Al cumplirse un mes de las movilizaciones masivas contra el presidente de Chile, Sebastián Piñera, sectores de la población participaron en una nueva jornada de «superlunes» de protestas en Santiago (capital).
La primera de estas convocatorias fue el pasado 5 de noviembre, también en la Plaza Italia, denominada por los manifestantes como «Plaza de la Dignidad», para expresar su rechazo a las políticas gubernamentales y demandar una nueva Constitución.
Los asistentes a las protestas denunciaron la represión por parte de los Carabineros (policía militar), así como una nueva estrategia para evitar que las movilizaciones se realicen al bloquear las vías por donde las personas transitarían.
Organizaciones sociales y estudiantiles reiteron que continuarán en resistencia para lograr un cambio en el modelo político en Chile, pese a la represión de la que han sido víctimas desde el inicio de las protestas el pasado 18 de octubre.
Los chilenos han detallado que sus demandas se centran en el derecho a la salud, educación, pensiones, entre otros, y que las mismas sean escuchadas por el Gobierno en turno.
Ante las intensas jornadas de protestas sociales, Piñera ha presentado medidas que hasta ahora no pasan de ser anuncios que están por debajo de las expectativas de la población que piden un cambio.
El pasado viernes el Parlamento chileno propuso un acuerdo para realizar un plebiscito para una nueva Constitución, pero la ciudadanía lo rechazó al considerar que ese pacto no es garantía para solucionar las demandas sociales.
De acuerdo un balance del Instituto de Derechos Humanos (INDH) de Chile, hasta el pasado 14 de noviembre, más de 2.000 personas han resultado heridos mientras que 6.362 personas han sido detenidos por Carabineros en las protestas.