Por:
Johana Gómez.
Candidata a Diputada Nacional por el Frente de Izquierda – Unidad.
Bajo la política de ajuste del gobierno nacional macrista y el FMI, la pobreza alcanzó a casi 16 millones de personas en el país, un 35,4 % de la población, durante el primer semestre de este año. La terrible cifra dada a conocer por el INDEC, que da escalofríos si tomamos en cuenta que en las niñas y los niños menores de 14 años la pobreza es del 52,6 %, surge del relevamiento de 31 aglomerados urbanos, incluyendo la Provincia de San Luis.
La gran devaluación del peso; la consecuente inflación que pulverizó salarios, jubilaciones y planes sociales; las leyes neoliberales votadas en el Congreso Nacional por la gran mayoría de la oposición peronista; y el hecho de que las futuras generaciones estarán atadas a una deuda con el FMI de la que nadie vio ni siquiera una escuela construida; han sido las causas de la realidad social que tenemos hoy.
Pero, el macrismo y el Fondo Monetario Internacional no nos llevaron a esta situación solos. La responsabilidad se extiende a la “oposición” peronista, la cual, está integrada por gobernadoras y gobernadores que aplicaron las recetas de ajuste cambiemita en las provincias donde gobiernan; por legisladores nacionales que le votaron todas las leyes que el macrismo necesitó para gestionar el saqueo al bolsillo del pueblo trabajador; y por la burocracia sindical que supo garantizarle al gobierno nacional una paz social como nunca antes vista en la historia argentina, dejando pasar todo tipo de ataques a los derechos de la clase trabajadora.
Un ejemplo de ello es la Provincia de San Luis. Según los datos del INDEC, la pobreza en el Gran San Luis es del 34,5 % (79.795 personas) y la indigencia es del 2,4 % (5.531 personas). Y, además, el porcentaje de hogares en el nivel de pobreza es del 25 % (19.244) y en el de indigencia es del 1,9 % (1.468). Es decir que en relación al primer semestre del año pasado, el porcentaje de pobreza casi se duplicó y es por lejos el más alto en años, por lo que es una realidad concreta que la Provincia nunca fue el “otro país” del que tanto hablaba la familia política de los Rodríguez Saá.
Presidencia tras presidencia, gobierno tras gobierno, crisis tras crisis, vemos cómo las condiciones de vida de las familias trabajadoras y los sectores populares se precarizan cada vez más, con salarios que no alcanzan por ser constantemente licuados por la inflación y los tarifazos, con ofertas de trabajo más precarias que las anteriores, con trabajos más inestables que los anteriores, y con una educación, salud y vivienda cada vez más vaciadas y desfinanciadas.
Si vamos al meollo de la cuestión, la conclusión es la siguiente: la pobreza en la Argentina es un problema estructural que ningún gobierno, sea del color político que sea, ha podido solucionar. Los motivos tendrán que buscarse en las prioridades que tiene la casta política cada vez que nos gobierna: pagar la deuda externa, cumplir con el FMI, garantizar la fuga de capitales, permitir la especulación de los mercados y los bancos, y conservar toda una estructura económica favorable para los grandes empresarios que siempre les permita mantener sus márgenes de rentabilidad, haya crisis o no.
Pero, no hay que resignarse. Mientras Macri agita realizar una hazaña electoral para quedarse en la presidencia y el Frente de Todos ordena a los trabajadores quedarse en sus casas y no lucharla, la izquierda apuesta a mostrar una fuerza viva, llena de aquellos jóvenes, trabajadores y mujeres que no se quedan de brazos cruzados y que ante un próximo gobierno se preparan hoy, organizando la fuerza social que se necesita para salir a recuperar lo que nos han robado, en las calles, con el paro y la movilización, y como parte de una salida de fondo anticapitalista.