Rubén García Villalpando tenía 31 años, era pintor y es el tercer mexicano asesinado en un mes por la policía de Estados Unidos. Su muerte fue registrada por un video en el que se lo ve con las manos en la nuca pero desoyendo una orden de alto, y luego se escuchan los dos disparos que recibió en el pecho por parte de Robert Clark, el agente contra el que un jurado de Texas decidió no presentar cargos.
«Nadie debería recibir disparos jamás cuando tiene sus manos en alto. Esto fue un tiroteo llevado a cabo a sangre fría por un hombre con una placa y un uniforme», lamentó el abogado de la familia de la víctima, Domingo García, luego de que el Gran Jurado del Condado de Tarrant, Texas, decidiera exonerar al agente de la Policía de Grapevine.
Las crónicas relatan que el 20 de febrero por la tarde, García Villalpando conducía su auto y fue advertido por la policía. Hubo una breve persecución. Luego, el auto fue detenidos y los oficiales le ordenaron descender al conductor, quien lo hizo con las manos en alto pero en vez de quedarse en su lugar caminó hacia los policías.
Villalpando, oriundo de la ciudad mexicana de Durango, recibió dos disparos en el pecho por no obedecer. Esta escena no se ve en el video grabado por la cámara de seguridad del patrullero, ya que ocurrió en el lateral del auto. El departamento de Policía de Grapevine afirmó que Villalpando se abalanzó contra los agentes. La autopsia reveló que la víctima tenía una tasa de alcohol en sangre de 0,14, casi el doble de lo permitido en Texas, que es 0,08.
Fernando Romero, cuñado del pintor asesinado, dijo sentirse decepcionado por la decisión de la Justicia de Texas de exonerar al policía y explicó que tiene la sensación de que esa fuerza de seguridad «sigue haciendo cosas así una y otra vez, y no se le presentan cargos».
Sólo unos días antes de la muerte de García, el 13 de febrero, otro ciudadano mexicano fue abatido. Antonio Zambrano Montes, un trabajador agrario originario de Michoacán que vivía en Pasco (Washington) desde hace una década, se encontraba lanzando piedras contra los vehículos en una concurrida calle. Una patrulla llegó al lugar donde se encontraba Zambrano, quien, según la versión policial, se habría negado a acatar las órdenes de alto y lanzó piedras contra los agentes.
La policía trató de detenerlo con una pistola eléctrica Táser, pero el hombre escapó y, por ello, lo siguieron y le dispararon en varias ocasiones hasta matarlo.