La marcha que coronó el 34 Encuentro Nacional de Mujeres (ENM), que, estiman, reunió a más de 200 mil mujeres y disidencias, cruzó toda La Plata y finalizó en el Estadio Unico. “Qué momento, qué momento, a pesar de todo, les hicimos el encuentro”, cantaron las militantes al pasar por delante de la Casa de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires que, a pesar de estar rodeada de vallas, tenía un pañuelo verde colgando desde una ventana.
Desde las cuatro de la tarde, las asistentes al encuentro comenzaron a concentrar alrededor de la intersección de la diagonal 60 y la avenida 1, cerca de donde fue vista por última vez Johana Ramallo. Mientras que las agrupaciones de izquierda empezaron la movilización por la diagonal 79, la Comisión Organizadora del ENM llegó por la 54 hasta Plaza San Martín, donde se unificó la marcha. La movilización, aseguraron las organizadoras, tuvo una extensión de tres kilómetros. Atrás de la bandera de arrastre de la Comisión, un grupo de mujeres sostenía letras rosadas que formaban la frase “Somos todas”.
“Yo acá vengo por mí, por todos los cambios que estoy haciendo en mi vida”, celebró Ana, de 64 años, con un pañuelo verde atado a la muñeca. Ella y su amiga, Jimena, viven en Mar del Plata, se conocieron en una clase de teatro y es la primera vez que asisten a un Encuentro. “Lo que más me gusta de esto es la diversidad, la unión, la libertad que se vive. El poder decir ‘yo soy esto’ y que te escuchen y te acepten”, contó Ana a Página|12.
Jimena, por su parte, opinó que el Encuentro es un buen espacio para reclamarle al Estado “que empiece a haber perspectiva de género en la justicia”. A pesar de la sanción de la ley Micaela –que obliga a los funcionarios de los tres poderes del Estado a capacitarse en temas de género– en diciembre de 2018, para la marplatense de 32 años “no hay justicia para nosotras, es una joda”.
Antes del inicio de la marcha, Valentina y Johanna, dos adolescentes platenses de 17 años, esperaban a sus amigas. Ambas tenían pañuelos verdes en el cuello, glitter y símbolos femeninos dibujados en la cara. “Tenía ganas de participar en los talleres de ayer, pero no pude ir por la tormenta -dijo Valentina a este diario-. Veo que estamos (en la marcha) y no nos vamos a ir, vamos a luchar por nuestros derechos, como el aborto legal, y a pedir Ni Una Menos”.
Las adolescentes señalaron que ellas y sus amigas pertenecen al “guidismo”. “Es como los scouts, pero es una asociación de mujeres para mujeres”, explicó Johanna y agregó que el movimiento “aún no hizo un comunicado oficial sobre el aborto”. “Para nosotras está relacionado porque el guidismo defiende los derechos de las mujeres”, agregó.
La joven sostuvo que es necesario que el aborto sea legal, seguro y gratuito porque, de esta manera, “van a poder acceder todas las mujeres, no solo las ricas que lo pueden pagar”.
El reclamo por la legalización de la interrupción legal del embarazo estuvo presente en todas las columnas de la movilización. A donde se mirara había buzos, medias, pantalones, brillos o prendedores verdes y, por supuesto, pañuelos de la Campaña por el Aborto Legal atados en muñecas, cuellos, mochilas y también usados como vinchas. La agrupación Tejiendo Feminismos llevó una bandera verde hecha de cuadrados de lana e hilo, cada uno con el nombre de una mujer muerta víctima de un aborto clandestino.
La marcha convocó a mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries de todas las edades. Eugenia, de 35 años, vino con su bebé, Almendra, que dormía plácidamente sentada en una silla de tela sobre el pecho de su madre. La silla estaba adornada con un parche naranja que, bordado en hilo color crema, decía “Las mujeres luchando y al mundo transformando” y que Eugenia compró en un encuentro de mujeres al que asistió en México.
Eugenia vino con su hija desde San Vicente y, durante el ENM, vendió bombillas y aros de alpaca en la Plaza San Martín que fabrica ella misma. La artesana contó a este medio que pensó en pedirle al padre de Almendra que la acompañe, especialmente para cuidar a la bebé durante la marcha. “Al final decidí que no, si total puedo cuidarla yo –afirmó–. Además, creo que este tiene que ser un momento en el que participen las mujeres, no los varones (hetero cis). Es un momento único y las protagonistas somos nosotras”.
Para Eugenia, “es fundamental la legalización del aborto”. “Yo perdí un embarazo hace un tiempo y no tenía acceso a la información –recordó–. Las Socorristas fueron las que me acompañaron por teléfono porque yo no entendía lo que me estaba pasando. Los médicos no me atendieron bien, no me brindaron cuidados. De no ser por las Socorristas yo no estaría acá”.
La columna de Socorristas medía cerca de una cuadra. Cientos de mujeres caminaban cantando, flameando banderas rosas y todas tenían pelucas carré también de un rosado brillante. Otras mujeres que estaban cerca les sacaban fotos o filmaban con los celulares y después volvían a mirar el mapa de la ciudad para fijar puntos de encuentro en el caso de separarse durante la movilización.
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Los colores y los cantos a favor de la legalización atravesaron todas las columnas. Al frente de la populosa columna del Movimiento Socialista de Trabajadores (MST), había nueve jóvenes que sostenían pancartas, todas con el torso descubierto y cada una pintada de un color distinto: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, violeta, celeste, blanco y rosa. Las militantes usaban pelucas que eran del mismo color que la pintura del cuerpo.
Además de las consignas a favor del aborto, las asistentes a la marcha llevaron carteles que exigían, entre otras cosas, la implementación de Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas y que el Estado implemente políticas para reducir y terminar con los femicidios en Argentina. “No nací mujer para morir por serlo” o “Desnuda te incomoda, ¿muerta no?”, eran algunas de las leyendas de los carteles.
La colectiva de artistas ArteMA, por su parte, organizó un “bombachazo”. Las integrantes de la agrupación elaboraron una red con pedazos de tela con ropa interior atada a ella. “Tangas, vedetinas, push ups, lo que sea”, enumeró la artista María Luisa Vázquez. La idea, agregó, es que las mujeres “pasen por abajo de la red y se saquen la tanga, la bombacha y la bronca al patriarcado”.
La movilización finalizaba en el Estadio Único de La Plata, donde al cierre de esta edición continuaban entrando miles de mujeres, mientras un sector se había dirigido hacia la Catedral.
El cierre oficial del ENM será este lunes. A las 9 de la mañana se prevé que iniciará el acto de cierre donde, mediante un “aplausómetro”, se elegirá la ciudad que será sede del multitudinario Encuentro el próximo año.