El banco Stonegate anunció la firma de un acuerdo con el Banco Internacional de Comercio de Cuba para facilitar las operaciones financieras de empresas y ciudadanos estadounidenses en la isla. Es el primer convenio de este tipo desde que ambos países anunciaron el comienzo del proceso para normalizar relaciones.
«Es otro paso para normalizar las relaciones comerciales entre Estados Unidos y Cuba», dijo en un comunicado el presidente de Stonegate, David Seleski. La entidad cerró un acuerdo con el Banco Internacional de Comercio de Cuba (BICSA) el martes, un día después de que ambos países reanudaran formalmente relaciones diplomáticas y reabrieran sus respectivas embajadas.
«La capacidad de mover el dinero más fácilmente entre los dos países sólo incrementará el comercio y el beneficio para las compañías estadounidenses que desean hacer negocios en Cuba. Estamos orgullosos de ser parte de este proceso que va a beneficiar a ambos países en el futuro», dijo Seleski.
Estados Unidos mantiene un embargo comercial y financiero sobre la isla desde los años 60. Aunque sólo puede ser levantado por el Congreso, el presidente Barack Obama relajó en enero algunas áreas con medidas ejecutivas, permitiendo, entre otras cosas, la relación entre bancos y el uso de tarjetas de crédito estadounidenses en la isla. Sin embargo, ningún banco estadounidense hasta ahora había dado el paso.
En mayo, Stonegate ya se convirtió en el banco de las operaciones en Estados Unidos del gobierno cubano, que llevaba más de un año sin poder trabajar con una entidad financiera local. Cuando el M&T Bank de Buffalo decidió dejar de operar con cuentas de gobiernos extranjeros, ningún banco quiso asumir las cuentas de la legación cubana ante el temor a incumplir el embargo y debido a que la isla estaba en la lista del gobierno de países patrocinadores del terrorismo, de la que salió en mayo. Eso suponía que las operaciones con la entonces Sección de Intereses, ahora ya embajada, se tuvieran que pagar al contado.
El Banco Internacional de Comercio de Cuba es una entidad financiera que el Gobierno de La Habana estableció para manejar las relaciones bancarias internacionales con el resto del mundo, dificultadas en gran medida por la ley Helms-Burton, que castiga a empresas extranjeras que hacen negocios con Cuba.