El presidente de Bolivia, Evo Morales, anunció este domingo su dimisión del cargo tras oleada violenta perpetrada por grupos opositores que desconocen los resultados electorales efectuados el pasado 20 de octubre.
Tras fuertes oleadas violentas contra militantes y dirigentes del Movimiento Al Socialismo (MAS), amedrentamiento a periodistas, quema de residencias y traición de aliados políticos y miembros de la Policía Nacional, el país padece una crisis política.
En un comunicado, las Fuerzas Armadas (FF.AA.) indicaron que para recuperar la estabilidad de la nación, es necesario un cambio en la presidencia:
“Sugerimos al presidente que renuncie a su mandato permitiendo la pacificación y mantenimiento de la estabilidad de Bolivia”, dijo el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, William Kaiman.
Morales sufrió el desmoronamiento de su gabinete tras masivas renuncias como los casos del viceministro de Turismo, Marcelo Arze; la presidenta del Tribunal Supremo Electoral, María Eugenia Choque; la ministra de Planificación, Mariana Prado; así como el senador electo por el Potosí, René Joaquino; el gobernador Juan Carlos Cejas y el alcalde Williams Cervantes, por el departamento.
Aunque el expresidente boliviano llamó a organismos internacionales como Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos (OEA) auditar los resultados electorales y convocó a todos los sectores sociales a una Mesa de Diálogo, grupos ultraderechistas se mantuvieron desplegados en las calles agrediendo a la población.
Morales deja un país con altos índices de desarrollo humano, garantizando los derechos fundamentales de la población y con un crecimiento económico de 4,5 por ciento, según Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).