsabilidad con el hecho y quedó al borde de que se le pida un inicio de causa por falso testimonio. Pérez aseguró que en el colectivo iban todos los pasajeros sentados, lo que provocó el movimiento negativo de cabezas en varios familiares de las víctimas que presenciaban el debate. “Está mintiendo descaradamente” se llegó a escuchar por parte de los familiares. Pérez dijo que al momento del hecho, él estaba parado unos ochocientos metros más adelante del cruce ferroviario, cuando en un primer momento había dicho que estaba a cien metros. Que en esas circunstancias no escuchó la bocina del tren, algo que testigos posteriores dejaron en claro que fue imposible no escuchar cómo tocaba bocina el maquinista. En un momento y sin que nadie le preguntara, soltó un “no me sentí obligado a parar el colectivo”, porque él había visto el tren cuando pasó el paso a nivel, porque “mi responsabilidad era ir a dar misa a Cazadores”, lo que provocó más malestar en los familiares que no podían creer lo que estaban escuchando. Reamente el cura o no dice todo lo que sabe del hecho, o directamente está ocultando algo que al parecer no le conviene que se sepa; con lo que no se descarta que alguna de las partes pida su procesamiento por falso testimonio.
De los dichos del cura, se tomó la decisión de llamar a declarar a María José Amitrano, María del Carmen Correa y Gloria Saromé -mamá de una de las nenas fallecidas-, quienes no conformaban el listado de 77 testigos convocados para dar su testimonio en la sala. También a partir de su testimonio es que el fiscal de Cámara solicitó una inspección ocular en el lugar de los hechos, algo que el tribunal va a determinar luego de que llegue el momento de ver la reconstrucción virtual del hecho.
Las testigos Heidy Yohana Tuneci y Paola Pinella fueron clarísimas cuando aseguraron que ese día el tren tocó su bocina “totalmente diferente a cualquier día normal”, siendo más insistente y tocándola durante mayor tiempo, lo que puso en duda a todos los presentes sobre los dichos del cura, en cuanto a que no había escuchado estos bocinazos. Y como si fuera poco, ambas fueron contundentes cuando señalaron que la bocina del tren se escucha en todo el pueblo, por cuanto el cura las tuvo que escuchar donde estaba ubicado en la Ruta Provincial Nº 3 a escasos metros del cruce ferroviario.
De los 10 testigos que pasaron por la sala, el resto fueron policías quienes tuvieron distintos roles de participación en la investigación, pero ninguno dejó nada relevante.
Dilación innecesaria
Uno de los temas que se pudo observar con nitidez ayer, es la gran cantidad de preguntas que se hicieron -tanto por parte de los camaristas, como de las partes- sin ningún sentido que contribuyan a lo que se están investigando, que lo único que logran es dilatar innecesariamente el debate. Son muchos los testigos, muchas las partes y si a esto sumamos preguntas no conducentes a la investigación, el resultado lamentable es lograr jornadas de más de cuatro horas de duración, las que tranquilamente no tendrían una duración mayor a la hora u hora y media, si solamente se hicieran preguntas concretas a la causa.
Carlos Rubén Capella
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